El cáncer en primera persona

La AECC de Álava ha sido la anfitriona, un colectivo que el año pasado atendió a cerca de 850 personas en la provincia. Les brinda desde apoyo psicológico a acompañamiento o ayuda con el alojamiento a la hora de tener que desplazarse para recibir tratamiento. La investigadora Carolina Espina fue la encargada de abrir el congreso con una ponencia sobre prevención primaria y secundaria. Estuvo seguida de cuatro mesas redondas y hubo también tiempo para compartir experiencias personales durante la pausa del café. Tres de los participantes conversaron con EL CORREO sobre la enfermedad y su papel en la AECC alavesa.

Una de las principales inquietudes de la AECC de Álava ahora mismo es «avanzar en el diagnóstico precoz» de la enfermedad. «Es fundamental y una cuestión que nos preocupa. No solo la pandemia ha afectado, también se requiere mucha inversión en investigación para avanzar en este campo», traslada el presidente de la asociación, Patxi Ormazabal. «La prevención por un lado y la investigación son fundamentales en esta lucha», insiste. Encuentros como el de ayer sirven para compartir preocupaciones comunes y reflexiones sobre la enfermedad. «Es importante definir también la centralidad del paciente y de sus familiares durante todo el proceso», señala Ormazabal. «El cáncer es transversal y llega a todos los ámbitos de la vida. Entre ellos el trabajo, y en foros como este vemos como afecta, por ejemplo, a los autónomos. Que de un día para otro tienen que abandonar su negocio», añade. Por eso, el presidente de la AECC subraya la importancia de acudir a asociaciones como la suya y anima a los pacientes a ello, aunque al principio haya reticencias. «Y que lo hagan cuanto antes. Porque el apoyo psicológico que podemos brindarles en esos primeros momentos del diagnóstico es vital». Ormazabal celebraba que 16 colectivos vascos se hayan unido para crear un foro como este, «es una manera de crear sinergias, porque juntos somos mucho más fuertes».

Cuando con 55 años a Pedro Mari Olaeta le diagnosticaron un cáncer de colon durante un cribado rutinario fue como si le arrollara un tsunami. «Se te rompe la vida», resume él. «Me lo detectaron en un estado muy avanzado y todo podía pasar», recuerda. El tratamiento de quimioterapia resultó exitoso y su historia con el cáncer tuvo un final feliz, aunque «nunca se deja de ser paciente oncológico» ya que tiene que acudir a revisiones periódicas. Pedro Mari no olvida aquellas primeras semanas conviviendo con la enfermedad y por eso ahora comparte lo aprendido con otros pacientes que están en la situación que él vivió. «El choque es brutal, y la enfermedad te afecta en todos los ámbitos de tu vida, no solo a tu cuerpo». Una vez se supera el cáncer «hay que recuperar el espíritu, las relaciones y las ganas de seguir hacia adelante». En su caso optó por no dejar de trabajar en ningún momento para que la casa no se le cayera encima. «Pero eso es algo muy personal», señala.

Su lucha ahora está centrada en el que el cáncer deje de ser un tabú, «que lo sigue siendo». A su juicio es algo sobre lo que muchas veces se evita hablar «porque se asocia a la muerte y en nuestra cultura occidental no se habla de la muerte». Pedro Mari quiere que eso cambie y la enfermedad se visibilice, y recuerda: «cada vez hay más supervivientes». Hace años que participa en congresos como el de ayer y en encuentros a nivel nacional, y en su momento fue activista para la implantación del cribado de cáncer de colón en todo el país. «En Euskadi existía. Pero si yo llego a ser residente en Haro probablemente hubiese muerto», concluye sin medias tintas.

Koldo Palacios conoció la AECC de Álava hace más de dos décadas, cuando a un familiar le detectaron la enfermedad, y desde entonces no se ha desvinculado de la asociación. Es voluntario y realiza todo tipo de tareas. «Desde sacar las fotos a arreglar una cama que tenemos en un almacén para pacientes o tareas de desinfección», enumera este hombre de 67 años. Para la asociación solo tiene buenas palabras. «En su momento nos ayudaron mucho a la familia, nos tuvimos que ir fuera y nos buscaron un piso. También nos orientaron en todos los ámbitos y nos dieron apoyo psicológico», recuerda. Ahora dedica su tiempo a los demás «porque me gusta estar activo, ayudar y sentirme útil».