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La pesadilla comenzó en junio de 2023 con la llamada de una vecina a los dueños del antiguo bar Dori, en el barrio de Arana, ... en Vitoria. Había observado movimiento en su interior y quiso comprobar que la lonja había sido alquilada. Esa era la intención de los propietarios, pero nada más lejos de la realidad. Aprovechando que estaba vacía, unos desconocidos accedieron al interior y lo convirtieron en un hogar improvisado provocando una gran inquietud en el barrio. Así ha permanecido durante año y medio, hasta que la semana pasada la Policía Local precintó la lonja y colocó varios carteles en los que se prohibía el acceso. Fue el primer paso para que los propietarios legítimos iniciaran la recuperación de un bar que funcionó a pleno rendimiento durante cuatro décadas antes de convertirse en foco de inseguridad, peleas e incluso de varios incendios.
Hace unos días se colocó una reja que cubre de arriba a abajo toda la cristalera del establecimiento ubicado en la calle Extremadura, donde por cierto ya no había ni rastro de los cristales. De esta manera se pretende dificultar el acceso a cualquiera que pretenda entrar en su interior. Pero no ha sido la única medida en este sentido. Ayer mismo, dos operarios instalaron una verja automática en la puerta principal, que hasta hace unos días estaba cubierta por un par de tableros que los okupas movían para entrar y salir a su antojo.
Agentes de la Policía Local aprovecharon un momento de la semana pasada en el que los inquilinos no se encontraban en su interior para poder precintarla y dar el aviso a los dueños para que pudieran actuar tras darles la razón un juzgado de Primera Instancia. No se lo pensaron dos veces, y es que el antiguo bar se había convertido en un auténtico quebradero de cabeza. En su interior ayer todavía eran visibles muebles, colchones, mantas, utensilios de cocina, un pequeño hornillo, zapatillas, comida y bebida. Clara muestra de que el local se seguía utilizando como punto de encuentro por jóvenes conflictivos de sobra conocidos por patrulleros locales. Los vecinos narran altercados entre ellos, violencia y cristales rotos, consumo de sustancias estupefacientes y varios incendios en los que han tenido que intervenir los bomberos. «Desde luego a nadie le gustaba tener esa lonja al lado de casa hecha un asco y con el peligro que conllevaba. Esperemos que esta sea la solución definitiva y no vuelvan, pero el Ayuntamiento tenía que haber intervenido antes», compartía un matrimonio mayor residente en un portal cercano.
La intención inicial cuando finalizó la actividad hostelera era buscar unos inquilinos y poder alquilar el espacio con vistas a poner en funcionamiento un negocio. Esos planes se truncaron a pesar de haber varios interesados y los dueños interpusieron entonces una denuncia por okupación en los juzgados. Sin embargo, no ha habido ningún movimiento desde el ámbito judicial.
La del bar Dori ha sido durante este tiempo una de las lonjas okupadas más activas de la capital alavesa y ha llegado a provocar encontronazos entre los responsables políticos. Meses después de la intrusión de los okupas el concejal del área de Convivencia, Pascual Borja (PSE) afirmó que «la convivencia hay que construirla, cuesta tiempo, implica ser generosos, hacer sacrificios, ceder y entender al otro». Días después, el diputado general, Ramiro González, reclamó al Ayuntamiento que generara «seguridad» frente a los okupas.
Tras este desalojo, Vitoria tiene ahora una lonja okupada menos pero todavía hay otra «docena» de espacios similares. En Coronación, Ibaiondo, Judimendi, Adurza, Salburua, Casco Viejo... La última detectada por los agentes es un pequeño bajo junto al cantón de Anorbín.
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