Los 'menas' que rescatan la torre de Fontecha
Llegaron jugándose la vida. Ahora estos menores extranjeros tutelados aprenden a ser carpinteros o albañiles en un rehabilitación histórica
La torre de los Orgaz de Fontecha, en Lantarón, se construyó en el siglo XIV y se le adosó un palacio cuando ya perdió su ... carácter defensivo. Ambos edificios estaban huecos a finales de los noventa y la ruina se había llevado por delante su carácter señorial. Fue entonces cuando la Escuela Micaela Portilla se instaló allí para reconstruir un pedazo importante de la historia de Álava y recuperar el lustre de antaño. Las manos de Alí Zain, Oussama Khallouk, Anass Daouad e Ilyass Rhalem ayudan ahora en ello, los tres primeros en tareas de carpintería y el último en rehabilitación forestal.
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Los cuatro son menores de edad que llegaron desde el extranjero sin compañía adulta -lo que popularmente se denomina 'mena'- y pertenecen al programa Bideberria del Departamento de Políticas Sociales de la Diputación, que dirige Emilio Sola. Los más jóvenes viven en la residencia de la calle San Ignacio de Loyola y los más mayores, en pisos que hay repartidos por Vitoria. Para empezar las clases a las ocho de la mañana en Fontecha, se tienen que levantar a las 5.45 de la mañana y coger un autobús que les lleva junto a otros compañeros por Iruña de Oca y Ribera Baja. Primero tienen cinco horas de talleres y luego, hasta las 15.30, reciben formación complementaria para sacarse el graduado de secundaria o competencias claves para quienes no han podido acudir antes al colegio. Tienen una pausa de 30 minutos para comer un bocadillo que se traen desde Vitoria, pero que estos adolescentes no pueden aprovechar ahora mismo por encontrarse en pleno ayuno diurno por el Ramadán.
Ellos cuatro no han accedido a este programa por su situación personal, sino que han tenido que cumplir los mismos requisitos a los que se somete a los 150 candidatos inscritos en Lanbide que habitualmente presentan su solicitud para las 36 plazas que tiene la Escuela Micaela Portilla. «Les hacemos una prueba básica para comprobar que tienen conocimientos básicos del idioma y lo más importante es que nos demuestren que tienen ganas de aprender estos oficios», subraya María Jesús Calleja, directora del centro.
Porque cuando acaban esta formación, que cuenta con pruebas de evaluación a mitad de curso, consiguen certificados de profesionalidad (actualmente en carpintería, forestal y albañilería) que les permite realizar dos semanas de prácticas en empresas, donde tendrán que demostrar sus habilidades para conseguir su inserción en el mercado laboral.
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Lejos del sambenito que les ha querido colgar una parte de la sociedad, ellos subrayan que han llegado hasta Álava para formarse, conseguir un trabajo y ganar dinero, algo que veían imposible en sus respectivos países. Alí tardó un año en recorrer los más de 8.000 kilómetros que hay desde su Pakistán natal hasta Vitoria, después de pasar varios meses como camarero en Turquía. Ilyass, por su parte, llegó oculto a bordo de un barco desde Tánger, Marruecos. Los dos coinciden en que cuando hablan con su familia, estas se muestran orgullosas de que estén avanzando hacia la vida adulta.
Del medio centenar de menores que participan en estos momentos en Bideberria hay una docena que se encuentran en una 'fase 0' en las que se les dan nociones básicas de castellano y se les fijan cuáles son las normas de comportamiento. A partir de ese punto hay otros tres niveles que les preparan hacia la vida independiente y su entrada en el mercado de trabajo. Alí, por ejemplo, pronto cumplirá 18 años y se dispone a alquilar una habitación.
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38 en formación
Ahora mismo, según datos aportados a EL CORREO, hay 38 menores que caminan hacia la emancipación y todos ellos están recibiendo formación, algunos incluso en varios campos. Además de los cuatro de Micaela Portilla hay seis que permanecen en fase de alfabetización, nueve cursan secundaria, otro ha llegado al bachiller tecnol ógico, uno se prepara para trabajar en peluquería, tres en hostelería y panadería, uno en carrocería, cinco en electricidad, uno en mecanizado, dos en fabricación mecánica, hay un adolescente que se prepara para la limpieza de edificios, tres en gestión de almacenes y dos que quieren trabajar con ordenadores. Para ello acuden a las aulas de la Fundación Adsis, Egibide, Itaka Escolapios, los centros de Lanbide, Paula Montal, Cruz Roja o la asociación Sartu.
Koldo Resa, coordinador del programa Bideberria, destaca el altísimo interés que existe por parte de estos menores extranjeros para formarse. «Ves cómo se ha rehabilitado esta torre de la mano de los alumnos de la escuela y compruebas que, en este caso, es cierta esa expresión de que les ha tocado picar piedra», afirma embelesado por esta rehabilitación integral, donde desde las escaleras hasta los arcos pasando por los propios talleres se han levantado de la mano de los discípulos de Micaela Portilla.
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