Legutio, epicentro de los bombardeos en Euskadi en la Guerra Civil
Ningún otro municipio fue más castigado por ataques aéreos, un total de 65 en esta zona de Álava, la más afectada en Euskadi por delante de Bilbao (62)
Gernika es un símbolo mundial del drama de la guerra, del castigo premeditado contra la población civil para aterrorizar, cambiar la voluntad y doblar la ... rodilla del contrario. Pero no fue la localidad vasca que sufrió un mayor número de bombardeos aéreos. En eso, la palma se la llevó Legutio, o mejor dicho Villarreal, porque así se denominaba el municipio cuando entre 1936 y 1937 fue el objetivo de 65 operaciones de hostigamiento desde aviones. Ni siquiera Bilbao, objetivo número uno de las fuerzas franquistas, llegó a tal cifra (se quedó en 62). Y la cuarta, después de Legutio, Bilbao y Amorebieta fue Zigoitia, otro municipio alavés, situado en primera línea de frente. Son datos sacados del 'Atlas de bombardeos en Euskadi' publicado por el Instituto de la Memoria, Gogora, dependiente del Gobierno vasco.
El total de bombardeos aéreos que sufrió Euskadi fue de 2.042 entre julio de 1936 y agosto de 1937. Se vieron afectadas 127 municipios y el número de víctimas alcanzó las 1.441. Dos datos llaman especialmente la atención: el 58% de las mujeres que fallecieron en la guerra lo hicieron como consecuencia de bombardeos, así como un 49% de los menores de 14 años.
Para conseguir los registros fue necesario un extenso trabajo de investigación a cargo del historiador y director del Centro de Estudios Vascos de la Universidad de Nevada, Xabier Irujo, que duró una década.
2.042 Bombardeos
El total de bombardeos aéreos que sufrió Euskadi fue entre julio de 1936 y agosto de 1937.
127 Municipios
Zonas afectadas por esos bombardeos.
1.441 Víctimas
El 58% de las mujeres que fallecieron en la guerra lo hicieron como consecuencia de bombardeos, así como un 49% de los menores de 14 años.
Los bombardeos son registrados con fecha, localización, tipo de aviones, unidades a las que pertenecían y si la operación era táctica o de terror. Una operación hace referencia a un conjunto de ataques ejecutados por una o varias unidades aéreas sobre un único objetivo a lo largo de una jornada de guerra. Esto supone que en una misma operación se pueden realizar varios bombardeos. De estas operaciones 1.870 fueron ejecutadas por el bando sublevado y 172 por el republicano lo que demuestra con cifras el desequilibrio en el uso de esta arma moderna entre unos y otros. Por territorios históricos, 811 operaciones se llevaron a cabo en Bizkaia, 238 en Gipuzkoa y 171 en Álava. El 97,5% fueron aéreas y el 12,5% navales. De ellas, casi un 64% fueron tácticas, un 12% estratégicas y un 24% buscaron sembrar terror en la población, como en el caso de Gernika o Durango.
El primer bombardeo aéreo en la historia de Euskadi tuvo lugar sobre Otxandio, localidad vizcaína estratégica en la muga con Álava que fue frente de guerra en los primeros días de la guerra. El 22 de julio de 1936, miércoles, dos aviones sublevados lanzaron seis bombas en la plaza del pueblo cuando estaba rebosante de vecinos y de soldados. Nadie reconoció a enemigos en aquellos aviadores de dos Breguet 19, el bombardero ligero y de reconocimiento de los primeros meses de la guerra, porque la gente esperaba pasquines de propaganda, como había ocurrido días antes. Pero cayó la muerte: 62 fallecidos, muchos niños, una incomprensible matanza.
Al día siguiente, como respuesta a aquel crimen, el piloto José María Yanguas tomó un saco de piedras ante la ausencia de bombas de la que carecían las fuerzas republicanas y salió con un avión de recreo desde el aeródromo de Lamiako hacia Villarreal, que era la localidad dominada por los franquistas. Allí lanzó las piedras al detectar a un grupo de soldados y fulminó a un requeté, lo que creó un gran desconcierto entre las tropas acantonadas en Villarreal, según la crónica del famoso periodista George Steer.
La mayor parte de los raids aéreos republicanos tenían como objetivo frenar el movimiento de tropas. En ese sentido el 24 de agosto, de nuevo Yanguas, asistido por Julio Alegría, lanzó varias bombas sobre una concentración de soldados rebeldes en Legutio.
La víspera, el 23 de agosto, los vecinos de Villarreal comenzaron a sufrir en sus propias carnes las consecuencias de encontrarse en primera línea de frente. Esa noche las avanzadillas gubernamentales hicieron fuego de mortero sobre la localidad. Este fue el primero de los muchos y continuos ataques de este tipo que vendrían después y que comenzaban a destruir el casco urbano de Villarreal.
