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Álava tiene dólmenes, yacimientos de la Edad del Hierro, puentes romanos, templos medievales, cuadros del Renacimiento, documentos históricos, incunables... Son fundamentales para entender los orígenes de los alaveses y su evolución sociocultural. Pero no sólo el arte, la arquitectura o la literatura definen a una sociedad. Nada de todo eso habría llegado intacto hasta nuestros días sin engranajes, poleas, motores, fundiciones, presas para centrales eléctricas, molinos, hornos, aljibes y hasta su pizca de sal. Salvar de la ruina, la demolición o una remodelación que no desfigure el poco paisaje industrial que sobrevive a la sociedad 5.0 es uno de los retos de la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública, una entidad que cumple 40 años. «Somos pioneros en la defensa de los restos materiales e inmateriales del pasado industrial», sostiene su presidente, Javier Puertas.
Esos testigos de las etapas del progreso fabril, dice, deben ser investigados y protegidos «como se hace con otros bienes culturales monumentales». De momento, el Gobierno vasco ha concedido la calificación de bien cultural o conjunto monumental a nueve espacios industriales en Álava.Sus propietarios deben por tanto protegerlos y conservarlos. Son las eras que los romanos montaron en el Valle Salado, el paisaje del viñedo, la gasolinera Goya, el depósito de aguas, la azucarera, el horno de Ollerías (Legutio), el de calcinación de Iruña de Oca, la presa de madera de Villanueva de Valdegovía y el ferrocarril Vasco Navarro.
Pero la lista de espacios sin los que no se explica el desarrollo del territorio y que conservan aún esas maquinarias y estructuras que los hicieron clave es más extensa, explica Puertas. Convencido de que pronto ingresará en el selecto club la mina Lucía de Atauri, donde a partir de mayo los visitantes podrán ver en vivo las lágrimas de asfalto que aún brotan de sus entrañas, cree que es prioritario evitar el deteriorio del que fue uno de los primeros altos hornos de carbón vegetal de Euskadi: la fundición Ajuria y Urigoitia de Araia (en Asparrena). Está enclavada en uno de los paisajes más hermosos del norte, en la puerta de entrada al parque natural Aitzgorri-Aratz.
El Ayuntamiento de Asparrena lleva desde 2012 intentando que el Gobierno vasco otorgue el sello de patrimonio industrial a esa imponente estructura de hierro o a la chimenea que aún queda en pie. Problemas con los propietarios de la vieja fundición–un grupo kuwaití–obstaculizan la labor del pueblo por poner en valor todo ese bosque industrial que reúne presas, carboneras y naves que estuvieron en funcionamientos 137 años y a la que sentimentalmente están unidas muchas familias de la zona. Sus dueños, los Ajuria, vivían en el palacete que hoy es residencia oficial del lehendakari.
La antigua fábrica es uno de los tres puntos de interés de Álava que aparecen en la guía de turismo industrial de Euskadi, en la que adquieren más protagonismo Bizkaia y Gipuzkoa. Junto a Ajuria, la agencia vasca Basquetour, destaca el Valle Salado y el Museo de Naipes del Bibat donde se explican cómo se hacen las barajas que han puesto a Vitoria en el mapa mundi de los juegos de mesa.
Puertas es uno de los especia- listas en patrimonio industrial que ha asesorado al Gobierno vasco a la hora de elaborar esta guía dirigida a un tipo de turista de nivel cultural medio-alto interesado en los procesos de fabricación. «Buscan experiencias fuera del turismo tradicional y de masas, quiere conocer la historia de Euskadi», detalla.
Pero más allá de ver antiguas instalaciones en desuso, el presidente de la asociación patrimonialista habla del auge en Europa de las visitas a fábricas emblemáticas aún en funcionamiento y cree en este sentido que en Álava existe un gran potencial.
Así como en Francia abren sus puerta Airbus o las fábricas de perfumes, en el Reino Unido lo hace Rolls Royce, en Portugal las conserveras más antiguas, Bégioca abre sus minas y Cataluña sus fábricas textiles, Javier Puertas invita a la decana LEA, a Mercedes, Michelin o Gamesa a organizar tours al interior de sus procesos de producción. También le parecen fascinantes las compuertas de los embalses del Zadorra. «Se hicieron para llevar agua a los Altos Hornos de Vizcaya, han sido importantísimos en la historia de la industrialización de Euskadi». Suma a la lista la licorería de Atxa de Amurrio, una de las más antiguas de Euskadi. «Además de distribuir los flujos turísticos, este tipo de iniciativas explican lo que ha sido el ADN de Euskadi, su pasado industrial», sentencia.
