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Albertina Oria de Rueda, autora de la guía posmoderna 'Camino Madrid'.
Entrevista a Albertina Oria de Rueda, autora de 'Camino Madrid'

«En Madrid sigue habiendo belleza, pero hay más maletas que vecinos por el centro»

Presenta este viernes 16 de mayo en la librería Elkar de Vitoria una guía «posmoderna» de la capital. Le acompaña Dorleta Ortiz de Elgea

Jueves, 15 de mayo 2025, 00:14

«Mi padre estudió en los Corazonistas y mi marido en Marianistas; que creo que entre esos colegios se llevaban un poquito mal», comenta Albertina Oria de Rueda (Haro, 1957) cuando se le pregunta por sus lazos con Vitoria. Por su tono, el comentario va más allá de la zalamería. «Me chifla y me resulta una ciudad de las más bonitas de España», señala. De hecho, presenta mañana en la librería Elkar (18.30 horas) su libro 'Camino Madrid'. En el céntrico local de la calle San Prudencio le acompañarán José Manuel López Marañón, escritor y crítico literario;y la artista Dorleta Ortiz de Elgea.

En esa «guía posmoderna» de la ciudad madrileña –publicada por la veterana compañía Huerga y Fierro Editores–, esta farmacéutica, abogada, técnica de la administración y exdiputada por Guadalajara se nutre de la arquitectura, anécdotas y una mirada curiosa para acercar una visión diferente de la capital española.

– ¿Qué recorrido ha tenido 'Camino Madrid' desde su publicación? ¿Qué le dicen los lectores?

– Está sirviendo a mucha gente para conocer mejor Madrid. Pero no solamente la ciudad, que no deja de ser un protagonista en el relato, sino también esas referencias arquitectónicas, esculturas, literarias... de quienes han dejado su impronta en la ciudad. Suelo decir que es una guía posmoderna, pero quizá es también una manera de conocer la ciudad a través de una mujer que va dejándose llevar, como los 'flâneurs' del siglo XIX, incluso los surrealistas, que utilizaban el paseo como una forma de profundizar en el yo.

– Una pregunta capciosa. ¿Qué hace una riojana dedicando un libro a Madrid?

– Esa es una historia alucinante, porque realmente el riojano era mi padre. Él y mi madre ya vivían en Madrid, pero quiso que su primer hijo naciera en Haro, como él. Era bastante tradicional, como puedes ver. Y fíjate, siempre le recriminé que no solamente no había sido 'hijo', sino que había sido 'a'. Pero amo La Rioja, igual que amo el País Vasco. Al final, creo que soy una ciudadana del mundo.

– Se lee en las primeras páginas que su afición por el callejero madrileño empieza a los «cuatro años, con dos trenzas pajizas». ¿Es así?

– Es que el libro es autoficción. Algo que me está ocurriendo mucho es que me preguntan si todo lo que cuento sucedió. El origen de mi profunda afición por el paseo se la debo a mi padre, que era jarrero, de Haro; y le encantaba recorrer todos los pueblos de La Rioja, ver su arquitectura y hablar con la gente del lugar. No solo lo hago en Madrid.

– O sea que hay más ciudades que podrían dar para un libro.

– Sí. Por ejemplo, fui recientemente a la FIL Guadalajara (Feria Internacional del Libro de Guadalajara), en Jalisco, y he disfrutado muchísimo con el paseo, que también dará lugar a un libro. Siempre que termino un viaje pienso en otro.

– Ha pasado buena parte de su vida en Madrid. ¿Qué ha perdido y qué ha ganado en todos esos años?

– Ha perdido un poco ese sentimiento de barrio. Hoy es más impersonal. La turistificación está dañando la ciudad, aunque contribuye a la economía. Ha ganado en edificios emblemáticos y sigue apostando por la belleza. Pero se ha perdido en parte esa esencia. He vivido en el casco viejo, en la calle Humilladero, y hoy hay más gente arrastrando maletas que vecinos.

– En su biografía se lee que ha sido farmacéutica, abogada, técnico de administración... ¿con cuál se identifica más?

– Con ser una mujer abierta al conocimiento. Me he hecho un máster en estudios literarios recientemente. Estoy siempre pensando qué estudiar que no haya estudiado. La farmacia me dio satisfacciones, la abogacía también, la escritura también.

– También fue diputada en las Cortes de Castilla-La Mancha (PP) hasta que lo dejó en 2002. ¿Los parlamentos actuales tienen poco que ver con esas ganas de conocer más?

– La política es una ciencia y un arte maravilloso, el de la persuasión, del diálogo y de llegar a acuerdos. A mí el parlamentarismo español de la época de la Restauración me parecía espectacular. Todo el mundo se preparaba los discursos y el ánimo era de convencer al otro de que tu propuesta era mejor para una sociedad más justa. Yo estuve 15 años, trabajé como una energúmena, y en la actualidad soy miembro de muchas asociaciones y formo parte de varias organizaciones con una pulsión hacia lo social, como estar a favor de Palestina.

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