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Ania Ibañez
Sábado, 3 de mayo 2025, 00:19
Los datos del Plan Municipal de Comercio y Hostelería de Vitoria dejan claro que uno de los pocos nichos de mercado en clara expansión es ... el de la segunda mano. La compra-venta de ropa, complementos e incluso libros se ha disparado hasta un 200%, mientras que en el caso de equipos electrónicos reutilizados como móviles, ordenadores, consolas o videojuegos repunta casi un 44%.
Uno de los comercios de referencia que más ha notado la robustez de esta línea de negocio es Koopera. La iniciativa impulsada por Cáritas está buscando local para abrir la que será su quinta tienda de ropa de segunda mano en la capital alavesa. Empezaron en la calle Sáez de Quejana en 2015 y desde entonces han abierto otros tres locales para aumentar el trabajo de inserción laboral que realizan a través de estos comercios. La expansión ha sido posible gracias a una demanda en crecimiento exponencial. El pasado año uno de cada tres vitorianos adquirieron productos en los establecimientos de este proyecto solidario.
Direcciones: Se sitúan en el número 31 de la calle Postas, el 7 de Simón de Anda, en Sáez de Quejano y Fueros, 3.
Mayelin Baez, responsable del local de la calle Postas desde hace seis años, explica que ha notado un cambio en la percepción de las tiendas. «Antes la clientela de la zona no venía y ahora sí se pasan por aquí». Baez lo achaca a que la gente cada vez está más concienciada con el medio ambiente y, sobre todo, a que el precio de 'lo nuevo' es cada vez mayor mientras que en Koopera las prendas cuestan 4 euros de media. «Aquí encuentras la misma ropa en buen estado, limpia y a un precio mucho menor», subraya la responsable de la tienda.
Son productos exhaustivamente seleccionados que llegan a los más de 30 contenedores blancos repartidos por Vitoria. Tras recoger las toneladas de ropa –922 el año pasado– las trasladan a una planta de 'picking' (selección) en Munguía. Allí se escogen las prendas que se pondrán a la venta, alrededor del 51% del total recogido. El resto se reutiliza y transforma para otros fines como aislantes de fachadas. Aunque lo habitual es que deshaciendo las hilaturas, el algodón resultante se emplee para fabricar nuevas prendas.
Una vez seleccionada en Munguía, la ropa pasa de nuevo por Vitoria, por la nave ubicada en Gamarra, en la que se somete a pequeños arreglos, limpieza y planchado antes de ser etiquetada y enviada a las diferentes tiendas. Ainhoa Martín, responsable del programa de empleo Berjantzi, explica que todo este proceso se lleva a cabo con trabajadores de un proyecto de inserción. El objetivo es que Koopera sirva como «empresa puente». A través de esto buscan que los empleados «estén mejor preparados para el mercado ordinario», incidiendo en aspectos como la puntualidad, el trabajo en equipo o la iniciativa.
El tiempo mínimo en este programa de inserción es de seis meses aunque se puede ampliar hasta los 36. En el segundo año los trabajadores reciben una formación enfocada al sector que escojan una vez terminado el programa, y en el tercero, se les ayuda con la búsqueda activa de empleo, haciendo el currículum y apoyándoles en las entrevistas.
Las empresas de reinserción, de gestión de la ropa y las tiendas son sin ánimo de lucro. El dinero que se consigue a través de las ventas se reinvierte en varios pasos del proceso. «Hay tiendas que mejorar porque se han deteriorado», explica Martín sobre la utilización del dinero, «se crean más contratos de inserción, se abren tiendas o se compra maquinaria».
Estos locales se crearon para dar respuesta a los roperos de Cáritas. Anteriormente la gente donaba la ropa a las iglesias y allí los encargados la repartían de manera impersonal. Una de las cosas que se quería cambiar con las tiendas de Koopera era la de crear una experiencia de compra normal para la gente más necesitada. Se les hace entrega de unos vales, eligen lo que les gusta y lo adquieren de manera discreta.
