Denuncian el robo de una campana de bronce en el Santuario de Oro en Álava
Los custodios del templo creen los ladrones iban a por el «valioso material» y alertan de episodios similares en ermitas cercanas. La Ertzaintza investiga ya el caso
El Santuario de Oro ha perdido esta semana una de sus campanas más preciadas. De la noche a la mañana, los vecinos del valle alavés ... de Zuia se dieron cuenta de que una de sus piezas de orfebrería había desaparecido. El caso, según han confirmado este miércoles fuentes del departamento de Seguridad del Gobierno vasco a este periódico, ya está siendo investigado por la Ertzaintza.
El que primero se percató del robo fue José Francisco Martínez de Lafuente, más conocido como Patxo, que desde 2012 custodia estas gemelas de bronce fundidas en Palencia hace más de tres décadas. Él, que vive en el concejo de Domaikia (a unos dos kilómetros del templo), acude cada mañana a esta iglesia «para que suene el repique en todo el valle de Zuia». Desde hace un tiempo, sólo hace falta darle a un interruptor para que suenen, pero el martes por la mañana su rutina se truncó, cuenta a EL CORREO.
Ese pulsador no iba y él se pensó que «se había saltado el automático» y tendría que accionar las campanas de forma manual. El disgusto fue darse cuenta de que se había equivocado. Subió al campanario y se percató de que la puerta estaba mal cerrada. Lo recuerda también Encarni Urquiza, la 'jefa' del Santuario, otra de las voluntarias que se encarga de custodiarlo y a la que Patxo llamó cuando vio que una de sus queridas campanas había sido robada. «Hay unas verjas de hierro y estaban forzadas. También apareció allí un destornillador y unos tornillos. Iban bien preparados porque hasta lograron quitarla del yugo (un armazón de madera al que va unido y que sirve para voltearla)», relata.
Ambos creen que los ladrones «andaban detrás del material; el bronce tiene valor y se las habrán llevado por eso», lamentan.
«Nos han quitado algo muy nuestro»
Desconocen su modus operandi, pero Ecarni está convencida de que «lo hicieron en la madrugada y lo tenían bien estudiado». «Una vez que la bajaron, quizás con una grúa, tenía que estar un camión esperando. Y uno grande porque estas campanas pesan mucho», comenta. Patxo calcula, en este sentido, que pueden pesar «unos 3.000 kilos». Sin embargo, otras personas que han acudido al lugar apuntan que la campana fue arrojada al suelo por los ladrones para llevársela. Hablan de un «golpe reciente» visible en el terreno.
Al igual que otras fuentes consultadas por este periódico, alertan de que éste no es el único robo de campanas que se ha dado en ermitas en las últimos semanas. Comentan que «hace dos o tres meses» sustrajeron una esquila (otro tipo de campana más pequeña) en la ermita de Jugatxi, mientras que otros medios miran a Zigoitia por un episodio similar.
Ahora en Oro se duelen porque «nos han quitado algo muy nuestro». Patxo aún repica la otra campana, pero «¿quién te dice que no van a venir a por ella?», se pregunta Encarni. Por lo pronto, candarán la puerta del campanario para intentar resguardarla.
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