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Las personas mayores de Llodio tienen en la calle Doctor Fleming un centro social, como un salón de estar colectivo, donde conversar, tomarse un café, ... echar una partida de cartas o atender una conferencia sobre la sexualidad en la vejez, como la que se celebrará mañana a las cinco de la tarde. También se ejercitan los días de labor en el gimnasio, bailan los domingos de octubre a junio con sesiones especiales, preparan excursiones culturales y se emocionan con viajes.
En el futuro, como pretende el Ayuntamiento de la localidad, disfrutarán incluso de un servicio de comedor de a diario, de lunes a viernes, para atender a aquellos a los que su cocina ya se les hace un mundo. Los miembros de la Asociación de Pensionistas y Jubilados San Roketzar llodiana tienen de todo, o de casi todo en su otra casa, menos espacio. Aunque su sede social ofrece 404 metros cuadrados después de sucesivas ampliaciones y reformas, les falta superficie para sentirse más cómodos en el desarrollo de sus actividades y dar cabida a los más de 550 socios. No les basta con el bar, abierto a la ciudadanía, y las tres salas privativas, una que hace las veces de gimnasio y las otras dos habilitadas para ocio. Es poco.
«El local se nos ha quedado pequeño y obsoleto», denuncia Javier París, el presidente del colectivo, la misma mañana que coincidió la visita al recinto del aparejador municipal y un empleado de una empresa de reformas con papeles en la mano para diseñar la ubicación del futuro comedor. El servicio de comida es una demanda, todo hay que decirlo, de los mayores de Llodio, recogida a modo de conclusión en una encuesta municipal, que alimentará a unos cincuenta comensales cuando esté en marcha. Se servirá mediante catering entre la una y las tres de la tarde, justamente el tramo horario cuando el club de mayores cierra sus puertas hasta su reapertura de tarde. Así que el almuerzo no alterará las actividades.
Los cientos de asociados de San Roketzar celebran las mejoras previstas así como el estreno del comedor, pero sienten que seguirán apelotonados en las sillas y mesas de juego y charlas de un local insuficiente, que atiende a su veterana clientela todos los días de 11.00 a 13.00 horas y de 15.00 a 21.00. «Necesitamos más espacio, un lugar mayor. Este se está quedando pequeño. Ahora no entramos más de 200-250 personas. Y somos casi 600», relata Javier París. ¿La solución? «Desde luego todo pasa por el dinero, pero o se amplía este centro o habría que buscar uno nuevo y mayor. Esta es la demanda», añade el presidente. En principio, el Ayuntamiento de Llodio, como propietario del equipamiento, solo contempla actuar sobre la actual sede de los pensionistas y jubilados con la habilitación del restaurante social y otras obras menores.
También planea sobre los mayores llodianos otra cuestión inquietante para la que carecen de respuesta formal. «¿Qué haremos cuando esto esté en obras? ¿Dónde nos ubicarán?», se pregunta París. Porque en algún momento del proceso constructivo tendrán que dejar hacer su faena a los peones y abandonar por un tiempo su segundo hogar.
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