Okupas
Josefina recupera su casa okupada en Vitoria tras años de lucha judicial: «Se han llevado hasta los tenedores»Esta vecina de Zaramaga de 71 años vuelve a su casa tras lograr que la justicia eche a la okupa que entró como inquilina y lo realquiló. La dueña legal durmió meses en el camarote
Josefina era un manojo de emociones. En la mañana de este miércoles concluyeron más de tres años de sinsabores, después de que la mujer a ... la que alquiló una habitación le cambiara la cerradura de su hogar durante un viaje a Colombia. A la vuelta se vio obligada a dormir en el camarote, descubrió cómo su piso que aún paga era realquilado a un rosario de desconocidos, hasta le dieron de baja del padrón municipal mientras el número de inscritos alcanzó doce personas a las que jamás había visto.
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Pasadas las 12.30 horas, y acompañada por personal de Juzgado de Primera Instancia número 2 y de policías locales, esta vecina de Zaramaga de 71 años por fin volvió a acceder a su vivienda «habitual». Lo hizo entre lloros y abrazada a los suyos. Por fin acababa una pesadilla difícil de entender, porque en esta singladura hasta tuvo que habituarse a los insultos y amenazas continuos de esta okupa, ya condenada penalmente por robarle y revender una de sus joyas.
A media tarde, y algo más entera, Josefina comentó a EL CORREO que «estoy contenta porque tengo mi casa, pero me robó todo. Vajilla, cristalería, toda la cubertería, no me dejó ni un tenedor para comer. Hasta un colchón se ha llevado». Venía de la comisaría de la Ertzaintza, «donde me han dicho que espere a que pasen dos días y que apunte bien lo que falta. Sólo hemos mirado por encima. Lo bueno es que el día que me marché hice un vídeo y podremos cotejar qué falta exactamente».
De quien no había ni rastro era de Jamila, la mujer nacida en 1978 a la que alquiló una habitación «el 21 junio de 2021 por 250 euros mensuales». Se apoderó de todo el inmueble cuando Josefina cruzó el Atlántico y le pidió que se buscara otra ubicación porque pretendía alquilar el piso entero. Antes de que la dueña original regresara a la capital alavesa, esta inquilina cambió las cerraduras y subarrendó las habitaciones libres a terceras personas. A partir de ahí, cada encuentro entre la propietaria legal y su okupa degeneraba en un sinfín de «insultos» y «amenazas» por parte de la segunda.
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«Sientes mucha impotencia porque mi clienta ha tenido que malvivir en un camarote»
Julieth González
Abogada de la víctima
«Han sido los peores años de mi vida. Creo que este daño me va a quedar toda la vida». Debido a sus limitados recursos tuvo que dormir en el camarote. «Todo el día ahí y cuando salía a la calle a tirar el pis, que lo hacía en el cubo de la fregona, ella me hacía burla desde la ventana y otros durmiendo en mi cama, terrible», evocó entre lágrimas.
En referencia a la responsable de su pesadilla, Josefina aseguró que «no tengo ni idea de dónde anda. Su marido trabaja en Francia, pero de vez en cuando viene aquí para dejarse ver y hacer como que vive aquí». Para entender mejor el tormento de esta septuagenaria hay que darle voz. Según sus datos, su okupa «cobra ayudas sociales que le han supuesto hasta 1.700 euros mensuales». Aparte de que «se ha lucrado alquilando las habitaciones» y «empadronando a otras personas». Los censos ilegales en la ciudad pueden suponer hasta 150 euros al mes.
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Julieth González es la abogada que ha asesorado a Josefina en este viaje. También era todo satisfacción. «No he podido acercarme al lanzamiento porque estoy de guardia, pero me siento muy satisfecha por mi cliente», alumbró. «Sientes impotencia porque la otra persona se ha valido de la justicia gratuita para recurrir cada paso que dábamos, retrasando cualquier solución. Aun así se ha demostrado que, aunque la justicia sea lenta, ha funcionado».
Su lucha no ha sido un camino de rosas, precisamente. En septiembre del año pasado, el Juzgado de lo Penal número 2 de Vitoria condenó a Jamila por el robo de una joya de la casa de Josefina. La vendió primero en una tienda de segunda mano en Coronación, para recomprarla a los pocos días y volver a colocarla «en Marruecos», según la sentencia a la que ha tenido acceso EL CORREO. El fallo consistió en un año de prisión por «un delito de estafa impropia» y 960 euros de multa por «apropiación indebida». Hubo recurso de apelación por parte de la letrada de la responsable de esta sustracción.
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Se desconoce aún el número exacto de personas que pasaron por este domicilio, ubicado muy cerca del centro comercial El Boulevard. Este miércoles, Josefina apenas estuvo unos minutos dentro entre que acudió a la Ertzaintza y acometió otras gestiones. Entre ellas, intentar recuperar su plaza en el padrón, del que fue expulsada el pasado 23 de noviembre de 2023.
Su pareja, Christian, expresó que «lo mejor es que la pesadilla ha acabado». A su vez matizó con tono emocionado que «lo que nos ha pasado no se lo deseo a nadie». Hoy, tras hacer noche en el apartamento social del Casco Viejo donde fue reubicada los últimos meses, Josefina ya entrará a vivir por fin en su casa.
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Hasta doce desconocidos empadronados en su domicilio
La investigación emprendida por Josefina y su letrada descubrió que, al menos, doce personas alejadas de su entorno están o estuvieron empadronadas en su vivienda, aparte de la okupa desalojada. Se trata de personas desconocidas para esta septuagenaria y que presuntamente pagaron alguna cantidad a Jamila por residir en ese piso o dar la sensación de hacerlo. Por increíble que parezca, la propia Josefina fue eliminada del censo municipal el 23 de noviembre de 2023. Se supone que tras dar parte la propia Jamila. Y al menos hasta este miércoles a la tarde, esta mujer todavía figuraba «como residente oficial» en esa ubicación, deslizan medios internos del Ayuntamiento de Vitoria.
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