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Olentzero saluda a los niños de Vitoria durante su último desfile. Blanca Castillo
Iñaki Lasa, una vida al servicio de la ilusión

Iñaki Lasa, una vida al servicio de la ilusión

Alavés de diciembre ·

EL CORREO reconoce la labor del Olentzero que ha hecho soñar a los niños de Vitoria durante los últimos 26 años

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Martes, 2 de enero 2018, 08:18

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Arranca gritos de admiración, reparte caramelos y regalos y hace felices a los niños donde quiera que vaya. Iñaki Lasa (Matxinbenta, 1952) ha contribuido a mejorar la Navidad de los niños vitorianos durante el último cuarto de siglo sacrificando su propio tiempo familiar con la mejor de las sonrisas. Durante las próximas fiestas disfrutará del espectáculo desde la barrera en compañía de sus nietas, pero no hay duda alguna de que Vitoria seguirá recordando las miles de cartas escritas y regalos pedidos en su regazo.

Lo primero que hizo tras la última cabalgata fue afeitarse la barba. «Pensaba reencontrarme con mi aspecto inocente de cuando tenía 17 años, pero los años pasan para todos», se resigna. «Ya no me parezco tanto a Olentzero, ¿seguro que podéis darme el premio así?», pregunta al saber que EL CORREO ha decidido reconocerle como ‘Alavés del Mes’. A Iñaki Lasa le ha llegado el momento de vivir la Navidad desde otro punto de vista, pero lo cierto es que, más que disfrazarse de Olentzero en Nochebuena, admite que lo que hace es camuflarse el resto del año.

Recuerda con modestia que él no fue el primer carbonero en desfilar para los niños de Vitoria. Otros lo hicieron poco antes de 1991, pero desde que el bertsolari Andoni Egaña lo propusiera como repartidor de regalos no ha tenido ningún competidor. No obstante, la dedicación de Lasa al cuidado de los niños va mucho más allá del solsticio de invierno. El querido ‘maisu’ ha sido profesor de música y otras asignaturas relacionadas con las artes durante 34 años, lo que le ha permitido conocer a varias generaciones de niños alaveses al tiempo que escondía su secreto.

Lasa recuerda con modestia que él nofue el primer carbonero en desfilar para los ‘txikis’ de la ciudad

Su cariño y sutileza le permiten ilusionar a los ‘txikis’ que visitan la nueva cabaña de Olentzero y Mari Domingi en los días previos a Navidad con la misma discreción que logró que sus hijos y nietos no descubrieran su verdadera dedicación. El supuesto ayudante de este personaje pagano «noelizado con el paso de los años» es, además, un gran conocedor de las tradiciones navideñas que se celebran alrededor del mundo; ya ha hecho gala de ello en conferencias como la que cerró el último ciclo de los Celedones de Oro. «Basta con que me ponga unas gafas para venir del Polo Norte en reno, la imagen de Olentzero cada vez se parece más a la anglosajona», valora guardando los anteojos en la funda.

Los comienzos no fueron del todo sencillos. Los modestos desfiles convivieron con quienes consideraban que esta tradición rural no era compatible con los Reyes Magos. «Llegué a ver pintadas de ‘fuera Olentzero’ en Vitoria, pero nadie me trató mal, no he recibido más que cariño y respeto», aclara el vecino de Durana.

Cartas personales

Al igual que su personaje, Lasa vivió durante unos años en el caserío familiar antes de estudiar con los franciscanos de Aranzazu y reorientar su carrera al Magisterio. Consciente de que hay quien escribe la carta de rigor pero cree que nunca llegará a su destinatario, Lasa confiesa que cada año lee todas las que puede. «Algunos niños pegan el juguete que quieren y no se molestan ni en saludar, pero otros piden cosas que nada tienen que ver con el ocio y están relacionadas con su situación familiar», revela el alavés más cercano al místico carbonero.

Su bondad le ha hecho estar a punto de coger la pluma para responder a algunas de las cartas que le dirigen adultos que necesitan una Navidad con salud o sin dificultades económicas en varias ocasiones. Pero donde otros han visto una oportunidad de negocio escribiendo cartas a medida, Iñaki Lasa vio la necesidad de preservar la magia por encima de todo. «Les haría mucha ilusión recibir una respuesta, pero se rompería el hechizo».

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