Iruña de Oca sustituye el cable de cobre por aluminio para minimizar los robos
El Consistorio ha pagado en el último año 220.000 euros para restañar los hurtos cometidos en el campo de fútbol y en el polígono de Subillabide
El robo de cable de cobre se ha convertido en un quebradero de cabeza para muchos ayuntamientos. También es el caso de Iruña de Oca, ... que en 2023 ha tenido que pagar más de 220.000 euros para reponer los daños ocasionados por los cacos. «En el campo de fútbol se llevaron el cable y nos costó más de 140.000 euros reponerlo», explicó ayer el alcalde, Michel Montes. En los últimos días del año pasado, la situación se volvió a repetir en el polígono Subillade. Una calle de más de un kilómetro se ha quedado sin luz eléctrica. El coste de la reparación asciende a otros 80.000 euros.
«Es un problema que vamos a intentar atajar sustituyendo el cable de cobre por otro de aluminio donde sea posible», explicó Montes. Pero no siempre se puede. El aluminio es peor conductor de la electricidad y para llevar la misma potencia necesita más sección. «Hace falta que las tuberías sean más gruesas y que los lugares a los que se suministre la electricidad toleren esa potencia». En todo caso, la sustitución del alumbrado por luces led amplía las posibilidades del aluminio a la hora de sustituir al cobre. «También es más barato en el mercado negro y lo necesitan en menos lugares, como fundiciones, así que no les resulta rentable», confía Montes.
De hecho, el Ayuntamiento de Iruña de Oca espera el informe de Álava Agencia de Desarrollo que está analizando la posibilidad de sustituir el cable robado por otro de aluminio en el polígono. Aunque el hurto se denunció en la comisaría de la Ertzaintza y los seguros cubren parte del coste, no alcanzan nunca el total. La Policía autonómica, por su parte, no ha localizado a los autores, aunque sigue investigando. «Lo más habitual es que se lleven la 'toma de tierra' y de eso en los ayuntamientos no nos damos cuenta hasta que tenemos que hacer una reparación porque esos son cables que no llevan corriente de forma habitual», añade el regidor.
Mayor vigilancia
Los robos tienen una mecánica sencilla. «Un día bajan el automático del cuadro y si nadie va a revisarlo, entienden que no tiene vigilancia. Por eso, al día siguiente cortan los cables y el tercero se los llevan. Enganchan el cable al gancho de una furgoneta, tiran de él y se van con lo que salga», explica Montes.
Este modo de actuar ha obligado a municipios como Iruña de Oca a adoptar medidas de vigilancia como colocar cámaras, llenar las arquetas de arena o soldarlas. «Pero no siempre funcionan». El descaro ha llegado a tal punto que «nos han robado el cobre a plena luz del día. Se ponen chalecos reflectantes y abren las arquetas como si fueran operarios que están haciendo una obra. La gente no piensa que están robando, sino que están arreglando algo», señala.
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