Una inspección arqueológica revisa más de sesenta 'calaos' en Laguardia para evitar afecciones por las obras. JESÚS ANDRADE

Laguardia afronta una cirugía urbana para llevar el gas a su casco histórico

Las vibraciones de la maquinaria obligan a revisar más de sesenta bodegas subterráneas en la zona de intervención para evitar hundimientos

Domingo, 1 de septiembre 2024, 00:38

Las molestias son consustanciales a las obras, pero en el caso de Laguardia, cuya red de bodegas recorre el subsuelo, las obras de renovación de ... los servicios básicos dan un poco de miedo. Cualquier error puede dar al traste con un patrimonio que acumula siglos de historia y que está enterrado bajo las calles.

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Con esa precisión de cirujano, el servicio de arqueología en el que trabaja Miguel Ángel Berjón recorre estos días los 'calaos' para comprobar su estado, analizar si deben reforzarse y asegurarse de que nada va a cambiar en el subsuelo de la capital de Rioja Alavesa. «Son unas obras complejas y estamos diagnosticando el estado de las bodegas porque va a haber maquinaria trabajando y eso genera vibraciones». La situación de la red que recorre el subsuelo es variopinto. Desde los 'calaos' que están completamente restaurados, como el de Juan Cruz López León, que solo lo usa «para mi capricho», a los que también están en uso y en los que se elabora vino, como el de Javier Gutiérrez, de la Bodega Mayor de Migueloa. «Nadie me asegura que no vaya a haber problemas», teme.

Berjón confía en que «proyectando hormigón, se pueda conservar este patrimonio». En total son cerca de sesenta bodegas las que están afectadas por la obra, que se va a localizar al Oeste del casco histórico, entre las calles Páganos, Mayor, Santa Engracia y Esquide. La mayoría se encuentran a una profundidad de entre 1,5 y 3 metros y cerca de la iglesia de Santa María en cuyos alrededores se abordará la fase cinco a continuación.

La cuarta fase para llevar el gas y renovar los servicios al casco histórico exige una inversión de casi dos millones

El plan es dar continuidad a las fases 1, 2 y 3 que se ejecutaron en los años 2010, 2015 y 2017 respectivamente para lograr una red separativa de aguas pluviales y residuales, que ahora no está completa, la renovación de todos los servicios y sobre todo, «que nos llegue el gas», que es una de las mayores aspiraciones de los residentes en el casco histórico que todavía no disponen de este servicio.

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«Las obras duraran un año y costarán dos millones de euros», explicó el alcalde, Raúl García, que repasa la inversión que supondrá remodelar todo el casco histórico y calcula que asciende a cerca de diez millones, unos dos millones por cada fase. «A continuación de esta, abordaremos la quinta, con la que termina la renovación, explicó.

Riesgo de hundimiento

A Javier Gutiérrez, las obras le están quitando el sueño y ya ha decidido cerrar las fechas más complicadas para evitar que los clientes se alojen en su hotel. Creo que no van a estar cómodos rodeados de zanjas. «Nuestro edificio es el antiguo Palacio de Viana y cada vez que queremos hacer algo, nos piden un estudio. Aquí van a entrar sin estudios previos para hacer un proyectado de hormigón que no protege el patrimonio. Para mí la solución es la que se ha aplicado durante siglos, reforzar con arcos de piedra, de sillería. No es económica, pero es lo que creo que hay que hacer», explicó. Su convicción se deriva del deseo de mantener la esencia de su bodega, la única en el casco histórico que todavía elabora vino y no solo se dedica a la guarda. «Me han prometido que por lo menos podremos meter la uva con carros en octubre, tras la vendimia».

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Su mayor preocupación pasa por la estabilidad de su bodega. «Habrá maquinaria trabajando, vibraciones, y se pueden producir humedades». Cualquiera de estos ingredientes por sí solo significa que Gutiérrez se eche a temblar, sobre todo si llega hasta el corazón del 'calao' donde elabora y cuida sus vinos y donde sorprende a sus clientes.

Gutiérrez comparte con Estíbaliz Amelibia la ventaja de estas obras. «Nos va a llegar el gas y no vamos a tener que andar con bombonas» explican ambos, pero «la maquinaria va estar bloqueando las calles, habrá ruidos, vibraciones, peso…». Amelibia ya ha pasado por un derrumbe previo en su bodega. «Se rellenó con hormigón y se cerró la gatera para la ventilación. Por eso, la vamos a tener que abrir de nuevo e igual tenemos que reforzar algo» explicó mientas espera el informe de la revisión arqueológica.

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Juan Cruz López León por su parte, está tranquilo. A él ya le pasó la obra por encima de su bodega «y ahora no me toca», explicó. Además, es una de las más profundas, «a unos diez metros de profundad». Él ya tuvo tarea para arreglar los 124 metros de recorrido de este magnífico espacio, «uno de los más anchos del pueblo», donde trabajó de lo lindo para «sacar tres camiones de tierra» y restaurar todos los arcos. Tan detallista es López León que metió un bocoy (una gran cuba) con capacidad para 3696 litros y la desmontó entera para meterla tabla a tabla en el interior y volver a reconstruirla en el interior.

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