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El balón y los goles vuelven al patio del colegio
El nuevo protocolo para este curso permite utilizar materiales compartidos como cuerdas o pelotas, una alegría para los alumnos
No más zapatillas maltratadas por convertirse en balón de baloncesto ni bolas de papel pateadas entre porterías. El curso pasado, la prohibición de utilizar materiales compartidos agudizó el ingenio de los alumnos, que se las apañaron para convertir cualquier objeto en una pelota con la que jugar. El nuevo protocolo ya permite utilizar durante el recreo balones, cuerdas, raquetas, cartas o peonzas. Y ha sido el cambio que más alborozo ha provocado entre el alumnado de los centros que han incorporado esta novedad.
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El grito de ¡gol! ha regresado al patio de la ikastola Olabide. «Teníamos muchas ganas de volver a jugar al fútbol. El año pasado estábamos en la tirolina o jugábamos al 'virus', que es como un pilla pilla... pero esto me gusta mucho», confiesa Markel, alumno de 5º de Primaria, vestido con la equipación del Deportivo Alavés. El patio está dividido en doce espacios, y las clases van rotando cada día por cada uno de ellos. Hay zona verde, futbolines, mesa de ping pong, tirolina, canchas deportivas... y todos saben dónde les toca y cuáles son los límites de ese espacio. «Los más futboleros lo pasaron mal el curso pasado, pero tampoco fue un drama. Jugaron muchísimo con piedras y maderas, hicieron chabolas o jugaron al pilla pilla sin tocarse. Al final, el ingenio te hace sobrevivir», cuenta la directora de Olabide, Ziortza Gil.
En la pista de baloncesto, Gorka echa unas canastas con sus compañeros de clase. «Ahora podemos hacer más cosas y usar todos los materiales. Es mucho mejor», confiesa este estudiante de 5º de Primaria. Cada clase tiene sus objetos para utilizar durante el recreo y los propios alumnos son los encargados de recogerlos y guardarlos. «Lo que hemos visto es que han vuelto juegos antiguos como el 'un, dos, tres carabin bon ban'», señala Mikel Abasolo, coordinador de la etapa de Primaria. El tiempo dirá si perduran o se vuelve a imponer la tiranía del balón, algo contra lo que los centros llevan tiempo luchando. Y con éxito, como se puede comprobar durante el recreo del colegio Niño Jesús. Allí ha vuelto el fútbol sí, pero también las peonzas, las raquetas, las chapas, las cartas, las tizas o los juegos de mesa.
«El curso pasado llegaba la hora del recreo y salían a correr desbocados, sin rumbo. También se aburrían mucho y nos lo decían. Ahora hay juegos en grupo, normas, y hay más unión entre ellos», reflexiona Leire Villalón, profesora de Educación Primaria. El retorno del material escolar también ha provocado que se reduzcan los conflictos. «El curso pasado hubo más peleas por los juegos de contacto. Sí que hemos visto que con material de por medio hay menos disputas», añade su compañera Aintzane Sánchez mientras ambas vigilan el patio. Los grupos burbuja son por clase y las instalaciones están divididas por zonas, al igual que en Olabide, por las que los alumnos van rotando.
Un grupo de niñas juega con la cuerda y al lado unos compañeros se divierten en un trozo de asfalto reconvertido en pista de voleibol. «El fútbol ya no es todo, ha quedado difuminado», confirma el director, Dario Nasilli. Aunque hay quienes no podían vivir un día sin él. «El curso pasado algunos ya se hacían balones con el papel de aluminio del bocadillo», recuerdan los educadores. Quedan tres minutos para las 11.30 y suena el timbre, es hora de recoger y guardar todo en los armarios. Son las 11.30 y el timbre vuelve a escucharse. Toca regresar a clase.
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