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El magnetismo de Badiola

El magnetismo de Badiola

MI REENCUENTRO CON EL... ARTIUM ·

GALA KNÖRR

Viernes, 5 de junio 2020

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La última exposición que vi antes de declararse el estado de alarma fue 'Zeru bat, hamaika bide. Prácticas artísticas en el País Vasco entre 1977 y 2002' comisariada por Xabier Arakistain, Miren Jaio, Elena Roseras y Bea Herráez. Tuve el lujo de ver la exposición en soledad, lo cual hizo del acto de asistir al museo algo casi ceremonial, o quizá algo premonitorio. Al fondo de la sala una de las piezas que más me atrajo fue la de Txomin Badiola 'LM y SP (un hombre de poca moral y algo de persuasión)'de 1998. Cuando regresé al País Vasco hace cuatro años, pude darme cuenta de la gran influencia que su obra ha tenido para diferentes generaciones de creadores, al haber vivido en el extranjero mis referentes siempre fueron otros, y Txomin Badiola se convirtió en una incógnita hasta que fui seleccionada para su taller en Madrid45 hace ya dos años.

Componiendo una construcción propia más profunda sobre su trabajo, con generosidad Txomin nos reveló como se formularon algunas de sus piezas y exposiciones, y sobre todo evidenciando la influencia que la nouvelle vague francesa, en particular Jean Luc Godard tuvo sobre las mismas, en especial su material videográfico. Como declaraba el maestro John Baldessari en el corto-documental sobre él mismo dirigido por Ariel Schulman y Henry Joost, el mejor artista del siglo XX fue sin duda el cineasta Jean Luc Godard. Ese nexo siempre me ayudó a acceder a la obra de Badiola de una manera diferente desde entonces. La pieza de Txomin mostrada actualmente en el Artium está compuesta por elementos pictóricos, fotográficos y videoartísticos que contenidos en un mecanismo escultural hacen que el espectador necesite acercarse a su composición, casi de forma magnética. Exige con su presencia establecer una relación física de movimiento con el espectador que alrededor de ella dentro de una amalgama de elementos y estímulos interconectados, explora referencias a la cultura popular y contextos socio-políticos en los que el autor ha habitado o imaginado.

La composición por lo contrario es inhabitable, inaccesible, nos muestra un sinfín de referencias de un imaginario colectivo reconocible, un imaginario deconstruido que aunque dividido en el aparato escultural es sostenido por nuestra vista. Un cómic de una mujer llorando, imágenes de personajes en espacios domésticos y privados, libros, unos auriculares susurrando invitan a que nos acerquemos, un hombre enmascarado sugiriendo algo ilícito, una revuelta callejera, un sinfín de incógnitas que en consonancia se revelan ante nuestros ojos como un conjunto de imágenes acústicas que abren todas nuestras puertas, una sensación quizá confusa pero reconociblemente compartida.

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