El hombre que amenazó con una catana a su novia en Vitoria no podrá acercarse a ella en 8 años
Condenado por el Juzgado de lo Penal 2 ·
La víctima jamás denunció, pero dio la valoración de riesgo más alta en la historia de la Policía Local; 47 de 48 puntos. Su agresor se expone ahora a ser expulsado a su paísHa sido el caso más enrevesado de violencia machista gestionado por la Policía Local de Vitoria. La víctima jamás ha querido denunciar pese a ... obtener la valoración de riesgo más alta en la historia de este cuerpo: 47 de 48 puntos. «Miedo», «vergüenza» o «anulación» son algunas de las razones esgrimidas por su entorno –que sí dio la voz de alarma– y por los agentes especializados encargados de ayudar a esta alavesa de mediana edad. Ayer lunes, la Justicia compensó sus esfuerzos al condenar al que fuera su novio durante un año, tiempo en el que la amedrentó, pegó, amenazó con una catana, acusó de «ser una puta e irse con otros». Una noche de furia, él la telefoneó «159 veces en tres horas».
Según ha sabido este periódico, el Juzgado de lo Penal número 2 de Vitoria barnizó ayer de veracidad ese infierno personal, que se prolongó entre agosto de 2020 y julio de 2021. Castiga a este hombre –una especie de gurú personal y también vendedor ambulante– a un global de tres años –que no implicarán su ingreso penitenciario– y le impone siete años y diez meses de alejamiento de su víctima. Al ser originario de India, deslizan fuentes judiciales, «se expone a la expulsión a su país». En este sentido, efectivos de la Policía Nacional le cogieron los datos personales al término de la vista oral, desarrollada el 14 de junio.
En aquel acto, este hombre negó la relación sentimental. Incluso se presentó como el perjudicado en el asunto. Testificó que, nada más conocer a esta mujer, le dejó varios kilos de ropa para vender y sacarse una ganancia. «No me ha devuelto el dinero», soltó en el estrado.
Una noche, el condenado llamó 159 veces en tres horas a esta mujer, a la que acusó de estar «con otros»
Sin embargo, la sentencia del magistrado Roberto Ramos, conocido por ser el instructor del 'caso De Miguel', saca los colores al procesado. «Aunque el acusado lo niegue, la testificial de la víctima resulta concluyente a la hora de determinar que eran pareja». A lo largo de 53 páginas enumera un sinfín de evidencias. Por ejemplo, la declaración de la víctima, quien habló protegida por un biombo «llorando y totalmente afectada». Acababa de salir de un divorcio complicado cuando se conocieron.
Desgranó como su agresor marcó su día a día. En una ocasión, él le acusó de «estar con otros hombres» al descubrirle unos simples moratones. Desde entonces, un calvario. Amenazas constantes, bofetones y un acoso telefónico constante. Una noche, según contó ella en el juicio, «me arrastró por su casa, me puso una catana en la cabeza y pensé que me mataba». Otro día le esgrimió unas tijeras y le cortó partes de la ropa y mechones de pelo.
El valor de su hermana coraje
El fallo tiene muy cuenta asimismo las palabras de la hermana de la víctima, su sostén anímico y quien decidió acudir a la comisaría de Aguirrelanda pese a la tajante negativa de la perjudicada. A día de hoy, esta víctima continúa muy afectada por aquellos episodios. «Sigue mal, desde el principio ha sido reacia a ir al psicólogo ya que está muy avergonzada con lo sucedido y no quiere contarlo, todo ello por su forma de ser tan puritana», estimó esta pariente coraje en su declaración.
Un informe médico emitido por facultativos del hospital Txagorritxu corroboró la existencia de lesiones compatibles con una agresión, sufridas «dos o tres días antes» de la revisión. La sentencia califica esa valoración como «fundamental».
Los agentes locales a cargo del caso describieron a una mujer «abducida, temblorosa, llorosa, con miedo, anulada». En este punto, la resolución tira de las orejas a este cuerpo, al Juzgado de Violencia sobre la Mujer y a las acusaciones por no haber sido más minuciosos en la investigación y haber presentado más pruebas que, a su entender, hubieran supuesto un aumento de la petición de penas de cárcel. Contra esta sentencia cabe recurso a la Audiencia Provincial de Álava.
«La punta del iceberg» con otros casos que no habrían salido a la luz
La letrada de la acusación particular, Cecilia Piris, ya subrayó en el juicio, celebrado hace ahora quince días, que el caso de esta vitoriana no habría sido el único. «Estamos ante la punta del iceberg», manifestó. Tanto esta abogada especializada en violencia machista como miembros de la Guardia urbana están convencidos de que habría «más víctimas» de este ya maltratador oficial gracias a su condena de ayer por dos cargos de amenazas, dos maltratos no habituales y un delito leve de injurias, todos en el ámbito de la violencia de género.
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