Ignacio Zugazua culmina los trabajos de limpieza en su caserío de Asteguieta tras la riada. rafa gutiérrez
Inundaciones en Álava

Ignacio al rescate de sus diez burros en Asteguieta

Este bombero jubilado tuvo que abandonar su caserío cercado por el agua, pero volvió cada día para alimentarlos. «Tienen un gran valor sentimental para mí»

jesús nicolás

Martes, 14 de diciembre 2021, 00:18

Ignacio Zugazua dormía plácidamente en su caserio de Asteguieta, el mismo en el que nació y se crió, cuando una llamada interrumpió su sueño. Una que para nada esperaba recibir. «Ignacio márchate. Va a subir el caudal que están desembalsando», le advirtieron los Bomberos. Cuando se incorporó se encontró rodeado por el agua. Para él no era nada nuevo. «Ya es la tercera vez, pero nunca me había entrado tanta como ahora», asegura este agricultor y bombero jubilado. Con 71 años, se las ingenió para escapar de su propio hogar. «No sabía ni con que vestirme y pensaba: 'Tampoco puedo salir de cualquier manera». Empapado de rodilla para abajo, encontró unas zapatillas, cogió los enseres que pudo y salió en busca del tractor. Así empezaron cuatro días de apuros y mucha preocupación.

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Hace años que ya no cultiva nada en sus terrenos, que tiene alquilados a un sobrino. Tampoco cría ya vacas como hacían sus padres. «Antes venía a mi casa la gente del pueblo para comprar la leche». Ese tiempo ya pasó. Ahora su cabaña apenas la conforman unas pocas gallinas y sus diez burros. Los animales, como él, también se vieron atrapados por la riada. Asustados y desconcertados, a su rescate acudió Zugazua. «Los guiamos hacia una isla que continuaba por encima del agua y allí les dimos dos fardos de paja seca», recuerda.

«Fueron un capricho mío. Me gustan mucho los burros». Tanto que disfruta viendo a los niños y otros vecinos del pueblo disfrutar de ellos. «Ha habidos veces que algunas familias se han acercado con los críos y les he dejado pasar», cuenta. De hecho, confiesa, para él tienen «un gran valor sentimental». «Me quieren mucho. Siempre van detrás de mí y me tocan con el hocico». Y se defiende de las críticas de algunos animalistas. «Nunca han estado abandonados ni han pasado necesidad, pero en ese momento en el que ni yo tenía casa, no tenía otro sitio donde meterles», se explica.

Su hermano Jose Alberto accede a la finca en tractor. Al fondo, los burros pacen en su 'isla'. rafa gutiérrez

Ayer recibían otro par de fardos de paja, como siempre ha hecho este agricultor a diario, que agradece a los Bomberos su ayuda durante lo peor de la crecida. «Fueron en zodiac incluso a darles de comer». Ahora que las aguas se retiran por fin de Asteguieta, esa isla vuelve a tomar el tamaño del corral que el Zadorra les arrebató. Mientras, Zugazua cuantifica los daños en su casa, a la que todavía tiene que continuar entrando en tractor porque el agua mantiene anegado el acceso. Incluso los trabajadores de una empresa próxima entraban todavía ayer montados en la pala de una excavadora.

Después de múltiples idas y venidas desde Vitoria y tres noches durmiendo en casa de su hermano, ayer volvía para dormir de nuevo en casa. «Me han ayudado entre los sobrinos, los cuñados y mis hermanos a limpiar». Y los destrozos no son para menos. El frigorífico estropeado y los muebles de madera abombados por la humedad. Apenas su coche y la maquinaria de labranza se libró. «Ni siquiera las puertas se pueden cerrar bien», se queja.

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«Me preocupa que vuelva a haber otra inundación, pero no me marcharía de aquí»

ignacio zugazua

Para pasar página de este episodio, Zugazua ya prepara un escrito para reclamar una compensación a la Confederación Hidrográfica del Ebro. Y a pesar de haber sufrido incluso algún robo y de la preocupación de que una inundación pueda volver a suceder, confiesa, «no me marcharía de aquí. Esta siempre será mi casa».

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