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Dice que «los alaveses somos patateros» y se define como «muy alavés y muy vasco». Quien lo dice no es un cualquiera, sino el 'rey ... de la patata', Javier Amutio. Lo que comenzó en los años 80 su padre Aladino a raíz de una cosecha del tubérculo demasiado abundante en Cañas (La Rioja) –empezó a vender en Vitoria– es hoy una de las principales empresas del sector: el Grupo Amutio. Su hijo es el director general de una firma que suministra patatas todos los días del año con una empresa que mantiene una estructura familiar y pegada a la tierra como pocas. El ejecutivo alavés pone deberes a los directivos locales para pagar mejor a los jóvenes y pide «agilidad» a las instituciones a la hora de tomar decisiones.
– 2024 no fue un buen año para la patata alavesa. ¿Qué perspectivas ve para este 2025?
– Los alaveses somos patateros y nos conocen en Europa como patateros. Creo que va a ir bien. Se están quedando nuevos agricultores en el campo, gente joven... Se están haciendo grandes explotaciones: en Aberasturi teníamos 30 agricultores y ahora tenemos dos. ¿Cómo va el campo? Pues con sus amenazas típicas: un año la patata está cara, otro está barata, el cereal lo mismo... Pero bueno, estamos contentos.
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– Hay cosas coyunturales, pero otras parece que se van a quedar. ¿Cuánto le inquieta el cambio climático y su afección al agro?
– Eso sí que me preocupa. Pero no sólo en nuestro territorio o en Euskadi, sino a nivel mundial. Nosotros tenemos muchas plantaciones en el sur de España, más de 1.200 hectáreas de cultivo. Y allí tenemos danas, el año pasado se helaron las patatas después de 15 años sin helar... Eso es una amenaza. Contra el tiempo tenemos un paraguas para ti y para mí, pero no tenemos un paraguas para todo el campo. Hay seguros que ayudan a que el agricultor no se termine arruinando, pero el seguro no te va a cubrir el 100%. Es una amenaza.
– Ha mencionado el relevo generacional. Según SEA, Álava necesita 13.000 trabajadores en este bienio. ¿Sufre esa escasez de mano de obra el sector primario?
– Hombre, depende de cada sector. Por ejemplo, en logística hay empresas que para tener chóferes incluso están trayendo gente de países como Perú, Chile, Colombia o Bolivia para formarlos aquí y tener conductores. Pero, por otro lado, tenemos chavales brillantes aquí, con talento, y dejamos escapar ese talento. Eso me da rabia. Tenemos que mirar a ver con las administraciones y las industrias cómo captar a esos chavales que se están formando en la UPV, en centros de FP... Hay que pagarles bien e intentar que haya unas ayudas sociales a los chavales y al empresario para que se queden en el territorio, que no se nos vayan. Que un ingeniero o un electricista no se tenga que ir a Francia o Alemania a trabajar. Creo que algo estamos haciendo mal los empresarios para que se marche el talento.
– ¿Influye en esa 'fuga de cerebros' la vivienda, los precios del alquiler?
– Nos falta vivienda, habría que hacer más. Vitoria siempre ha sido un referente en VPO. Hemos hechos muchas viviendas, y hay que agradecer al Ayuntamiento y a esos constructores que han estado haciendo VPO durantes muchos años. ¿Qué pasa? Que ahora vienen otras generaciones y, si quieren quedarse, necesitan una casa relativamente asequible. Si no, una de dos: o subimos los sueldos para que puedan pagar los pisos o se van a tener que marchar. Igual los empresarios nos tenemos que mirar un poco y ver qué estamos haciendo mal, cómo podemos cuidar a nuestra gente para ayudarla a que se quede. Esto es como un matrimonio. Si al trabajador lo tratas mal, al final se va a buscar otro trabajo o se va a marchar a otro país. Tenemos que cuidar más al trabajador. Igual con más ayudas sociales, subiendo los sueldos, poniéndoselo fácil.
