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Aitor, en pleno proceso de creación de un handpan con el martillo. Rafa Gutiérrez

Handpans de Vitoria al mundo

Aitor Beltrán de Guevara es uno de los pocos fabricantes de este novedoso instrumento en España y exporta el «90%». También imparte clases en su tienda-taller de la calle Correría

Lunes, 20 de enero 2025, 01:26

Aitor Beltrán de Guevara estudió Psicología pero la vida le llevó a abrir su propio estudio de Diseño Gráfico junto a su mujer. El negocio iba bien pero el destino tenía otros planes para él. En el año 2013 descubrió la existencia de un curioso instrumento musical conocido como handpan y lo suyo fue una especie de flechazo. Cerró el estudio, se lanzó a la aventura y a día de hoy este vitoriano es uno de los «diez o doce» fabricantes de handpans que existen en España y el único en Euskadi y en toda la zona Norte. Hace un año inauguró su tienda-taller en la calle Correría impulsado por el éxito de su proyecto y el creciente interés del público.

Pero, rebobinemos. ¿Qué es un handpan? De manera resumida, son dos caparazones de metal pegados -llamados 'shells'-, una zona plana en el medio y una nota central conocida como 'ding' rodeada por un circulo de al menos siete áreas circulares donde se sitúan las notas. Para hacerlo sonar solo hace falta la yema de los dedos. «Es un instrumento muy nuevo, surgido en el año 2.000. Es una combinación de varios instrumentos aunque el origen principal está en uno procedente de Trinidad y Tobago», explica Aitor. En su caso lo descubrió por internet «de casualidad» y se quedó prendado. «Me ponía vídeos todos los días y como no era nada accesible, empecé a investigar para fabricarme uno para mí, esto sin haber visto ninguno en persona», relata. Por aquel entonces, la mayoría de la producción se centraba en Suiza y había listas de espera de hasta dos años para conseguir un instrumento que se estaba ganando la etiqueta de 'exclusivo'. «En España empezó a moverse la cosa y nos juntamos unos cuantos fabricantes que compartíamos nuestra experiencia, era todo muy, muy nuevo».

Aitor compaginaba su trabajo de diseñador gráfico con «dar martillazos», una de las acciones principales a la hora de crear un handpan. Los fabricaba en un garaje alquilado y empezó a compartir el proceso en redes sociales. Los seguidores le crecieron como la espuma y aparecieron los primeros encargos, uno de ellos desde Canadá. Fue entonces cuando llegó el punto de inflexión que le ha provocado un cambio de vida radical. «Me decidí a apostar por esto 100%», confiesa este artesano.

«La gente no sabe de lo que es la tienda, lo confunden con un objeto decorativo o incluso con un brasero para castañas»

La lonja del número 5 de la calle Correría, que antiguamente acogió una tienda de muebles y después un comercio de ropa, es ahora Mercury Handpans. El nombre, por cierto, es un homenaje al primer gato del propietario que tiene tatuado en uno de sus brazos (después llegaron Freddie y Queen). El negocio no pasa desapercibido por quienes pasan por delante. «La gente no sabe lo que somos, se piensan que son objetos decorativos o un brasero de castañas. Tuvimos que poner más instrumentos musicales en el escaparate para intentar aclararlo», ríen Aitor y su compañero Álex, el encargado de la parte de formación. Y es que el espacio está dividido en dos zonas: la planta principal es el espacio dedicado a tienda y talleres y el sótano, donde se ubica el taller totalmente insonorizado, algo imprescindible. El propio Aitor y su padre se encargaron de restaurar y acondicionar ellos mismos la parte inferior de la lonja, donde se acumulan cientos de chapas que en un futuro se convertirán en este peculiar instrumento.

Aitor y Álex en la tienda-taller de la calle Correría. Rafa Gutiérrez

En el taller todo se hace de manera artesanal, a mano, uno a uno. Las piezas están fabricadas en acero inoxidable, un material que permite que las notas se queden flotando en el aire y que apenas requiere esfuerzo para hacerlo sonar. La mayoría de handpans tiene un diámetro de 53 centímetros y Aitor los va moldeando a base de un martillo metálico que produce un sonido ensordecedor. Con la ayuda de un programa en su tablet va logrando las notas de afinación deseadas en cada caso. «Las escalas son personalizadas para cada encargo», desliza. Durante dos semanas, las piezas tienen que permanecer 'curando', como si fueran quesos, y después se ajusta el afinamiento.

Entre 1.000 y 3.000 euros

Los precios oscilan entre los 1.000 y 3.000 euros y para hacerlo más accesible la compra se puede financiar. La mayoría de la producción, «un 90%», se va fuera de España, sobre todo al norte de Europa. Pero poco a poco está empezando a haber más movimiento en la capital alavesa en gran parte gracias a las sesiones de puertas abiertas y a los talleres que se organizan en Mercury.

«Es un instrumento que se puede tocar sin ningún conocimiento previo y que gracias a su escala armónica siempre va a sonar bien. En poco tiempo se puede mejorar mucho, es muy agradecido y tiene una parte muy espiritual e incluso terapéutica», explica el músico y profesor Álex Martínez. Ha dado clases desde niños a jubilados pasando por parejas o grupos de amigas y siempre recomienda ponerlo encima de las piernas y no sobre una base para sentir las vibraciones. Por cierto, los handpans vitorianos llegarán a la gran pantalla con una aparición en la nueva película de Juanma Bajo Ulloa, 'El Mal'.

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