Las huellas de Wayne Shorter en Vitoria
El saxofonista, uno de los mayores jazzmen y compositores del género, tuvo significativos vínculos con la capital alavesa, como la grabación en directo de 'Footprints'
En la historia del jazz hay una serie de figuras indiscutibles. Sin ellas, no existiría esta música. Y junto a pioneros como Charlie Parker o ... Dizzy Gillespie, colosos como John Coltrane o Miles Davis o solistas como Billie Holiday o Ella Fitzgerald hay un nombre ineludible. Wayne Shorter no sólo es uno de los más grandes e inquietos músicos del género, sino un prolífico compositor y arreglista de talla inconmensurable. Su fallecimiento a los 89 años deja a la música huérfana de uno de sus padres más destacados, un artista que impulsó sucesivas revoluciones en el jazz y que dejó al mundo y, en concreto, desde Vitoria, unas huellas imborrables.
Por ejemplo, grabó en Mendizorroza la mayor parte del disco 'Footprints', su primer álbum en directo como solista, que llegó a estar nominado al Grammy. Era la primera grabación realizada en España que optaba a uno de estos galardones fuera de la categoría 'Latino', lo que supuso una notable proyección del Festival de Jazz de Vitoria a nivel internacional.
Era una prueba más de la inquietud creativa de Shorter, que en 2001 podría haber estado ya de vuelta de todo. Nacido en New Jersey en 1933, su trayectoria le llevó por algunos momentos claves de la historia del jazz. Fue director musical de los Jazz Messengers de Art Blakey y, para muchos, el alma de la banda de Miles Davis en la segunda mitad de los años 60. Luego, durante quince años encabezó con Joe Zawinul la gran apuesta por el jazz rock de Weather Report, que marcó a toda una generación de aficionados y músicos. Luego llegó una interesante carrera como solista y descubridor de nuevos talentos (femeninos, sobre todo) en un viaje sonoro que desembocó en Mendizorroza junto al pianista Danilo Pérez, el bajo John Patitucci y el baterista Brian Blade.
Lejos de acomodarse y vivir de glorias pasadas, Shorter y sus compañeros generaron un jazz de gran altura sobre la tarima del polideportivo alavés. «Creo que son músicos que aprecian el camino de la aventura, la aventura de la vida», explicaba en vísperas de la actuación. También recordaba que «Miles me preguntó en una ocasión, con mucha intensidad, si alguna vez tocaba mi instrumento como si no supiera hacerlo. Y en eso es en lo que he estado pensando. Esa es la relación: tocar como si no supieras, para celebrar toda la vida en su eternidad. Y escribir música, componer, de esa misma manera, sin ser demasiado 'correcto' en armonía o ritmo», con el fin de «ir directamente a la esencia del ser humano, eterno».
DISCOGRAFÍA SELECTA
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Wayne Shorter. Newark (New Jersey), 1933. Saxos tenor y soprano.
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Discos en solitario. 'Footprints', '1 + 1'(con Herbie Hancock), 'High Life', 'Phantom Navigator', 'Native Dancer', 'Speak No Evil', 'Night Dreamer', 'Juju'.
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Con Weather Report. 'Weather Report', 'I Sing The Body Electric','Mr. Gone', 'Black Market', '8:30'.
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Con Miles Davis. 'Filles De Kilimanjaro', 'Sorcerer', 'Nefertiti', 'ESP', 'Bitches Brew'.
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Con Art Blakey. 'Art Blakey And The Jazz Messengers', 'Night In Tunisia'.
Quien fuera del circuito jazz colaboró con estrellas como Joni Mitchell o en el tema 'How Can I Stop' de los Rolling Stones que cantaba Keith Richards basaba en ciertas visiones budistas una vida que –como en su carrera artística– tuvo muchos giros. Uno de ellos fue especialmente terrible, allá por 1996. El 16 de julio, en una entrevista con EL CORREO, hablaba de su pasión por el cine clásico, defendía el compromiso con la música y atacaba al 'búnker' purista del Lincoln Center y Wynton Marsalis. Presentaba su álbum 'High Life', producido por Marcus Miller, y hablaba de romper reglas, de grabar un álbum romántico y del reencuentro con su querida esposa Ana María, que iba a producirse en París unos días más tarde.
Pero la fatalidad quiso que ella subiera al vuelo 800 de TWA. Al poco de despegar de Nueva York, en la madrugada del 18, hora española, el avión estalló. Dos bolas de fuego cayeron al Atlántico, en un siniestro en el que perdieron la vida 228 personas. En Vitoria, tanto Iñaki Añúa como el guitarrista Pat Metheny y el resto de participantes en la prueba de sonido estaban devastados.
Shorter logró superar lo peor. Y cinco años más tarde, cuando el jazz de Vitoria cumplía 25, explicaba que «tengo una necesidad incluso mayor de hacer música con menos, menos y menos conocimientos. Dejando de lado la ciencia del sonido, la ciencia de mi instrumento y la ejecución de cualquier instrumento. Trato de ser un intérprete personal, que ejecute sin demasiado virtuosismo. Todo eso lo tiro por la ventana».
¿Por qué motivo? «Ahora busco la celebración eterna, porque creo que así puedo conversar con la gente que ha fallecido, como mi esposa, mi madre o mi padre. Todos vamos a estar juntos de nuevo, por la eternidad. Así que ya no puedo estudiar más música, porque estoy muy ocupado celebrando esto, ja, ja, ja».
Y en 2011 regresaría para festejar al gran Miles Davis, junto a Herbie Hancock y Marcus Miller, con profundidad y un alto nivel de intercambio de ideas musicales. Ahora no sólo ha dejado tras de sí toda aquella música. Danilo Pérez ha señalado que «todas las experiencias con mis mentores y sobre todo con Wayne (Shorter) me han hecho comprometerme con una misión que va mucho más allá de la satisfacción de preparar algo y que le guste al público y lo aplauda. Para nosotros es más importante la experiencia terapéutica que la música brinda, para hacer preguntas, crear respuestas, y que la gente se quede con algunas cuestiones y con una satisfacción de sentirse parte de algo que ha pasado».
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