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Ramón Albertus
Domingo, 4 de mayo 2025, 19:03
«2.100 euros a la una, a las dos… ¡a las tres! Vendido este caballo». Variando en la cifra, pero esa fue la cantinela ... más escuchada ayer en la subasta oficial de ganado que se celebró en Arkaute. Carteles alzados, y sobre todo un gesto de alegría, a menudo disimulado en el momento de la adjudicación, completaba la escena que se prolongó durante varias horas desde las 11.00 de la mañana en una sala del Instituto Agrario.
Hasta 120 ejemplares de vacas (de raza terreña y pirenaica), ovejas (latxas, sasi ardi), cabras azpi gorri o caballos de monte cambiaron de dueños en un ambiente donde la reivindicación por la labor de los ganaderos se palpaba en cada esquina. En el cuidado equino del ejemplar –que empezó a subasta a 1.550 euros– estuvo implicada Maialen Idirin junto a su pareja Mikel Lafuente, en Guillerna (Zuia), donde crían cerca de 40 caballos que pastan en invierno en fincas y suben a Gorbea en verano. «Sí que da algo de pena», comentaba. «Ha parido contigo, lo has criado tú, y ahora se va...». «Es un caballo que se emplea en la producción de carne, que es menos grasa», añadía. «Aunque ha estado de moda, la carne de proto ha bajado su precio. Hace poco vi que se vendía en un supermercado, pero yo no como de esa carne porque paso mucho tiempo con ellos», reconocía.
Su ejemplar participó en la puja de la mano de la federación de la raza de caballo de monte del País Vasco (EHMEZAFE), que compró diferentes ejemplares a ganadores hace unos meses tras una cuidada selección. Más jóvenes que la media, Mikel y Maialen reconocen que es un trabajo absorbente. «Es muy esclavo, pero nos gusta. Todo empezó cuando el aita de Mikel le dejó cinco yeguas», contaba ella.
A ese relevo generacional en las explotaciones familiares agrarias se refería un ganadero de la zona de Barrundia especializado en vacuno pirenaico. De la explotación de Guréndez Aldanondo salieron 13 novillas. «En este ámbito es complicado empezar de cero. Y lo más lógico es que te vayas familiarizando desde niño», contaba. Acerca de las expectativas, resaltaba que la carne ahora tiene un «buen precio». «Es sacrificado cuidar del ganado porque es todos los días, pero a la vez estar en el campo es algo bonito», valoraba.
Cerca de allí, las pequeñas Izadi (3 años) y Uxue (7 años), junto a sus aitas, se fijaban en una vaca terreña de gran peso. «Qué gordota», comentaban entre risas con la mirada curiosa. «El plan es comernos un talo y ver a los animales porque el aita también tiene yeguas», decían. Un plan prácticamente calcado tenía Iñigo, veterinario en Abere, una cooperativa con sede en Arkaute que ofrece servicios técnicos, económicos y sanitarios para el sector agroalimentario de Álava. «Venimos en familia, con los tres críos. Se entretienen un rato y luego para casa».
La mayoría de las piezas a 'concurso' se adjudicaron, quedando desiertas algunas pujas en categorías como las ovejas o caballos. Con esta cita se culminaba un fin de semana animado por catas de productos Euskolabel, así como la exposición de animales y diferentes charlas sobre normas higiénico-sanitarias o genética de las distintas razas.
Además de ser un escaparate para el sector, la feria tiene algo de encuentro entre generaciones, donde veteranos y jóvenes comparten experiencias, dudas y, sobre todo, un modo de vida más alejado del asfalto.
Amane Lucas (21 años, Lasarte) contaba que animó a dos amigas suyas, Onintze Urkia (23 años, Hernani) y Patricia Domínguez (29 años, Irún), a acudir para conocer «mejor el mundo agro». «A Onintze no le gustan mucho los animales pero la hemos convencido», contaban estas jóvenes risueñas que también se reconocían como aficionadas a la equitación. «Fuimos hace un tiempo a otra subasta de raza limusina en el Centro de Testaje de AIA (Gipuzkoa), nos gustó y queríamos repetir», cuenta. Patricia explicaba que lo más curioso de las pujas era ver la entrega de la gente que participa. «Cuando ves que realmente alguien quiere un animal y se empeña en ello me llama la atención. Entretiene ver al que levanta su cartel y ya no lo baja», decía tras ver abarrotada la sala habilitada. «Hemos salido porque estaba lleno. Los caballos salían en su mayoría a un precio de 1.850 y alguno ha llegado hasta cerca de los 4.000 euros».
Cientos de curiosos pasaron a lo largo de la jornada por Arkaute. Por categorías, las vacas de raza pirenaica (hembras) fueron las más numerosas en esta puja, con un total de 64 animales. El precio de salida fue de 2.300 euros. Por su parte, de vaca terreña tan solo tres ejemplares, con un precio de salida de 1.400 euros. La exhibición se acompañaba de diferentes carteles pedagógicos en torno a cada especie. «El nombre de la raza terreña procede e indica ganado de la tierra, local. Es una raza autótcona y en peligro de extinción», se leía en un rótulo. «¿Qué es peligro de extinción, ama?», preguntaba una niña. «Que hay pocas porque se le hace más caso a otras vascas», le explicaban a la pequeña en ese acercamiento al mundo rural.
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