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Borja Mallo
Miércoles, 29 de enero 2025, 00:31
El 3 de febrero, y hasta el 14 del mismo mes, se abrirá el plazo para solicitar la prematrícula para el siguiente curso en los centros escolares públicos y concertados vascos. Por ello, los colegios de Vitoria afrontan ya el particular esprint de lo que ... bien podría denominarse la 'caza' del niño. Jornadas de puertas abiertas, campañas publicitarias y, la gran novedad en los últimos años, visitas individualizadas para las familias que pueden recorrer los centros a su antojo para descubrirlos en profundidad. Todo vale en estos días en los que los esfuerzos se incrementan al máximo para atraer al mayor número de alumnos posible. Y es que, con cada vez menos nacimientos en Álava, los centros educativos tienen mayores dificultades cada año que pasa para completar sus aulas y evitar así el cierre de alguna línea, que puede llevar aparejado la pérdida de puestos de trabajo. La competencia por llevarse el gato al agua se ha hecho feroz.
Completar las aulas de Infantil es hoy el gran reto de una gran mayoría de los centros escolares vitorianos. O, al menos, llegar a unos mínimos que eviten tener que tomar medidas drásticas que alguno de ellos ya se ha visto forzado a asumir. Y conseguirlo es cada vez más complicado porque el público objetivo al que se dirigen se va reduciendo sin remisión. Las cifras de nacimientos así lo indican, con una tendencia a la baja constante.
Por ejemplo, en el año 2022, el correspondiente a quienes el próximo curso iniciarán la segunda fase de Educación Infantil –el momento en el que ya casi todos los niños son escolarizados, ya que anteriormente aún tienen mucho peso guarderías y haurreskolak–, en Álava se produjeron 2.273 nacimientos, según el Instituto Nacional de Estadística. Supone prácticamente un centenar menos de los que hubo en 2021 (2.369) y que son quienes ahora mismo están cursando ese nivel. Y la situación empeorará más de cara al siguiente (2026-2027), pues los nacimientos en 2023 –los que el próximo curso irían a aulas de 3 años– se redujeron hasta 2.217.
Mikel Gastañares
Director general de San Prudencio
En esta tesitura, los meses de enero y febrero se convierten para los colegios en lo que es el verano para los clubes de fútbol: el momento de captar a sus particulares nuevos 'fichajes'.
Si hace unos años en muchos centros vitorianos no eran capaces de dar respuesta a la demanda por gran la cantidad de solicitudes que recibían, el panorama ha dado un giro radical en los últimos tiempos. Sin ir más lejos, el presente curso el 94,4% de los alumnos que han entrado en las aulas de 2 años (1.759 de 1.863) lo han hecho en la primera opción elegida.
Por ello, los colegios abren sus puertas de par en par para recibir a las familias y relatarles las bondades para sus vástagos en visitas generales o a la carta.
Corazonistas es uno de los que han experimentado de primera mano la crudeza de la falta de niños. Como relata su director, Iñigo Imaz, hace dos años se vieron obligados a cerrar una de las tres líneas de Infantil –en cada clase entra un máximo de 25 niños– porque los números no les daban para aproximarse a 75 alumnos.
«Ahora nos acercamos bien a los 50 niños que podemos acoger, pero hace dos años tuvimos que cerrar la tercera línea porque no llegábamos. Fue un momento duro. Por suerte, pudimos reajustar y no se produjeron despidos, pero es una amenaza que está ahí. Cada vez hay menos nacimientos y en la zona centro muchos colegios nos hacemos competencia», admite.
94,4% Primera opción
En el presente curso, 1.759 de los 1.863 matriculados en aulas de 2 años en Álava entraron en el colegio seleccionado como su primera opción.
25 Alumnos por aula
Cada curso se divide por líneas –aulas– y, a partir de las de dos 2 años, el máximo de alumnos permitidos en cada clase es de 25.
2.273 Nacimientos en 2022
La natalidad va a la baja en Álava y los nacidos en 2022, que se matricularán en segundo ciclo de Infantil, son 2.273 chavales, 96 menos que en 2021.
bligados a prescindir de una de las líneas, desde el colegio optaron también «por un cambio de metodología con un gran esfuerzo del profesorado para poner en marcha Corazonistas Berria». Durante estas semanas están con el último impulso para convencer a las familias de que su centro es el más adecuado. «Parece mentira que hace unos años la gente casi se peleaba por entrar y algunos se quedaban fuera y ahora...».
También en la zona 1, que corresponde al centro de la ciudad, San Viator abre sus puertas a la carta para ver desde dentro su funcionamiento. «Antes no tenías que enseñar nada, pero ahora estás obligado a mostrar todo lo que se pueda, desde instalaciones a metodología; ya hablar con las familias de sus necesidades específicas para saber cómo nos adaptamos a ellas», destaca su directora, Miriam Zuazo, que reconoce que también han «notado la bajada». Sobre todo, «en los dos o tres últimos años».
