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El médico Tornay ni era judío ni curó por solidaridad

Investigaciones rigurosas de historiadores desmontan la leyenda del galeno al que Vitoria le pidió que se quedara a pesar de la expulsión en 1492

Miércoles, 24 de abril 2024

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Los mitos y las leyendas se mueren cuando se hace buena historia, la de los datos, la de los documentos, la historia contrastada con fuentes. Una investigación exhaustiva del catedrático de Historia Medieval, Moderna y de América de la UPV Ernesto García Fernández ha destrozado una de las historias más hermosas ligadas a la expulsión de los judíos de Vitoria en 1492. Como todo el mundo sabía, porque se ha contado mil veces y se le ha dedicado una calle en la capital alavesa, el médico Antonio Tornay, de supuesta religión hebrea, se quedó en la ciudad ante la falta de galenos y no tomó el camino del exilio como sus convecinos. Lo hacía, según se decía en la leyenda, repetida una y otra vez por historiadores y cronistas, cumpliendo la voluntad del consistorio que quería cubrir la falta de físicos aunque fuera con alguien condenado a marcharse.

Tornay forma parte del fuerte imaginario que el pueblo israelita dejó en Vitoria. Recordemos, la entrega del cementerio hebreo a la ciudad bajo la promesa de no tocar esa tierra nunca, y en segundo lugar, el contrato para que Tornay se quedara en la nómina de médicos y no se marchara. Son dos historias potentes que han inspirado novelas y que aún atraen a la ciudad a turistas y curiosos.

Pues bien, mientras el primer compromiso sí resultó una realidad respetada por los vitorianos y elogiada siempre por los descendientes de aquellos que tomaron el exilio agradecido a Vitoria, la segunda de las cuestiones no es verdad. En su libro 'Miradas desde el Medievo', el profesor Ernesto García Fernández, desmonta la principal tesis de esta historia, que Tornay fuera judío.

Según sus pesquisas, Tornay fue uno de los médicos de Vitoria entre los años 1483 y 1493, período en el que el concejo de Vitoria tuvo dificultades para contratar galenos con la formación adecuada. «A ello se añadió», prosigue García Fernández, «la presión a la que se vio sometida la ciudad por la irrupción de epidemias».

Tornay formó parte de un elenco entre los que se encontraban el cirujano Pedro de Mendiola, Pedro Gámiz o el gran Fernán López de Escoriaza, que luego mandó construir el palacio de Escoriaza Esquível. Había conseguido la licenciatura en medicina antes de 1483. Al parecer se formó en una universidad europea, acaso la de París, donde previamente había obtenido título de bachiller. Los judíos no tuvieron acceso en la Edad Media a los estudios universitarios de la cristiandad. Por lo tanto, Antonio no podía ser lo que se ha dicho que era.

El famoso galeno, que atendió al duque de Bretaña, al duque de Alba y a la ciudad de Vitoria, fue autor de un texto científico titulado 'Acerca de la enfermedad del temblor y de los miembros e molyçia'. El historiador Fernando Serrano Larráyoz asegura que esta obra, escrita en romance castellano, la redactó antes de 1487 para García Álvarez de Toledo, el duque de Alba.

Al parecer dominaba más la lengua francesa y el latín, que se usaba en las universidades, que la lengua castellana. Y lo había escrito precisamente como deferencia hacia el duque. Este escrito tenía referencias de Avicena, Alberto Magno, Bernardo Gordón, Jacques Despars, Guy Chauliac, Moriano y Ramón Llull. Llama la atención que no hay referencias a tratadistas en castellano, lo cual ya nos da una pista de sus orígenes.

El tiempo que estuvo de médico en Vitoria coincide con la existencia de epidemias mortíferas en otras poblaciones con las que los vitorianos mantenían relaciones comerciales o personales. La contratación del licenciado se produjo 17 de abril de 1483. Su salario sería de 3.000 maravedíes al año. Además le eximían de cargas fiscales y solo le obligaban a vivir en la ciudad. El contacto para que Antonio de Tornay viniera a Vitoria puede estar en Bretaña y la presencia de Pedro Martínez de Álava en 1476 al servicio del duque de aquel feudo, Francisco II, como caballerizo y criado. Al parecer, nuestro galeno también lo era del duque y por lo tanto estuvo en contacto con el vitoriano que luego fue alcalde, regidor de la ciudad y uno de los continos de los Reyes Católicos (hombres armados al servicio de los monarcas). Cuando se produce el contrato en 1483, Diego Martínez de Álava, tío de Pedro, era uno de los diputados del concejo de Vitoria.

En 1485, ante el incremento de las epidemias y la escasez de buenos físicos, el concejo vitoriano le sube el salario hasta los 8.000 maravedíes. Su preparación como licenciado y su prestigio avalaban esa decisión municipal.

En el año 1490, el concejo de la ciudad establece un nuevo contrato con el físico Tornay de un año de duración. También le pide que fije su residencia en la ciudad, aunque el salario es inferior (6.800 maravedíes) por no sufrir en ese momento el azote de las epidemias.