– ¿Las instituciones tienen un debe en este punto?
– Es que esto es un matrimonio. Tenemos que estar la Administraciones, los empresarios y los trabajadores en la misma trainera, remando en el mismo sentido.
– ¿Nos ha pillado por sorpresa este problema de la vivienda?
– Al final cuando te ha pillado el toro, te crees que te has dormido. Pero creo que no nos hemos dormido. Esto son coyunturas que pasan. No hay que olvidar que venimos de la pandemia y que antes hubo una crisis inmobiliaria. Todos esos desencadenantes hacen que te des cuenta en 2025 de que nos hacen falta 6.000 ó 7.000 viviendas. Pues sí, pero hemos estado dos años de pandemia en los que la construcción sufrió muchísimo, antes teníamos el crack inmobiliario... Al final ahí se pasan seis, siete u ocho años hasta cuando tienes que 'espabilar'.
– Explíquese
– Tenemos que ser un poco más ágiles en la toma de decisiones, identificar nuestras amenazas. ¿A corto plazo vamos a tener necesidad de vivienda? Vamos a ponerlo fácil a esos constructores, vamos a recalificar terrenos, vamos a hacer VPO, vivienda libre, a hacer parques tecnológicos o parques industriales con parcelas que nos demandan los empresarios... Ayudar al trabajador con su IRPF, a la hostelería que también está sufriendo porque la gente va asfixiada... El sueldo está como está, los pisos por las nubes y los alquileres ni te quiero contar. Tenemos que pensar entre todos qué tenemos que hacer y cómo podemos ayudarnos.
– Cuando habla de ser más ágiles, ¿se refiere a la burocracia?
– A agilizar en todo. Tienes que tener buen trato con tu trabajador, pero también tiene que haber agilidad por parte de la Administración en la toma de decisiones, porque todo va muy rápido. Tenemos que ir un pasito por delante.
– Esta semana Vitoria ha dado luz verde a un Plan General que plantea «crecer hacia adentro». ¿Le convence esa idea?
– Yo pienso que hay crecer hacia adentro y hacia afuera.
– ¿Hay margen para crecer hacia afuera con el nuevo plan urbanístico?
– Bueno, es que... ¿por qué no se crece hacia afuera? Habrá que crecer hacia afuera y hacia adentro. Igual fuera tenemos más recursos a otro precio el metro cuadrado. Igual la gente está demandando también un poco más de espacio, otro tipo de calidad de vivienda... Hay que ser ágil en todo eso. Los planes tienen que ser ágiles y versátiles. Una empresa no puede ofrecer una cosa y que un cliente pida otra. Tendrás que darle esa otra cosa.
– Usted, que conoce el sector, ¿cómo le explicaría al alavés de a pie de calle que el precio de los alimentos haya subido un 22,1% en tres años?
– Que la gente no piense que ha habido especulación. Es que cada vez nos cuesta más producir. Y cada vez producimos mejor y más sano. Eso conlleva que nuestros costes productivos sean mayores. Si la hora agraria estaba a 9,5 euros en 2019 y hoy por encima de los 13...
– ... ha habido un aumento de más del 30%
– Está ese 30%. Y además están los insumos, que a raíz de la pandemia subieron mucho: esas materias activas, esos productos, el cereal, los fertilizantes, el gasoil... todo ha subido muchísimo. Esp hace que al final cueste mucho más producir. Ha subido mucho la cesta de la compra, pero también somos más sanos: producimos más y más sano que hace diez o veinte años. Si un kilo de patata costaba un euro y hoy te cuesta 1,30... La gente dice: 'Es que está todo muy caro, es que especulan'. Bueno, podrá haber una parte de especulación en la oferta y la demanda. Hay meses que hay más o menos patatas, pero creo que ya va todo muy reglado. Si el agricultor entra a cultivar todo bajo contrato y vender todo bajo contrato, el agricultor gana dinero.
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