Borrar
EL BAR AL QUE VOLVERÉ

Carta de amor al Kotarro

En Sancho el Sabio, 11. Vitoria ·

Sección en la que los periodistas de EL CORREO recomiendan su taberna favorita

Jueves, 21 de mayo 2020

Comenta

Debo empezar con una confesión. Cuando nos propusieron escribir una carta al bar al que volveré, mi reacción inmediata fue: 'Yo tendría que escribirlo de Logroño'. Porque soy de allí, aunque hace ya unos cuantos años que trabajo en Álava y algunos menos que he convertido Vitoria en mi lugar de residencia. La idea me duró unos segundos y enseguida me vino a la cabeza un bar de aquí, el Kotarro. Y no porque lo tenga a un paso de casa, sino por mucho más.

Ya sé que no puede considerarse un clásico de la ciudad porque acaba de celebrar su cuarto aniversario, pero para mí, claro, siempre ha estado ahí. Lo descubrí casi por casualidad y no sería capaz de recordar el primer día que entré. Hasta es posible que me quedara en esa mesa alta que coloca en la calle a la sombra de su toldo negro y de esa infraestructura que refresca con agua vaporizada el calor veraniego. Pero sí recuerdo muchas visitas. Incluso alguna queja de mi chico al llegar porque «hay mucha gente. No vamos a poder ni llegar a la barra para pedir». Algo de razón ya tenía, lo admito. «Por algo será si está así», digo yo.

Estoy segura de que no me equivoco si afirmo que cada vez que alguien ha venido a visitarnos lo hemos llevado al Kotarro. Y si me dejaron elegir a mí, les 'obligué' a probar ese tarrito tan caprichoso de txangurro, coronado por un langostino, que tiene en la barra. Pueden dar cuenta de ello mis padres, mi hermana, unos cuantos amigos... Después les dejé que echaran un vistazo por su nutrida oferta -la que se ve en la barra y la que sugiere en sus carteles y cartas- y siguieran con la elección ellos solos. Aunque si querían, yo seguía con mis recomendaciones, como el bocatita donostiarra.

Pero también he descubierto, gracias a la compañía de los de fuera, otras opciones, como el caldo calentito que tan bien sienta en invierno, servido en ese tazón -que es más que una taza- y que a veces desearías llevártelo a casa para tomarlo de primer plato y no tener que cocinar. Y como esto va de confesiones, voy a hacer otra. Más de una noche, las tapas me han evitado tener que improvisar algo en casa para cenar.

Aún no sé cuándo podremos volver al Kotarro, pero tengo claro que para celebrarlo esta vez optaremos por el comedor y daremos buena cuenta de uno de sus menús. Y cuando la movilidad entre provincias esté permitida, volveré a llevar a los que vengan a visitarnos para que disfruten de los kotarritos fresquitos de cerveza o de un buen tinto, a elección del consumidor. En esa disyuntiva ya no entro. Yo ya he elegido el Kotarro.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo Carta de amor al Kotarro

Carta de amor al Kotarro