Oleada de hurtos
La dependienta de una tienda de Vitoria persigue 300 metros a un ladrón «por pura impotencia»«Te aturullan, son muy maleducados. Te hablan en francés para que no les entiendas. No sabes muy bien qué hacer». Gracias a la colaboración ciudadana recupera una de las prendas robadas
«¡Al ladrón, al ladrón! ¡Me ha robado!». Durante 300 metros, ayer jueves a eso de las 12.55 horas, la dependienta de una tienda ... de la calle General Álava -en pleno centro de Vitoria- persiguió al ladrón, un joven desarraigado, que le birló cuatro polos. Cada uno está valorado en 120 euros.
«Vienen, te aturullan, son muy maleducados. Te hablan en francés para que no les entiendas. No sabes muy bien qué hacer. Uno se pone en una esquina, otro en la otra...», describió esta víctima, todavía turbada por el hurto. Vitoria ya soporta catorce cada día, según las estadísticas oficiales de la Ertzaintza y de la Policía Local.
«He abierto un cajón y ahí han aprovechado». Esta mujer, a la que recientemente pusieron un botón del pánico en su pequeño local, salió a por el caco. «¿Por qué? Ya me ha pasado que les he quitado prendas en medio de la calle. Mi jefe ya me suele decir que no me arriesgue, pero es pura impotencia el que se lleven la ropa con esa impunidad. La gente no sabe lo que cuesta vender y salir adelante», se sinceró esta empleada harta de los robos.
En la calle San Prudencio, casi con San Antonio, un hombre sentado en una terraza se levantó y paró al presunto autor de la sustracción de las prendas.
«Oímos de fondo cómo alguien gritaba lo de 'ladrón, ladrón'. Ese chico iba apurado y con una bolsa, así que le he agarrado y le he pedido explicaciones. Me ha dado un polo y me ha dicho que sólo ha robado eso. Le he visto tan apurado y avergonzado que le he dejado ir. Qué incauto he sido», comentó. La prenda fue entregada a la víctima.
Llamada al 092
Alertado el 092, varios patrulleros de la Policía Local llegaron enseguida a este punto del centro de la capital de Álava. Se dispersaron y peinaron la zona durante un buen rato en busca del autor material, quien sin embargo consiguió esfumarse sin dejar rastro alguno.
Sí dieron los uniformados con su supuesto cómplice, la segunda persona que entró a la tienda. Se trata de otro joven desarraigado «conocido» en la comisaría de Aguirrelanda. Y es que tiene un rasgo muy característico; lleva un brazo en cabestrillo.
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