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Con 'La forja de una identidad. Araya, pasado y presente', la arquitecta jubilada Paz Larrumbide emprendió un viaje a través de los dos últimos siglos ... de un pueblo agrícola de la Llanada Alavesa que en 1848 se convirtió en industrial por la pujante siderurgia que lo eligió. Hierros de San Pedro de Araya -con los años, Ajuria y Urigoitia- alteró para bien y para siempre la vida de la comarca y la de sus gentes. Ahora, bajo un formato similar, publica 'Los Fournier. La aventura de los naipes', donde describe la decisiva aportación de otra familia industrial al progreso y bienestar de la Vitoria del siglo pasado no solo a partir de la elaboración y exportación de sus prestigiosas barajas a todo el mundo. Larrumbide presentará su nueva obra mañana a las 19:00 horas en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa.
- ¿Qué aporta de novedoso su libro sobre los Fournier?
- Pongo en orden muchas cosas. No había escrita una historia completa de la familia desde que Heraclio Fournier González llega a Vitoria en 1869 hasta que muere en 1916 y lo sucede su nieto Félix Alfaro Fournier. Cuento la aportación desde la construcción de viviendas sociales en San Cristóbal, donde estuvo la fábrica durante décadas; otras residencias particulares, el fomento de la cultura... También instaló el primer teléfono en la ciudad para comunicarse entre las oficinas y la fábrica. Constituyó una mutua para sus trabajadores, la primera en Álava; un economato en la propia factoría...
- ¿Por qué se pone a hacer cartas?
- A los once años ya dominaba el arte de la litografía porque iba a la tienda de sus hermanos en Burgos. Él quería producir en serie con el mejor diseño, barniz y papel posibles. Con esa idea se vino a Vitoria y empezó con el negocio. Su padre era panadero. Le prestó dinero para instalarse aquí.
- ¿Cómo se proyecta internacionalmente?
- Consigue un barniz y un papel extraordinarios en comparación con los otros fabricantes de cartas. Buscaba la perfección. Fue a por los mejores diseñadores y dibujantes a la Escuela de Artes y Oficios. Contrató al mejor litógrafo, viajó por Europa, compró máquinas o las adaptó y patentó. En fin...
- Y puso a Vitoria en el mundo.
- Bueno, sobre todo fue el nieto, Félix Alfaro Fournier, el de la proyección mundial acabada la Guerra Civil. Era un lince para los negocios, las relaciones personales... Estaba en todos los tinglados de la ciudad, muy bien relacionado. Y mandaba muchísimo, tenía mucha autoridad entre los vitorianos.
- ¿Ya conocemos suficientemente a esta familia?
- Pues no. Fue una saga muy influyente, y no solo por las cartas. Sin ella, sin los Fournier, Vitoria no habría sido lo que es. Habría sido otra distinta. Influyeron en la industria, la configuración de la ciudad, la cultura... Nieves Partearroyo, la viuda de Heraclio, se entregó a la sociedad como mecenas, creó una fundación maternal y más obras sociales. Dio clases en las escuelas dominicales, en la Iglesia... Los Fournier favorecieron el crecimiento y el progreso. Nos quedamos con los naipes, pero no. La empresa es ahora otra cosa, ya no es familiar, es de capital y propiedad extranjeros, pero se mantiene la marca.
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