Las berzas descomunales de Elorriaga y la «extrañeza» por los puerros

20 de diciembre de 1962. Jueves lluvioso, mañana de mercado prenavideño en la plaza de España al que se suma esta vez, en su quinta edición, el Concurso Agrícola de Navidad organizado por la obra agropecuaria de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de la Ciudad de Vitoria. Los aldeanos de Álava traen a la capital lo mejor de sus cuadras y huertas. Capones, pollos, pavos, gallinas, palomas, conejos, verduras, manzanas, peras, quesos, frutos secos y demás productos hortícolas. Las amas de casa, preferentemente ellas, observan los puestos –algunos a resguardo del agua bajo los arcos– y seleccionan el género asociado al precio entre la gigantesca despensa que se les ofrece mientras se imaginan el menú de Nochebuena. Unas enormes berzas de Elorriaga llaman la atención de las autoridades y técnicos del sector primario en su recorrido por el lugar.

Manuel Flores, jefe provincial de ganadería, se queda con otro detalle ajeno a su desempeño. «A mi modo de ver sobresalen unos formidables puerros que causan extrañeza porque en los últimos meses ha habido escasez de agua», se asombra el inspector. Cómo no, como siempre, los elogios también fueron para la magnífica patata de la Llanada, de Erenchun, Mendiola... Y sólo los capones se vendían al mismo precio, a 150 pesetas la unidad. Por todo ello, las gentes del campo regresaron felices a casa.