VTB | Vitoria talento berria
Premiada por un prestigioso clúster alemán, la alavesa trabaja en el diseño de condensadores capaces de mover un tranvía
María Arnaiz (Vitoria, 1993) tuvo claro desde pequeña que ella no era de letras. Hija de una enfermera y de un físico, lo suyo tenía ... que ir encaminado hacia las ciencias. «Nunca me han querido imponer nada, pero igual sí que fue nutrida por ellos por lo que me decanté por las ciencias y, sobre todo, guiado por mi padre, la parte tecnológica», señala cuando se le pregunta sobre por qué eligió ingeniería química.
Desde la Universidad del País Vasco y con algún paso por la universidad cántabra empezó su camino profesional ligado al CIC Energigune. Dos meses de práctica, trabajo paralelo a la investigación del máster en Ingenieria Química, tres años de doctorado, investigación postdoctoral «y después de dos años conseguí la plaza permanente y aquí estoy». Con un premio del clúster alemán Polis, compuesto por prestigiosas instituciones alemanas que aspiran a desarrollar tecnologías de almacenamiento alternativas al litio.
Arnaiz trabaja entre el grupo de investigadores que estudia los condensadores híbridos. Para explicar su trabajo recurre a una metáfora: «Las baterías son como un maratoniano y los condensadores como un 'sprinter'. Las baterías necesitan mucha energía para darla durante un largo periodo de tiempo. Un condensador, un velocista no necesita mucha energía, pero necesita entregarla muy rápido». Su labor, en concreto, se centra en el prototipado, en diseñar los primeros dispositivos de una tecnología que más adelante pueda escalar a la fabricación industrial.
«Los condensadores con los que trabajamos nosotros podrían ser aplicables, por ejemplo, en transporte urbano. Un tranvía podría aplicar este tipo de tecnología», relata. En el CIC Energigune el mantra común es que «el presente del CIC es el futuro». Prueba de ello son las 39 patentes que acumula el centro de investigación de Miñano.
39 productos elaborados en el CIC Energigune han sido registrados como patentes
Poner a Vitoria en el mapa
Muchas veces, esa es precisamente la salida que encuentra el CIC para su tecnología, aunque a veces se atreva incluso a lanzar empresas derivadas de su trabajo como Basquevolt, el proyecto más ambicioso que ha salido de los centros apoyados por el Gobierno vasco. «Una de nuestras oportunidades es vender esa patente a una empresa y que ellos fabriquen y exploten la tecnología», apunta Arnaiz, quien también admite que aún se trabaja en los primeros prototipos pese a la madurez de su tecnología.
En un equipo de alrededor de 200 personas que conforman físicos, químicos, matemáticos o ingenieros, los perfiles son de lo más diversos. Desde gente nacida, formada y empleada aquí hasta investigadores extranjeros atraídos por el prestigio del centro de Miñano. «En Europa somos muy conocidos por las diferentes tecnologías en las que trabajamos y creo que nos consideran referentes».
En esta 'fábrica de futuro' - un ir y venir de batas blanca- que es el CIC se ven cada vez más mujeres como Arnaiz. La igualdad aquí también viene un tiempo haciéndose paso. «Sí que ha habido una mejora», antepone la investigadora, que cree que la labor para fomentar vocaciones femeninas en la ciencia tiene que empezar en los primeros escalones de la enseñanza. «Hay que hacerla desde los colegios, desde que son pequeñas; para que vean que pueden también trabajar en ciencia y tecnología». «Al final lo que nos ha pasado a nosotras es que no teníamos referentes. Ahora estamos intentando introducir esos referentes en los colegios y creo que se está haciendo un buen trabajo».
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