Una madre curranta, volcada en sus hijos y muy querida en el barrio
Familiares y amigos lloran a «una joven increíble». «¡Nos la ha quitado!», clama su padre
Con la mirada perdida y la voz entrecortada, algunos familiares rindieron a las puertas de la vivienda una recogida e improvisada despedida a Erika Tavares. ... Acariciaban en la pantalla de un móvil una fotografía en la que se le podía ver a ella risueña, alegre, tal y como era. «Era una mujer muy querida por todos que siempre tenía una sonrisa en la boca», le recordaban, mientras le enviaban un cariñoso último beso. «Te queremos, que Dios te cuide».
Aún no daban crédito a lo ocurrido. Estaban destrozados. Todo era una «pesadilla», como resumía su padre, Javier. «¡Nos la ha quitado!», comentaba, abatido por el crimen que le arrebataba a la pequeña de sus tres hijas, de 37 años. «Era guapa, maja, una persona increíble», le describían sus más cercanos. Pese a su ascendencia portuguesa, su vida estaba arraigada a Vitoria.
Algunos de los familiares se despidieron con un cariñoso «te queremos», mientras daban un beso a una fotografía de Erika
Un vínculo que con el paso de los años había ido reforzando en el barrio y que hizo que ayer la noticia conmoviese a los vecinos y los más cercanos a la víctima. «Desde niñas hemos estado siempre juntas. No me lo creo. Es un mazazo», confesaba, dolorida, Alicia Jiménez, una de sus amigas de toda la vida y que ayer sintió cómo le arrebataban a alguien a quien quería mucho.
Esa amistad ahora también la compartían sus hijos. «El mío y el pequeño de ella estudian juntos en el Escolapias-Paula Montal», próximo al hogar en el que convivía la familia desde hace varios años. «Donde te veía te saludaba. Nadie se merece esto, pero ella menos», añadía Tamara Jiménez, otra amiga.
Noticia Relacionada
Mata a su mujer a cuchilladas con sus hijos en casa en Sansomendi
Los dos hijos de 13 y 17 años que Erika había tenido con su marido, con el que había iniciado una relación hace veinte años, se habían convertido en unos pilares para ella. Su amor hacia ellos era incondicional. «Era una chica muy familiar y siempre estaba muy, muy pendiente de sus hijos. El pequeño era muy cercano a ella», coincidían sus amistades.
Su alegría también se había contagiado a la fábrica de Mercedes. Hace tres años y medio que se incorporó como eventual en la Línea 3, a donde acudía cada jornada en su patinete eléctrico. «Era muy currante. Una mujer muy dicharachera y que siempre te recibía con una sonrisa», le recuerdan, también doloridos, sus compañeros. En los móviles de muchos trabajadores circulaba ayer su foto con la frase: «Erika, tu sonrisa siempre iluminará nuestros corazones» .
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión