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Verónica y Esther limpian el local Bonsabor, en la calle Portal de Villarreal. Blanca Castillo
Limpieza intensiva en Vitoria un día después de la tromba

Limpieza intensiva en Vitoria un día después de la tromba

Comerciantes y hosteleros continuan achicando agua y valoraban los daños; algunos supermercados no pudieron abrir con normalidad

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Lunes, 16 de julio 2018, 20:11

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Sostiene el refranero popular que después de la tormenta siempre llega la calma. Puede que así haya sido en Vitoria en lo que al tiempo atmosférico se refiere, pero la espectacular tromba de agua no vino seguida de ninguna tranquilidad para muchos comerciantes, hosteleros y vecinos. Durante la mañana de este lunes tocaba achicar agua, limpiar las hojas y el barro, hacer balance de los daños y llamar al seguro. Los más de 24 litros de agua y granizo que descargó el cielo la tarde del domingo provocaron unas inundaciones que no se recordaban desde hace años.

La calle Portal de Villarreal, en su tramo entre el centro cívico Iparralde y la plaza Bilbao, fue una de las más afectadas por el aguacero, en concreto las lonjas ubicadas en los números impares. Cuando pasaban unos minutos de las diez de la mañana, Verónica y Esther se afanaban en sacar agua del local de Bonsabor armadas cada una con una fregona. «Nos imaginábamos que algo habría entrado, pero no tanto. La verdad es que el agua hace estragos, pero por lo menos no ha afectado al género ni se nos han estropeado las cámaras», compartían buscando el lado positivo de la situación.

Ángela Berales levantaba la persiana del bar García a escasos metros. La tormenta del domingo le pilló con el bar abierto y varios clientes dentro. Ellos fueron quienes le ayudar a achicar el agua, pero aun así no pudieron evitar que se estropeara el motor de la nevera. «La cocina, como está abajo, se inundó entera, fue increíble. El domingo, estuvimos hasta medianoche sacando agua, aquí no pasaba algo así desde hace veinte o veinticinco años», contaba Ángela mientras esperaba la llegada del perito a su negocio.

En la armería Uralde, sus dueños no daban abasto a limpiar la suciedad acumulada, barro y hojas que recordaban lo sucedido la tarde anterior. «Nosotros vivimos al lado de Salvatierra y allí no fue ni parecido, no nos imaginábamos que nos íbamos a encontrar la tienda así. Nos han enseñado vídeos y hemos flipado, aquí ya he perdido la cuenta de los baldes que hemos sacado», contaba Fermín. Mario Castillo, de Talleres Villarreal, recordaba como el agua llegó hasta «la mitad de la rueda de los coches». «Ayer estuvimos aquí hasta la una de la madrugada y ahora llevamos desde primera hora. Muchas piezas se cayeron por el suelo pero parece que por lo menos a la oficina no nos ha afectado». Como él, varios vecinos criticaban que el mal mantenimiento del sistema de alcantarillado provocara el caos y convirtiera la calle en un río.

Destrozos en Betoño

En el barrio de Coronación, al menos dos supermercados no pudieron abrir con normalidad debido a los efectos de la granizada. En el interior de Alcampo, Mari Carmen limpiaba el plástico de las pizzas después de que parte del falso techo se desprendiera y el agua cayera a las cámaras frigoríficas. «Hemos tenido que tirar galletas, cereales, yogures… un desastre. Llevamos desde las cinco y media de la mañana limpiado y lo que nos queda», lamentaba Armando Naia, que hasta pasadas las once no dio orden de levantar la persiana.

También en el polígono industrial de Betoño el agua causó importantes daños. Enrique Jiménez empleó toda la mañana en sacar el agua que se había colado dentro de los coches. «Hay dos furgonetas que tenía aparcadas fuera y no arrancan. En el resto, el agua se ha metido y por mucho que quite vuelve a salir de debajo de las alfombrillas. Es una avería enorme porque tendré que llevar casi veinte vehículos a una empresa de limpiezas intensivas», confesaba frente a la empresa de compraventa Mario Cars, en el número 22 de Portal de Bergara. «Lo que ocurre aquí es una vergüenza, alguien se tendría que hacer cargo del mantenimiento del alcantarillado porque siempre que hay tormenta pasa lo mismo», añadía. «Nos tienen abandonados desde hace tiempo, aunque hace años hicieron una obra importante no ha servido de mucho. El agua alcanzó los 80 centímetros y nos ha estropeado los hornos», agregaba hastiado Jon, de la empresa de fabricación de alambres Trefigal.

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