«Ella quería empezar una nueva vida y él no lo aceptaba, era muy posesivo»

Los primeros ertzainas y policías locales que accedieron al domicilio, ubicado en el número 22 de la calle Antonio Machado de Vitoria, descubrieron el cuerpo de esta mujer en el balcón. En la cocina se encontraba su presunto agresor. Todavía respiraba. Había intentado cortarse el cuello y, a continuación, optó por clavárselo en el pecho, a la altura del corazón. A pesar de la intervención de los uniformados y de la posterior llegada de un equipo de sanitarios nada pudo hacerse por salvarle. Allí mismo certificaron su muerte.

En la vivienda había dos personas más. Los hijos del matrimonio roto, de 17 y 13 años de edad. Dormían cuando oyeron un fuerte ruido. Se levantaron y descubrieron el horror. La llamada a los servicios de emergencia la hicieron ellos. Eran las 7.20 horas del martes festivo. La manzana interior de este extremo de Sansomendi se abarrotó de coches patrulla de ambos cuerpos. Y la Ertzaintza, al frente de la investigación, pronto comenzó a desenmarañar lo ocurrido entre esas cuatro paredes.

Erika y Oskar habían coincidido en el turno de noche de Mercedes. Ambos trabajaban en el montaje final, aunque en líneas diferentes. Fueron y volvieron en el mismo coche a la cercana factoría de la Avenida de Los Huetos, donde ayer se multiplicaron las muestras de cariño hacia su compañera asesinada.

Para la fría estadística, Erika quedará como la trigésimo sexta víctima de la violencia machista en el país en lo va de 2021, la segunda asesinada en Euskadi este año y la segunda vitoriana después de un caso similar en la localidad navarra de Murchante donde otro hombre mató a una mujer oriunda de la capital alavesa.

Era infrecuente que coincidieran en el trabajo. Y es que, harta del acoso de su expareja, Erika había solicitado el cambio de turno para sentirse más libre mientras la compleja separación se consumaba.

A pesar de esa supuesta violencia psicológica, no constan antecedentes ni actuaciones previas de violencia de género con el agresor. Ni en la Ertzaintza, ni en la Policía Local, ni en el Palacio de Justicia. Algunos vecinos de Sansomendi le apodaban «el loco» por su enrevesada personalidad.

Por los testimonios recabados por la Ertzaintza, sí consta que «las broncas» entre ambos se habían tornado «habituales» en los últimos tiempos. «Ella se había cansado después de tanto tiempo juntos. Quería iniciar otra vida y él no lo aceptaba», insisten estos medios. Su noviazgo arrancó cuando ambos eran adolescentes. En todo este tiempo, Oskar se mostró como una persona «muy dominante y posesiva».

Un equipo de inspecciones oculares de la Policía autonómica constató la pesadilla registrada en este hogar. «Había sangre por todas partes. Ha debido ser una experiencia traumática para los dos hijos menores», indican fuentes policiales con pesadumbre. Entre otras evidencias, al menos requisaron un cuchillo. Se supone que fue el arma utilizada para acabar con la vida de Erika.

Por su parte, los dos hermanos fueron trasladados a la comisaría de Portal de Foronda. Cuando los primeros agentes les encontraron estaban en «shock». Aparte de poner a su disposición una psicóloga y una trabajadora social, también se les tomó declaración. Varios familiares directos de Erika pronto se presentaron en el lugar para hacerse cargo de los dos chicos.

Cerca del mediodía, la comitiva judicial ordenó el levantamiento de los cadáveres. El Juzgado de Instrucción número 3 de Vitoria se hizo cargo de las primeras actuaciones, aunque el caso pasará en breve a Violencia sobre la Mujer debido al parentesco entre la víctima y su verdugo.

El primer crimen machista en Vitoria desde 2018 generó una oleada de reacciones de condena en la clase política y social de Álava. Los ecos de este crimen también llegaron a Madrid. Desde allí, la ministra de Igualdad, Irene Montero, reclamó «ser contundentes contra la violencia de género». Eudel, la asociación de municipios vascos, trasladó su «solidaridad a la familia de la víctima, especialmente a sus hijos». El obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, solicitó que «ante este horror, reforcemos los valores que dignifican y protegen toda vida humana».