El comercio chino de Vitoria, el primero en cerrar, abre de nuevo
Bajaron la persiana dos semanas antes del estado de alarma. «Aún tenemos para arroz, pero ya no nos llega para comprar carne», bromean
Fueron los primeros en echar la persiana, quince días antes del decreto del estado de alarma. Esta semana, un perceptible contingente de los comerciantes chinos de Vitoria ha retomado su actividad habitual. Es una avanzadilla de unos diez comercios –supermercados y bazares, principalmente– a la que se unirá un batallón a partir del lunes, cuando el confinamiento se relaje otro gradito más.
Publicidad
Casi dos meses y medio se ha encerrado en su hogar esta comunidad, con información 'privilegiada' llegada desde su país de origen. «Ahora, nuestros familiares allí están preocupados por nuestra salud», detalla Wei Wei, más conocida como Marta, al frente de un supermercado en la calle Diputación. «Cuando se conoció el primer caso de contagio en Álava, muchos paisanos empezaron a cerrar. Me acuerdo muchísimo de aquel día».
En el bazar Chang Long de la calle Basoa, Lucía ordena la fila de clientes que aguarda en la acera. «Aunque somos optimistas, tomamos todas las medidas de precaución porque esto todavía no ha pasado. Tenemos miedo a un rebrote», asevera. Ella se protege con guantes, mascarilla y una visera. Su negocio se reactivó el martes.
24 horas antes se decidió Jun, el sonriente propietario del Covirán de la calle Florida. «Hemos pasado estas semanas en casa y cuidando de la hija pequeña». Una muralla de plástico transparente acoraza su puesto en la caja registradora. «Nos decidimos a abrir porque la situación sanitaria ha mejorado mucho. Luego hay muchos gastos que pagar y nosotros trabajamos con productos perecederos». En estas dos primeras jornadas de nueva normalidad por su tienda han pasado «menos clientes que antes de la llegada del coronavirus».
Sin rebaja para el alquiler
Pocos minoristas chinos de la ciudad poseen lonjas en propiedad. Durante estas semanas de barbecho, muchos intentaron negociar alguna rebaja de los alquileres. En balde. «Algunos se han quedado con la cuenta a cero. Eso ha tenido más importancia que el miedo a contagiarnos», cuenta otra comerciante que pide el anonimato. El mes pasado, esta comunidad donó productos sanitarios a Osakidetza.
Publicidad
Ayer jueves, sus comercios rebosaban de vida en barrios como el centro, Desamparados, Coronación, El Anglo o El Pilar. Yin regenta un par de fruterías. Fue de los primeros en reengancharse a la actividad. «Abrimos hace un mes. En mi caso estoy contento porque tengo una clientela muy fiel», agrega mientras cobra un manojo de cebollas a un caballero.
También hay cola frente al Hipermercado Oriental, donde atiende Juan, chistoso y cultivado. «Cerramos por la presión de las noticias que llegaban, pero como ahora Sánchez nos deja abrir...», relata entre risas.
Publicidad
La cuestión monetaria ha jugado un papel determinante en su decisión. «La economía, majo. Mira Trump. No quiere vida, quiere economía. Para comprar algo de arroz tenemos, pero para comprar carne ya no». La conversación la corta una clienta. «Que no te he explicado bien, quiero un bote de silicona para la taza del váter que se ha soltado».
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión