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El cierre de la histórica Kendal encara su fase final. El local de la famosa empresa vitoriana, ubicado en la calle Postas ha salido a ... subasta judicial en el marco del proceso concursal para liquidar la marca. Según publicó el pasado sábado el Boletín Oficial del Estado (BOE), el inmueble será objeto de pujas próximamente con un plazo de veinte días para adueñarse del local de una marca que vistió a media Vitoria durante seis décadas: desde los trajes de la Tamborrada de 1977 a los uniformes que llevó la primera promoción de la Ertzaintza pasando por trajes, moda extranjera o uniformes escolares.
El inmueble, según los datos publicados por el portal de subastas del BOE, está valorado en 1,305 millones, aunque según explican fuentes del sector, «no tiene por qué haber una puja mínima» por la histórica tienda. Con todo, la autoridad judicial probablemente busque ajustarse a los 179.000 euros que reclama como mínimo Kutxabank en calidad de acreedor de Kendal.
La tienda, con 690 metros cuadrados de superficie, echó el cierre a finales de 2022, poco después de que empleadas del histórico comercio dejasen de percibir sus nóminas. Tras el anuncio se puso a la venta el inmueble. Javier Miñón, responsable de la tienda, explica a este periódico que desde entonces ha habido «un par de acercamientos» de posibles compradores, pero no se ha conseguido concretar esta operación.
La subasta de la histórica Kendal llega en paralelo a los persianazos de Kets y Kadam. Aunque el plan inicial de los propietarios fue sacrificar el buque insignia de su grupo textil para mantener las tiendas de Olaguíbel, no ha sido posible subsistir.
Desde el 15 de febrero, los otros dos comercios familiares también dejaron de vender prendas después de iniciar en otoño un proceso para liquidar todo el stock. «Hicimos una campaña muy agresiva, vendiendo a nueve euros ropa que valía 100 ó 200. No ha quedado ni una sola prenda», añade.
Ahora los escaparates apenas muestran unas pocas piezas de mobiliario que también están a la venta. Miñón sigue despachando esas últimas ventas al otro lado del mostrador a la espera de que las sociedades de las dos tiendas terminen por disolverse. Durante estos meses, relatan que han sido muchos los clientes que le han trasladado pena por el cierre. «Ya les he dicho que a mí también me da pena, pero es que la realidad es la que es», lamenta.
¿Es cosa del comercio online? «No sólo. La gente también ha cambiado prioridades. Antes el textil era lo segundo, ahora está más abajo. Gastamos más en ocio, en los viajes y en otras cosas», asegura en conversación con este diario. Sobre el futuro del sector, apunta a que en Vitoria sobrevivirán «pequeñas tiendas», pero no grandes superficies multimarca. ¿Qué le espera a sus 52 años? «La gente me dice que seguro que tengo algo pensado, pero la realidad esta vez es que no. Tendré que ver qué hago», concluye.
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