La nevada en Madrid se ha llevado el protagonismo de 'Filomena'. efe

Madrid nos descubre la nieve

El temporal sobre la villa y corte renueva la falacia por la que nada existe si no ocurre dentro de las demarcaciones geográficas y sociales de la capital

Lunes, 18 de enero 2021, 02:00

Ahora resulta que Madrid nos ha descubierto la existencia de la nieve. La borrasca 'Filomena', que suena más a nombre de cómic que a desplome ... de temperaturas y sus inconvenientes añadidos, renueva la falacia por la que nada existe si no ocurre dentro de la demarcación geográfica de la villa y corte. Añadan su área metropolitana y paren de contar. Al parecer, el resto de la geografía jamás había reparado en la belleza bucólica y los engorros reales para la movilidad de unas precipitaciones blancas encima de otras, como las campanas de los villancicos, hasta que el centro administrativo del Estado se paralizó con uno de esos temporales que por estas tierras -pongan Álava- evocamos en aquellos tiempos de la infancia a quienes ya peinamos canas o las dejamos a su libre albedrío. Sin restar un copo de importancia al problema, del que apenas cabe dudar, viene a cuento hablar de reduccionismo, orejeras o la fuerza centrípeta de cuantas informaciones han aludido estos días al fenómeno meteorológico. ¿Teruel y Castellón? Bueno… Castilla-La Mancha y Aragón, vale… Pero, sobre todo, la letra del chotis que eleva la palabra 'Madrid' al cubo.

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De verdad lo pienso. Que los residentes en la capital de España consideran que sólo supera el polígrafo de la verdad cuanto acontece intramuros de su perímetro territorial. Si sucede algo fuera deben tomarlo los residentes de allí como una extravagancia sin una mínima concesión a los intereses que les ocupan. Boletín radiofónico de cada hora y alusiones continuas a los inmensos problemas de una Madrid detenida; mando a distancia televisivo para alternar la visión de canales y mucho más de lo mismo; portadas impresas y, por fin, un asunto que ha contribuido a relegar durante unos días la gota malaya de la pandemia que colma todos los vasos del pesimismo. Insisto en no rebajar las dificultades extremas de una nevada semejante y desconocida para varias generaciones en la vida cotidiana del personal damnificado. Sólo que los temporales en otros sitios geográficos son tan viejos como el hilo negro y, sin embargo, los hemos transitado con la discreción propia de quienes carecen de altavoces o servicios de megafonía. Noticias de un solo carril, al margen de las carreteras de doble sentido. Ombligo del mundo. Sólo aprovechable el centro de la diana.

Con Barajas a vuelo bajo, ahí estaba Foronda al rescate para albergar las vacunas de la esperanza

Entiendo a los seres humanos ensimismados con las postales campestres o urbanas de paisajes y calles en tono blanco casi eléctrico. Como dijo el torero cuando le presentaron a Ortega y Gasset como filósofo, hay gente para todo. Sólo añado que esas postales bucólicas y narraciones pastoriles resultan hermosas al contemplarse desde el lado bueno de la ventana y con el radiador encendido a la altura de las rodillas. Pero que bajando al terreno en el que se pisa la nieve antes de transformarse en chapapote multiplica, más que suma, los contratiempos de las intendencias e incomodidades. Si hay que agradecer a Filomena que apartase por unas jornadas, al menos en forma de paréntesis, todo el foco aplicado a las desventuras letales del coronavirus, también cabe reprocharle los muros que ha levantado en la recepción adecuada de las vacunas. Claro que con Barajas a vuelo bajo, ahí estaba Foronda al rescate para albergar de brazos abiertos las dosis de la esperanza.

Aprovechando que aludimos casi en régimen de monopolio a los inyectables anticovid tras el 'entretenimiento' que ha dispensado 'Filomena', no puedo por menos que referirme al pausado ritmo de los pinchazos, diferente según las comunidades autónomas y muy mejorable en el caso de Euskadi. El Gobierno vasco, valga la expresión coloquial, viene administrándolos a cuentagotas al invocar la prudencia de mantener reservas con las que dispensar la segunda aguja. Veinte días después de anunciar el comienzo de la vacunación en las residencias de mayores, el salvoconducto sanitario ha prendido en pocos brazos. Y mientras la OMS incita a vacunar con la velocidad aérea del crucero, aquí parece que vamos al ritmo cadencioso de ciertas melodías mientras los gráficos de barras sobre los contagios apuntan cada jornada al vértice de la pirámide.

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