Las indulgencias y las vacunas
Cuando éramos chicos había unas huchas con forma de cabeza de niños en las clases para que cada uno echara lo que pudiese con destino ... a los niños pobres del mundo. Una de ellas era la imagen de un 'negrito' y a mí me gustaba más echarle a esa que a la del chino, que también era preciosa. Mi tía Pilar tenía una increíble. Era de metal -las otras eran de cerámica- también con figura de 'negrito', pero lo que la hacía única es que tenía un brazo articulado. Se le ponía la peseta en la mano, se movía y, al hacerlo, se abría boca y se tragaba la moneda. Como lo leen.
Los niños buenos íbamos a misa más veces que el domingo, que era obligatorio. Por hacerlo ganábamos indulgencias plenarias. Lo que significaba que de morirnos íbamos derechos al cielo. Era muy sencillo acumular indulgencias por el método de ir a misa los viernes, asistir a los oficios y comulgar a menudo. Teníamos muchas cuando sólo nos hacía falta una. Entonces, lo que hacíamos era derivarlas a los 'negritos'. Como se morían muchos, nosotros nos encargábamos de que lo hicieran con una de nuestras indulgencias y en lugar de ir al limbo fueran directamente al cielo. Yo qué sé la cantidad de 'negritos' que logré mandar al cielo por este método.
Se habla de que mientras en nuestro mundo empiezan a sobrar vacunas en los otros, donde sigue habiendo muchos 'negritos' y otros grupos igual de desfavorecidos, faltan muchas y que, por esa razón, además de por las de siempre, el hambre, las guerras u otras enfermedades, los niños se mueren a causa del covid porque no les llegan las vacunas.
Por Seur o Amazon
Recordando lo que he dicho antes, se me ha ocurrido que en lugar de indulgencias, podemos enviarles vacunas. Con que cada uno enviemos una, España nada más podía mandar cantidad de millones. Y digo una por decir porque lo mismo que las indulgencias el que tuviera varias vacunas podría mandarlas todas. ¿Cómo hacerlo? Yo lo haría por Seur o por Amazon, pero si no es posible técnicamente se puede utilizar también el método de la hucha con cabeza de 'negrito'.
El Gobierno de España, o los gobiernos de las comunidades, si buscamos la facilidad de la proximidad, pone huchas. Yo ya no pondría las antiguas por razones obvias. Cada uno echa-ingresa el dinero para comprar una vacuna, o las que quiera. Lo mismo que con las indulgencias, al que paga la indulgencia-vacuna se le extiende un certificado de su gesto que le puede servir bien en la tierra para desgravárselo de la declaración o en el cielo, como billete directo de entrada. Propongo que las huchas vayan provistas de un sensor que, recordando la hucha móvil de mi tía, haga sonar la canción, 'El brujito de Gulubú'. Ya saben: «todas brujerías del brujito de Gulubú se curaron con la vacu, con la vacuna, luna, luna, lú».
Faltan vacunas en muchos países ¿Qué podemos hacer nosotros? Pedir que no existan patentes ni regalías
He escrito así porque no tengo ganas de repetir lo que todos sabemos. Que lo que hacíamos de niños era «falsa caridad cristiana», porque lo que ahuchábamos en las cabecitas de los 'negritos' no era ningún tipo de solución para el problema del hambre en África y que lo de las indulgencias pues, bueno, era lo que era. Nunca caí en la trampa de pontificar que la Iglesia podría arreglar el hambre, no de África, del mundo entero si vendiera lo que tiene para dárselo a los pobres como indicó el Maestro. Me emocioné con la película 'Las sandalias del pescador' cuando da la impresión de que, efectivamente, el Papa lo va a vender todo, pero sabiendo que no era eso.
Lo mismo me pasó cuando los de Anesvad me pidieron dinero para construir una escalera de cemento en la leprosería que tenían los jesuitas en la isla de Culión. Les estuve dando durante años. ¡Madre mía lo que puede costar hacer una escalera en Filipinas! No era mucho. Tipo hucha del 'negrito'. Lo hice sabiendo que los jesuitas podían pagar esa escalera y otra que casi pudiera subir hasta el cielo, si querían, pero siendo capaz de entender que mi aportación, como mi peseta de niño o mi reparto de indulgencias, eran símbolos, meramente símbolos.
Resultado terrible
Lo que ocurre es que, pasar de la vacuna de Gulubú, de la escalera de Culión a la hiperrealidad es muy cansino. Vamos a ver. Todos sabemos que lo de las vacunas es un negocio. No digo que ni peor ni mejor que otros. Hay inversiones que hay que rentabilizar. Hay miles de puestos de trabajo que, el que lo tiene, debe de intentar mantener a favor suyo y de su familia, a pensar de que él/ella sabe mejor que nadie que... Esto es así pero... El resultado es terrible. Mientras nos vacunamos y nos permitimos el lujo de no violentar por la ley la voluntad/libertad de quienes se nieguen, mientras, a lo mejor, estamos empezando a generar stock de vacunas que se van acabar pudriendo en los mismos almacenes en los que se pudren alimentos que no usamos, los 'negritos', permítanme la sonrisa, se van a morir de hambre pero también de covid. Con el agravante de saber que no hay otra solución para esta pandemia que no sea la de la vacunación total, universal, también la de los 'negritos'.
Y, ¿qué podemos hacer nosotros? ¿Mandar cada cual una o dos vacunas?... La solución es más sencilla aún. Sacar la medicina y la biología del mercado. Que sean las sociedades, a través de sus estados, los que corran con los gastos de modo que no existan patentes ni regalías en el asunto. Gratuidad absoluta y extensible a todas las personas que necesiten los productos de salud vivan donde vivan. Lo demás, cuentos para niños. ¿Se acuerdan de lo del termómetro que subía según íbamos poniendo perras para el Domund?
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