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Guillermo Iraola fue diagnosticado de TDAH (Transtorno por Déficit de Atención en Hiperactividad) a los 42 años y desde entonces se ha dedicado a divulgar ... sobre ello. Su trabajo –es farmacéutico– le permite un trato directo con pacientes y familiares, pero también ha escrito un libro '(Casi) todo lo que sé del TDAH' e imparte charlas a sus colegas boticarios y al público en general. Este profesional donostiarra estará hoy en Vitoria en un encuentro organizado por el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Álava a las 17.00 horas en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa. Hablará sobre este trastorno en niños y adultos más allá de los tópicos y etiquetas. «En sociedad tiene que haber una adaptación mutua», sostiene.
– Con 42 años le diagnostican TDAH. ¿Cómo lo recibe?
– Entiendes muchas cosas y tienes un punto de partida, aunque es verdad que el diagnóstico es muy reduccionista.
– ¿Tenía sospechas?
– Yo venía de años de problemas a nivel laboral, familiar, social... Y me habían dignosticado de ansiedad y depresión con tratamiento de ansiolíticos que me sentaban mal. Una noche vi un documental sobre neurodivergencias en el que me sentí muy identificado con un músico americano con TDAH. Él estaba diagnosticado desde pequeño porque en otros países nos llevan mucha ventaja, aquí estamos muy verdes. En mi caso empecé a tirar del hilo y me hice las pruebas. Esto no es algo que brota en la edad adulta, se arrastra desde la infancia aunque se enmascare.
– En su caso, ¿había rasgos desde niño que podrían haber hecho saltar la alarma?
– Yo tuve una infancia muy libre, salvaje. Todos los niños hacíamos el cabra pero a la vez yo era muy formal y obediente y sacaba buenas notas. También me gustaba estar en mi mundo y a veces me costaba integrarme. Al no ser problemático creo que era más complicado diagnosticarme, pero cada TDAH es un mundo.
– Decía que el diagnóstico es muy reduccionista. Explíquese.
– Sí, porque esto va más allá del déficit de atención y de la hiperactividad. Entre otros rasgos están el hiperfoco, que es que en vez de tener la atención dispersa te obsesionas con algo, y el bloqueo de las funciones ejecutivas. A lo largo del día, una persona con TDAH pasa más tiempo bloqueada o centrada en un pensamiento que en un estado de déficit de atención o impulsividad. Es como un termostato estropeado, el agua sale helada o ardiendo, no hay término medio. Ocurre desde pequeños pero si no se trata se genera una bola de nieve que va a peor.
– En su caso, ¿cómo gestiona el día a día?
– Yo descubrí que además del hiperfoco y el bloqueo no tenía noción del tiempo como la tienen las personas neurotípicas, y esa es la característica principal de mi TDAH. Por eso siempre he sido poco organizado, perdía autobuses y llegaba tarde a los sitios. Ahora utilizo una agenda, muchos cuadernos y un reloj de muñeca para medir los tiempos y organizarme, me ayuda muchísimo. Mis ideas van en tromba y tengo que organizarme muy bien además de cronometrarme para saber cuánto tiempo dedico a cada tarea. Me voló la cabeza cuando hace un par de años descubrí que dos horas eran tres tramos de 40 minutos.
– ¿Hay diferencias entre hombres y mujeres?
– El sesgo de género es importante, sobre todo en menores. En niños el diagnóstico es mucho más frecuente que en niñas porque ellas saben enmascarar mejor la hiperactividad y la llevan a la hiperactividad mental.
– Y de adultos, ¿por qué cree que cuesta tanto identificarlo?
– Puede ser una cuestión de que es un trastorno que la persona ha conseguido disimular o que el entorno ha normalizadado sus conductas. Pero creo que esto está cambiando ahora gracias a internet y al mayor acceso a la información que tenemos. Hay una mayor visibilidad y también una mayor sensibilización.
– ¿Cómo se puede ayudar desde la farmacia?
– Ahora mismo estamos pasando por una época de desabastecimiento grave de algunos medicamentos que tratan el TDAH y hay nerviosismo. En nuestra mano está explicar a los pacientes que hay alternativas y que confíen en ellas. También es importante incidir en que la farmacoterapia no es la primera opción sino que lo más importante es un abordaje multimodal con psicoterapia, psicólogos, terapias conductuales, y que te enseñen a inhibirte cuando estás como una moto o aprender a ponerte en marcha cuando estás con las funciones bloqueadas. La medicación no es magia ni funciona si no se trata el resto.
– ¿Y qué puede hacer el resto de la sociedad?
– Hace falta una adaptación mutua y una mayor comprensión. Se usa la misma vara de medir con nosotros que con una persona sin TDAH y no es lo mismo. Nosotros decimos cosas sin pensar o en un arranque de impulsividad y eso genera conflictos que pueden hacerse una gran bolsa de nieve que acaba en una mayor tasa de divorcios, suicidios, alcoholismo o ludopatía. A los padres con hijos con TDAH les incidiría en que busquen algo que verdaderamente motive a sus hijos, también que les aporten estímulos y refuerzos positivos.
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