Tras la reacción de los franquistas se produjeron al menos dos ataques de la aviación republicana procedentes de Lamiaco. Fueron esos aeroplanos los que produjeron entre otros daños la muerte de una niña de 14 años, Marcelina Landa, tras impactar en el número 9 de la actual calle Goikuri.
Los bombardeos republicanos no pararon en septiembre y octubre. En ese otoño, 97 de las 177 operaciones registradas en Euskadi tuvieron lugar en el frente alavés. En la zona de Legutio, Elosu, Zestafe o el monte Albertia recibieron hasta 4 ataques aéreos en el mismo día.
Pero sin duda fue durante la Batalla de Villarreal, disputada entre el 30 de noviembre y el 24 de diciembre, cuando la villa recibió más ataques aéreos, 11, que unidos al constante machaqueo de la artillería republicana, que no dejó de disparar ni un solo día de los 25 (excepto el día 8 de diciembre), destruyeron completamente el casco urbano. El 92% quedó inhabitable y de las 14 casas de 170 que aguantaron en pie en todas había que hacer reparaciones de algún tipo. Son cifras equiparables a las de Gernika en donde el bombardeo de los aviones alemanes e italianos destruyó el 85% de los edificios. Aunque en este caso el ataque fue en un solo día y más mortífero sobre población civil.
Según el sacerdote Emilio Enciso, que escribió un libro sobre la Batalla de Villarreal, el aspecto que presentaba la localidad era el siguiente:
'Villarruinas' le han llamado gentes de buen humor y, efectivamente, la realidad responde a tal nombre. Casas derruidas se alinean a los lados de la carretera formando la calle principal y casi única. La que no ostenta en su fachada la mordedura de un cañonazo tieneel tejado hunido o los tabiques derribados. Los impactos de fusilería y ametralladora cubren materialmente las paredes aún en pie. La que fue comandancia militar es un amasijo de escombros, atravesadas sus paredes por dos certeros cañonazos: uno de los cuales hizo explotar un depósito de granadas de mano cuando en la habitación inmediata el jefe del sector bebía de pie el café, que constituía su desayuno. La casa que a esta sustituyó en albergue del mando, también está atravesada por un cañonazo.
En la iglesia los cañonazos se cebaron con delectación morbosa: rotos sus muros y hundida su bóveda, todavía levantada hacia el cielo su torre agujereada, símbolo de su santo ideal inquebrantable y del valor indomable de sus defensores. Los enemigos pretendían derribarla, la hirieron; pero se mantiene en pie, como en pie se mantuvo la guarnición de Villarreal, a pesar de las bajas que en ella causó la metralla.
Por territorios históricos, 811 operaciones se llevaron a cabo en Bizkaia, 238 en Gipuzkoa y 171 en Álava
El cementerio ofrece un aspecto dantesco. Sus cuatro paredes ostentan grandes heridas, que sus sacos terreros han pretendido cicatrizar; la capilla está completamente arruinada, las tumbas rotas, las cruces vencidas. La metralla rojo-separatista, buscando la muerte de los que aún vivían, no respetó ni a los ya muertos.
Por todas partes trincheras cavadas en la tierra, sacos terreros apilados para proteger el paso de los soldados aún por el mismo centro del pueblo, batido intensamente por las grandes brechas abiertas por todas partes y desde las montañas inmediatas.
El arquitecto provincial examinó con todo detalle el pueblo y dictaminó que de las 170 casas del casco solo 14 quedaron habitables, pero a condición de reparaciones.
Durante los días 30 de noviembre y 24 de diciembre se contabilizaron once bombardeos aéreos y ametrallamientos en vuelos bajos.
Es evidente que la suma total de los ataques no solo corresponden a la villa sino a los pueblos que configuran su término municipal como Elosu, Goiain, Urbina y Urrunaga. Tanto Ollerías como Nafarrate no son concejos sino barriadas. La iglesia de Nafarrate, fue la única iglesia que no se reconstruyó. También se sumaron los ataques a los montes de Albertia, Jarindo, Josenbaso,y Olabetxaga, situados dentro de lo que en 1936 era Villarreal de Álava, hoy Legutio.
Lo mismo ocurre con Zigoitia. En realidad, este municipio sufrió tantos bombardeos por hallarse en el mismo frente. Localidades como Eribe, los Caseríos de San Pedro, Murua, Ondategi, Cestafe, Zaitegi y Buruaga, recibieron proyectiles desde el aire porque aquí se atrincheraron los dos bandos, según cambiaba el rumbo de la batalla.
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