Desde Marianistas, su directora, Cristina Rojas, reconoce que estos días están «a tope» con las visitas. Son el colegio más grande de la ciudad y han conseguido mantener en los últimos años el casi centenar de alumnos que tienen en cada curso. «Enseñar el colegio mientras está abierto y con vida es lo mejor porque a las familias les llega más cómo es el día a día». Y recalca la relevancia de explicar detalladamente cómo es el centro más allá de su proyecto educativo:«Muchos te valoran por la oferta que tienes cuando se acaban las clases, como puede ser la actividad deportiva;pero también hay quien te elige por estar en pleno centro y cerca de su trabajo o porque los abuelos viven aquí al lado».
San Prudencio era otro de esos colegios en los que no hace tanto tiempo la lista de alumnos que se quedaban sin plaza era larga. Ahora, al menos, consigue acercarse mucho al máximo de 75 alumnos que le permiten albergar sus tres líneas.
Cristina Rojas
Directora de Marianistas
«La cantidad de solicitudes ha bajado mucho. Hace cuatro o cinco años había cola para entrar y hoy ya entran todos. Hemos conseguido salvar las clases y tenemos las mismas que antes, pero con algunos niños menos», detalla Mikel Gastañares, director general de San Prudencio.
Este colegio, que además es una cooperativa en la que participa toda la comunidad escolar, considera que es «el boca a boca» lo que mejor les funciona de cara a llegar a los interesados en una plaza. «La mejor publicidad es lo que dicen las familias que ya tienen a sus hijos aquí. Hablan bien a sus conocidos y hay una fama y un prestigio que atrae».
Y, como muchos otros centros, en San Prudencio también se ha realizado una adaptación a los nuevos tiempos para resultar más atractivos. «La forma de entender cómo debe ser el aula ha cambiado mucho. Es un espacio educativo en el que no todo depende del profesor. Se buscan entornos tranquilos y seguros que fomenten la educación y hemos hecho un esfuerzo en adaptar las características físicas del aula a las nuevas exigencias pedagógicas».
En el otro extremo se encuentran los, cada vez menos, colegios que todavía tienen que rechazar alumnos porque tienen más peticiones de las que pueden acoger. Zabalgana y Salburua son los dos barrios en los que más nacimientos se producen en estos momentos. Y los colegios de esas zonas y cercanas, tampoco tan numerosos, son los que mayoritariamente los reciben cuando llega la hora de la escolarización. También estos centros hacen estos días jornadas de puertas abiertas, pero más por el deseo de mostrar sus proyectos educativos que por la necesidad de darse a conocer para atraer un mínimo de alumnos que, de momento, tienen asegurados.
Las puertas de San Prudencio se abren de par en par y el director general del colegio, Mikel Gastañares, es el encargado, junto a la jefa de estudios de Educación Infantil, Leire Sáenz del Burgo, de encabezar una recepción en la que participan todos los estamentos que componen el centro educativo. Solo falta la alfombra roja porque el objetivo no es otro que las familias que se interesan por matricular en este colegio a su descendencia se sientan como en casa desde el primer momento. Y, para ello, nada mejor que recorrer el que podría ser el nuevo hogar de sus vástagos, de arriba abajo y de abajo arriba. Y entrar incluso hasta la cocina, un espacio que en San Prudencio consideran uno de sus puntos fuertes.
En la visita participan todos los trabajadores del centro, no solo el personal educativo de todas las etapas en un colegio que acoge desde niños de dos años hasta Bachillerato. No en vano, una de las primeras explicaciones que ofrecen es que se trata de una cooperativa integral, en la que padres y madres son propietarios de la misma manera que los empleados. Y también el punto principal, que es la metodología educativa.
«Las familias se sorprenden de cómo trabajamos, con proyectos, exploraciones y dejando que los niños vayan descubriendo por ellos mismos. Y también la colaboración que existe con las familias, pues participan en los proyectos y reciben información diaria de lo que hacemos en el aula a través de correo electrónico», detalla la jefa de estudios, que también destaca que se valoran mucho las amplias instalaciones del centro.
La presencia de todos los trabajadores –administración, informáticos, cocina, extraescolares...– se explica porque las dudas de las familias van mucho más allá del sistema educativo.
Por ejemplo, conciliar no es fácil para muchos padres y madres y por eso los horarios merecen una atención especial, así como las actividades extraescolares y el deporte. Como también un comedor en el que los menús salen directamente cada día de la propia cocina del colegio.
La presencia de todos los trabajadores –administración, informáticos, cocina, extraescolares...– se explica porque las dudas de las familias van mucho más allá del sistema educativo.
Por ejemplo, conciliar no es fácil para muchos padres y madres y por eso los horarios merecen una atención especial, así como las actividades extraescolares y el deporte. Como también un comedor en el que los menús salen directamente cada día de la propia cocina del colegio.
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