Una ráfaga de magia ilumina Vitoria
Los Reyes Magos derrochan ilusión durante una multitudinaria cabalgata que recupera su recorrido original y ya sin mascarillas. Medusas y peces de colores, artistas de circo o dinosaurios maravillan a pequeños y mayores
Trabajan solo un día y una noche al año. Pero qué día y qué noche hicieron pasar ayer a los pequeños vitorianos los Reyes Magos. Para muchos, una de las jornadas más felices y emocionantes de todo el calendario. Desde la mañana, con su llegada a la estación de Renfe, saludo desde el balcón del Ayuntamiento y recepción en Villa Suso, sus Majestades de Oriente completaron un día frenético que vivió su punto álgido con la esperadísima cabalgata. Tras un 2021 sin poder celebrarse a causa de la pandemia y un 2022 con un recorrido diferente y mascarillas, este 2023 el desfile recuperaba el formato original ya sin ninguna medida de prevención. Y el público no falló a su cita. Se congregaron «cerca de 55.000 personas», según fuentes de la Policía Local.
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«¡Mira aita, son dinosaurios!», chillaba Izaro a hombros de su padre. Para esta pequeña de cinco años, la carroza de los animales extinguidos fue su preferida, como para tantos otros txikis a juzgar por las exclamaciones a su paso. Por su puesto con permiso de Melchor, Gaspar y Baltasar, los auténticos protagonistas que acompañados de sus séquitos no dejaron de saludar ni un instante durante el largo recorrido, que arrancó puntual a las siete de la tarde en la plaza Bilbao para avanzar por las calles Francia, Paz, Ortiz de Zárate, Florida, Ramón y Cajal, Micaela Portilla, Lascaray y Avenida de Gasteiz antes de finalizar en el cruce con Beato Tomás de Zumárraga. Más de 300 personas participaron en una cabalgata que derrochó música, color y originalidad. Un 'show' navideño siempre sorprendente, a la altura de las últimas ediciones, y desde el año 2020 sin animales.
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Entre los pequeños espectadores de las primeras filas había alguno tan entusiasmado que hasta saludaba a los agentes locales que abrían la comitiva en moto. Les seguían un banco de peces y medusas voladoras al son del villancico 'Los peces en el río', no podían haber elegido uno más acertado. Vitoria tuvo también su enorme oso polar, aunque este no lucía 'perjudicado' como el de la cabalgata de Cádiz que este año ha reaparecido con collarín. «Este está bien, menos mal», comentaba entre risas un grupo de adultos que se había decantado por amenizar la espera con churros. Otros tomaban café para llevar o chucherías, y es que habían estado hasta más de media hora aguardando la llegada de los Reyes.
«Espectacular»
«Me ha gustado incluso más que otros años. Muy espectacular y los enanos han disfrutado en grande», celebraba Aitor, padre de dos txikis de 4 y 6 años. «Ya verás esta noche para dormirse, llevan todo el día nerviosísimos», agregaba su madre a la altura de la plaza de San Antón una vez finalizado el desfile. Y es que llevaban desde primera hora siguiendo a los monarcas, desde su llegada a la estación de la calle Dato.
Durante el recorrido por las calles del centro de la capital alavesa y más allá de los dinosaurios, una carroza de un elfo-tortuga y otra de Sonic, protagonista de los videojuegos, precedieron a las carrozas reales. Los zancudos y sus imposibles bailes, los artistas de un circo que animaban a todos los presentes a aplaudir y los animales mitológicos también amenizaron el recorrido de casi tres kilómetros. «Vaya variedad, está bonito», comentaba una pareja de jubilados apostados en tercera fila. Y es que la ilusión no tiene edad, y ayer se volvió a demostrar.
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El sello local lo puso la batucada Batuketa, que con el ritmo de sus tambores animó a bailar a más de uno. Perfecto para calentar el cuerpo cuando el termómetro apenas alcanzaba los dos grados de temperatura. El máximo de decibelios se alcanzó con la aparición primero de Melchor y después de sus inseparables Gaspar y Baltasar. Nadie quería quedarse sin su saludo. «¡Me ha mirado, me ha mirado!», informaba acompañando sus palabras de aplausos una pequeña espectadora. Se refería al rey de la barba blanca, su favorito.
Todo la cabalgata se vivió con emoción, pero fue la última carroza una de las más esperadas. Desde luego, la más dulce. Desde ella se lanzaron cientos de kilos de caramelos a las manos de los presentes. Una auténtica locura bañada en azúcar de la que disfrutaron una multitud de espectadores. Tantos que este evento que se repite cada cinco de enero lleva siendo desde hace años -y ayer no fue una excepción- el acontecimiento más visto de la ciudad, a la misma escala que la Bajada de Celedón. Como ya ocurrió el año pasado, en el último tramo se bajó el volumen del sonido para que las personas con trastornos del espectro autista y con discapacidad auditiva pudieran disfrutar del espectáculo con mayor comodidad. La medida obedece a una petición realizada a las autoridades locales por parte de diferentes asociaciones de Trastornos del Espectro Autista de la ciudad.
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Eso sí, una vez apagadas la música y las luces llegaba el momento más importante, y a la vez el más silencioso, ese trabajo que realizan sin ser vistos durante toda la noche. Ya alejados de focos y multitudes, sus Majestades Reales no fallaron al reparto de miles de regalos en las casas de los alaveses. Gracias a su magia hoy volverá a ser una mañana de alegrías. Gracias y hasta el próximo año, les esperamos en la 'Green Capital'.
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