Es un objetivo que hoy es realidad, porque Koopera se ha convertido en una tienda más en las calles vitorianas. «Hemos visto el escaparate y nos ha llamado la atención», explican Lucía y Paloma, dos turistas madrileñas que ni se habían dado cuenta de que el establecimiento de la calle Postas era de segunda mano. «Está todo muy cuidado y bonito», admiran madre e hija, ambas cargando con vestidos en el brazo, «La calidad de la ropa es mejor que en muchas tiendas de este tipo en Madrid».
En el caso de Haizea y Garazi, Koopera es una parada habitual. «Últimamente vamos más a tiendas de segunda mano que normales», aseguran. Para ellas el precio es importante porque «encuentras prendas parecidas o iguales a las de otros comercios a mejor precio». Pero también se enorgullecen de su apuesta por la ecología al participar en la economía circular. «Creemos que ya hay suficiente ropa como para comprar nueva y que sigan produciendo más», zanjan.
Para Hajar la concienciación por el medio ambiente le viene de familia. «Mis padres desde pequeña me han llevado a locales de segunda mano, así que se me ha quedado la costumbre», dice mientras ojea uno de los 'burros' de ropa, explicando que intenta pasarse por la tienda una vez al mes porque «si, de esta manera, puedo ayudar también al planeta, mejor que mejor».
Aida Books & More es otro proyecto que también tiene un trasfondo solidario. Comenzó hace seis años y ha llegado a Euskadi hace menos de un mes con su primer local en Vitoria, en la calle Rioja. Recibe donaciones de libros para su posterior venta a precios asequibles, utilizando lo recaudado para cubrir proyectos de cooperación para el desarrollo de la ONG Aida, Ayuda, Intercambio y Desarrollo.
Su cometido se extiende a países como Bangladesh, Senegal o Guinea-Bissau. Aída Alonso, encargada de Aida Books & More, explica que uno de los proyectos más potentes es el que da nombre a su eslogan, 'libros que salvan vidas'. «Traemos a niños de Guinea-Bissau que nacen con cardiopatías congénitas», explica Alonso, «se operan en España u otros países europeos y regresan a su país completamente recuperados y haciendo vida normal».
La tienda se gestiona a través de voluntarios como Endika y Loli, que se apuntaron por los proyectos que gestiona la ONG. Ahora mismo la tienda cuenta con suficientes voluntarios para abrir en horario normal, lo que se necesita son donaciones. «Hay muchas estanterías vacías», expresa Endika, «cuanta más variedad de libros mejor», apostilla.
Si buscamos artículos de electrónica, videojuegos y DVDs de segunda mano, la tienda de la cadena británica CEX es una de las pocas que hay en Vitoria, en la calle Independencia. Andrea Granado lleva siete años como encargada y ha sido testigo del aumento progresivo de las ventas «aunque todavía nos estamos recuperando de la pandemia». Gracias a la subida en clientes han ampliado su catálogo, ofreciendo productos de estética como planchas y secadores de pelo, y también juegos y consolas retro.
Aún así, sus productos estrella siguen siendo los videojuegos y los teléfonos gracias al método de intercambio que ofertan para impulsar el reciclaje. Si llevas tu antiguo celular o juego, te pagan más al canjearlo por un vale de la tienda, animando a la clientela a que sea parte de la economía circular.
Aunque CEX está abriendo más tiendas en otras ciudades, «en Vitoria no se está planteando». Granado explica que «no lo descartamos para un futuro», poniendo la mirada en el centro comercial El Boulevard, como espacio «idóneo» para su expansión.
Sergio es un cliente habitual de la tienda porque «soy un friki, me gustan las pelis y los videojuegos». En su caso los precios o el reciclaje no son motivos de compra, si no el deseo de ampliar su colección de films y juegos. «Encuentro cosas que ya ni se fabrican», explica frente a los stans de DVDs. «Un juego de hace 20 años o una peli que vi de crío y que ya no la encuentras en ningún otro sitio la puedes encontrar aquí», sostiene.
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