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Fallece a los 80 años el pintor alavés Carmelo Ortiz de Elgea, renovador de la pintura de paisaje
Junto a Juan Mieg, Joaquín Fraile o Alberto Schommer participó en la creación del Grupo Orain, que modernizó el arte vasco en los 60
Carmelo Ortiz de Elgea (Aretxabaleta, 1944), uno de los principales pintores del panorama artístico vasco, considerado como un renovador del género del paisaje contemporáneo y ... un gran colorista, falleció este sábado a los 80 años. Fue su familia la encargada de comunicar la «tristísima noticia» a través de las redes sociales. Euskadi pierde, según asegura el historiador de arte comtemporáneo Santiago Arcediano, a un paisajista «excepcional», uno de los grandes junto a Fernando de Amárica y Jesús Apellániz.
Arcediano, admirador de este genial artista «pelirrojo», destacó su precocidad. Creció en la localidad vitoriana de Aretxabaleta y desde bien niño plasmó lo que veía en su pueblo, en Gardélegui, Olárizu... Con solo 11 años se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios de Vitoria. Con 16, ya hizo su primera exposición individual y vendió una de sus obras al Bellas Artes de Bilbao. Es la pieza del artista más joven de los fondos de pinacoteca vizcaína.
En 1963 logró una beca de la Fundación Vidal y Fernando de Amárica, la primera que se entregaba, y completó su formación en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Es en la capital de España donde estableció relación con artistas fundamentales del momento, como Luis García Ochoa (1920-2019), Julián Gil (1939) o los paisajistas de la Escuela de Vallecas. Estos contactos, según describen los biógrafos de la Fundación BBVA, «influyen de manera decisiva en las primeras obras de Ortiz de Elgea, en las que, todavía vinculado a la tradición figurativa, la reinterpretación del paisaje sigue formal y estéticamente el trabajo de los miembros de la Escuela de Vallecas».
El alavés regresa a Madrid en 1965 y comparte el estudio del riojano Julián Gil con su amigo y pintor Juan Mieg (1938). De vuelta a Vitoria, participa en la creación del Grupo Orain, muy influido por Jorge Oteiza y que perseguía la renovación del arte vasco, junto al propio Mieg, el escultor Jesús Echevarría (1916-2009), el pintor Joaquín Fraile (1930-1998) y el fotógrafo Alberto Schommer (1928-2015). Esta época es especialmente relevante para Ortiz de Elgea, que en 1968 gana el Gran Premio de Pintura Vasca. Durante este periodo su obra se va aproximando a la estética del Pop Art.
En los setenta, la figura humana se convierte en la protagonista de sus composiciones, «en las que tiene una importancia predominante el color más puro y vibrante». Con el paso del tiempo su trabajo evoluciona hacia una abstracción basada en las formas orgánicas de la naturaleza. «La materia, los pigmentos, la textura y el color adquirirán mayor preeminencia», relata Arcediano.
Retrospectiva en Bilbao
De 1978 a 1980, gracias a una beca de la Fundación Faustino Orbegozo Eizaguirre, muestra su producción dentro del proyecto itinerante conocido como Erakusketa. A partir de entonces, tendrá una actividad expositiva intensa a nivel nacional, destacando las retrospectivas organizadas en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, la última en 2016. Una de sus últimas exposiciones en Vitoria tuvo lugar en 2022 en la librería Zuloa y de ella escribió lo siguiente el historiador alavés. «En la contemplación del paisaje, pertenezca éste al lugar que sea, sea cual fuere la geografía, en esa interpretación personal, fascinantemente subjetiva, encuentra siempre los retos más constantes y atrevidos: sus climas, colores, la temperatura adecuada, que es la suya propia, para plasmar naturalezas, instintos y ritmos».
«Es lo que refleja y lo que vale. De todo esto encontramos en la muestra, el gran colorista que es Carmelo Ortiz de Elgea en su comunicación directa con la naturaleza y sus diferentes realidades: realidad figurada que es transfigurada por las modulaciones más espontáneas y enérgicas como pintor». Y es que para Arcediano, Ortiz de Elgea «no ha pasado jamás desapercibido; tenía mucha personalidad». «Pintaba de la misma manera que un pájaro trina».
Carmelo Ortiz de Elgea disfrutaba de unos días de vacaciones en Almería. Tras el comunicado de la familia, no se hicieron esperar la reacciones desde el mundo de la cultura. La diputada foral Ana del Val lamentó la triste pérdida. «Su obra, marcada por un expresionismo vibrante y una conexión única con la naturaleza y la figura humana, deja una huella imborrable en el panorama artístico». La responsable de Cultura cree que con su marcha «Álava pierde a un embajador de nuestra cultura, cuya obra trasciende fronteras y generaciones».
El director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, Miguel Zugaza, habló con el corazón de «uno de mis padres. He pasado muchas tardes en su estudio. Le debo eso. Un pintor poco homologable a las tendencias de su generación; iba a la abstracción con tendencia a la figuración. Una de las trayectorias más personales y ejemplares. Grandísimo paisajista y magnífica persona que destacaba por su bonhomía».
«Sus colores sueltos y expansivos no están unidos al volumen de las cosas, a los contornos, a la perspectiva, como a la pulsión fiel y continuada de un trabajo que es más bien esfuerzo pasional hacia la expresión interiorizada de un prolífico ejercicio profesional», concluía Santiago Arcediano en aquella exposición de Zuloa.
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