La situación empeoró en 1492 con la expulsión de los judíos. Entre ellos había varios galenos que de forman privada ejercían la profesión en la ciudad y en la provincia. Uno de ellos, Maestre Gaón se convirtió al cristianismo, pero no ejerció en Vitoria, sino que se fue a otros pueblos como Lequeitio.

En ese contexto, el Ayuntamiento vitoriano consigue un acuerdo con Tornay. Se hace referencia a la marcha y la ausencia de los judíos físicos y se le pide que resida en Vitoria. El sueldo será mayor, 10.000 maravedíes. Sus obligaciones son similares a la de otros contratos con médicos en Castilla. Y es precisamente el contenido de este contrato el que ha llevado al error a los historiadores y a la ciudad, que en marzo de 1966 otorgó la calle a Antonio Tornay. Según Ernesto García Fernández, al que hay que felicitar porque él sí ha investigado hasta el fondo el asunto, los historiadores magnificaron los servicios médicos ofrecidos a la ciudad. Landázuri lo incluye en el apartado dedicado a los hebreos en su «Historia civil, eclesiástica, política y legislativa de Vitoria». Otro cronista fundamental, Eulogio Serdán, por su parte, loa la figura de Tornay resaltando su decisión de quedarse en la ciudad tras el abandono de la misma de los judíos. Y Venancio del Val lo considera el primer médico de la beneficencia municipal. Claro que también da por sentado que era judío, el único que no había abandonado Vitoria por razones humanitarias y médicas. «A partir de estas observaciones», señala Ernesto García Fernández, «resulta fácil entender que los lectores sacaran dos conclusiones. La primera que Tornay era judío y la segunda que hizo un gran favor a los vecinos de Vitoria y sus aldeas.

Tornay y 'Tournai'

Pues bien, los políticos actuales tendrán que revisar el nombre de la calle Médico Tornay porque las afirmaciones que contribuyeron a concedérsela son falsas. Ni el nombre ni el apellido son de raíz israelita. Remiten a la ciudad belga de 'Tournai'.

En las actas concejiles de Vitoria nunca se afirma que Antonio de Tornay fuera judío. Y el nombre de Antonio no está en la nómina de la comunidad hebrea. De 53 nombres que se citan por una reunión en la sinagoga no aparece y sí que había dos físicos entre ellos: Samuel Cobo y Abraham Abejunes.

Además, los Reyes Católicos nunca concedieron una excepción a ningún hebreo para que pudiera mantener residencia en Castilla después de la fecha fijada en el edicto de expulsión. Solo se permitió quedarse a los convertidos al cristianismo.

Otro de los argumentos utilizados, que se necesitaban médicos porque se habían ido los galenos hebreos, era una coletilla usada en todas las contrataciones. En 1493 se empleó a Pablo Martínez de Vitoria como físico y se insiste en que no había suficientes. Pero se hace una apreciación en ese contrato. El licenciado maestre Tornay había incumplido su contrato y se había marchado a los siete meses, sin alcanzar el año comprometido. Posiblemente porque recibió una oferta económica mejor, algo lógico para un profesional de su prestigio.

No se sabe con certeza donde se fue, pero en 1498 un habitante de Bilbao llamado el licenciado Antonio denunció a un compañero de profesión, Pablo de Cartagena –Raby Vidal cuando era judío- de falsa conversión al cristianismo. Y lo hizo ante la Inquisición, que finalmente desistió en favor de que lo juzgara la Chancillería de Valladolid. Otro de los denunciantes era Martín de Vitoria. Ernesto García Fernández piensa que hay demasiada coincidencia entre el «licenciado Antonio», de Bilbao, y el licenciado Antonio de Tornay, de Vitoria, y es muy razonable que nuestro médico hubiera sido fichado por el concejo de Bilbao por más salario. Es lo mismo que ocurre ahora con el Alavés y el Athletic.

Es curioso saber que para que no se fuera el siguiente médico, el tal Paulo Martínez de Vitoria, que era bachiller, le ofrecieron 15.000 maravedíes. En la última década del siglo XV y el siglo XVI los salarios de los físicos eran muy diversos dada la competencia feroz entre ellos. Oscilaron entre 4.000 y 20.000 maravedíes en toda Castilla. Y se llegó en algún caso a los 30.000, un sueldo de figura.

La conclusión es sencilla. Eulogio Serdán afirmó que Tornay era un judío que estaba dispuesto a quedarse a atender a los enfermos por el amor que tenía a la ciudad. Y toda la historiografía hasta el siglo XXI ha dado crédito a esa afirmación hasta incluso concederle una calle. Ahora sabemos que sí le pidieron que no abandonara la ciudad, pero no por ser judío, sino porque se necesitaba un galeno cualificado y Tornay era un profesional reconocido entre la alta nobleza castellana. Y además, y solo por eso, habría que quitarle la calle, porque dejó a la ciudad en la estacada. Y hubo que fichar a otro médico por un tercio más de su salario.

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