«Hola estoy en el cole, luego hablamos»

Durante sus declaraciones en sede judicial, estos clientes siempre negaron saber que trataban con niños y adolescentes. El argumento de las defensas es que, al entrar en una web reservada para adultos, pensaban que trataban con un igual. Por cierto, un encausado cuadruplicaba en edad a su víctima.

«Este juicio es importante para que los consumidores de prostitución sepan que están vigilados por la ley, que no hay impunidad en los casos de menores. No pueden decir que desconocían que eran menores», clama José Miguel Fernández, Fote, letrado de la asociación Clara Campoamor, que ejerce la acusación popular.

En la fase de instrucción, ertzainas y el juzgado se toparon con la oposición de las víctimas. No se veían como tales. «Pensaban que les quitábamos su modo de obtener dinero para caprichos como ropa cara o móviles», dicen medios policiales.

Cuando se les quiso fotografiar –con el objeto de que en el juicio pudiera comprobarse su aspecto en la época de los hechos–, la mayoría se negó. «Hubo que solicitar formalmente un oficio judicial». En este sentido, uno de estos extutelados aparece con las manos de un agente alrededor de su cara.

Las vistas orales del proceso 22/18 se alargarán por espacio de una semana. Mañana, lunes, declararán los imputados, con el principio de acuerdo apalabrado por tres de ellos como principal novedad. El miércoles y el jueves les tocará el turno a las siete víctimas y a otros compañeros de Sansoheta. Será a puerta cerrada. Sin público ni periodistas.

Entre el viernes y el lunes 3 de octubre se repartirán los ertzainas participantes en el caso y los peritos. Cinco sesiones para que los magistrados Poncela (presidente de la sala), Cabero y García Romo determinen si hubo o no delitos.