Estos son algunos de los edificios o infraestructuras que han sido declarados bien cultural en Álava y otros que están en ello
«El entorno de la fundición Ajuria y Urigoitia en Araia es uno de los paisajes industriales más bellos del País Vasco: presas, bosques, carboneras, naves...» Así presenta la guía de turismo industrial del País Vasco a la que fue desde 1848 y hasta 1985 una de las primeras siderurgias vascas y la primera que instaló un horno eléctrico de inducción en todo el Estado. Allí se producía el acero y se transformaba en herramientas y piezas, hasta el punto de que los arados modelo Araia fueron conocidos internacionalmente. Ahora, en la puerta de entrada al parque natural del Aratz, quedan como testigos de aquella fábrica que dio empleo a cientos de familias su imponente esqueleto de hierro y la chimenea pero también los canales, la carbonera. el cable con el que bajaban piedras de las canteras...
La alcaldesa de Asparrena, Txelo Auzmendi, explica los desvelos del pueblo por lograr que la vieja fundición, fundada por la familia que construyó y vivió en el palacio de Ajuria Enea, reciba el tratamiento monumental que merece. El expediente para lograr que el complejo forme parte del catálogo de patrimonio industrial está en manos del Gobierno vasco «desde 2012», explica. «El problema según ellos es que la antigua fábrica tiene un dueño en Kuwait», lamenta.
Cuando en los años 80 la siderurgia entró en crisis, relata, la compró un grupo del país árabe que curiosamente la inscribió como «planta embotelladora». Indemnizó a los trabajadores, vendió la maquinaria y desde entonces se ha desentendido.
«Ha habido un expolio terrible en estos años», explica la regidora de EH Bildu. El Ayuntamiento ha limpiado el interior y ha realizado otras labores de refuerzo para evitar peligros que deberá girar a los kuwaitíes –la factura se eleva a más de 130.000 euros– y estos de momento lo único que hacen es pedir una cantidad por las ruinas «inasumible» para el Consistorio. Además ha logrado financiación de Ihobe para quitar el fibrocemento. Asparrena trabaja en el exterior – «hay un paseo precioso»– y tiene intención de señalizar un recorrido por los canales, la cantera, las carboneras y las naves.
Desde 1885: Su interior es una joya de la ingeniería, una gran sala de más de 10 metros de altura caracterizada por sus amplios arcos sobre pilares. Declarado monumento en 1998 : ahora es un espacio cultural emblemático del Casco Viejo de Vitoria.
De 1904 a 1966: Estética de las factorías del Reino Unido. El edificio, de F. Íñiguez de Betolaza, es uno de los mejores ejemplos de patrimonio industrial. Bien cultural desde 2000: Mikel Garbizu reformó el pabellón principal. Hoy es sede de empresas tecnológicas de Vitoria.
Desde 1884 a 1967 el 'trenico' recorrió a diario los 140 kilómetros que separan Vitoria de Estella. Se conservan estaciones y túneles. La mayor parte del trazado original es una vía verde .Conjunto monumental: Tendrá protección especial en breve.
1932: José Luis López de Uralde y Francisco Alonso Martos. Uno de los edificios más emblemáticos del movimiento moderno.Bien cultural desde 1994: Uno de las primeras construcciones en las que se empleó el hormigón armado.
Ollería de 1711: Los alfares del País Vasco se concentraron en la franja septentrional de Álava y en las cercanías del monte Aizkorri.Monumento desde 1994: Alberga el Museo de Alfarerúia Vasco. (Foto de Santi Yániz).
Siglo XVIII: Es el único ejemplar de dique construido con piedra y madera que todavía aguanta en pie en Euskadi. Es monumento desde 2010. Tuvo que ser restaurada en 2016 tras los estragos de una riada.
Desde los romanos: El agua salada es transportada por medio de canales de madera o royos hasta las eras, las plataformas de madera donde se obtiene la sal. Conjunto monumental desde 1984. Este paisaje industrial muestra el trabajo de generaciones que hicieron de la sal su forma de vida.
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Jon Garay y Josemi Benítez (Gráficos)
Óscar Beltrán de Otálora e Isabel Toledo
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