Un chute de hierro para el mar y sin afección en el Valle Salado
La calima ha caído sobre las eras de Salinas de Añana en fase de mantenimiento. Si hubiera llegado en plena producción hubiera sido un desastre
Tal vez la estampa más espectacular que ha dejado la calima en Álava sea la del Valle Salado bañado de tonos naranjas y marrones. Y, ... por suerte, se ha quedado en eso, en una curiosa postal, ya que las eras no acumulan sal en esta época del año. «Ahora estamos en labores de mantenimiento, en la preparación de cara al verano, y por eso no ha afectado. Pero si nos hubiera cogido en temporada de producción...», comentan desde la fundación que gestiona este rincón de Salinas de Añana, conscientes de la labor imposible de separar su producto del finísimo polvo procedente del norte de África. «La cantidad es tremenda», reconocen sobre el paisaje que en un par de días esperan tener limpio.
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José Antonio Aranda, responsable de meteorología de Euskalmet, aclara que la calima no suele afectar al suelo de cultivo cuando «es rico», como ocurre con el campo alavés. «Tiene prácticamente de todo y este polvo mal no le viene pero tampoco tiene un beneficio», reconoce. El experto, sin embargo, destaca el positivo impacto de estas minúsculas partículas que vuelan desde el Sahara cuando llegan al mar, y en esta ocasión han empapado hasta al Cantábrico. «Lo enriquecen con hierro y lo aprovecha la vida marina, como las algas y los animales que se alimentan de ellas», comparte.
No obstante, el responsable de meteorología de Euskalmet pone el foco en el origen de este fenómeno que ha barrido la Península. «Es riqueza para otros sitios, pero la erosión que se produce en el Sahara empobrece su suelo», admite.
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