Llodio quiere arreglar la plaza de abastos con fondos europeos

La rehabilitación del mercado es una demanda que viene de lejos y durante esta espera se han perdido varios puestos. La plaza se creó para albergar ocho pequeñas tiendas de productos frescos y hace dos décadas quedaban seis abiertas. Hoy levantan la persiana sólo dos charcuterías y una pescadería porque su disposición obliga a los comerciantes a atender en unas condiciones precarias. Lo hacen casi a la intemperie porque las instalaciones, que el Consistorio llodiano está obligado a ofrecer, no reúnen las condiciones mínimas. Tienen goteras desde hace años que se reproducen continuamente y, pese a los sucesivos lavados de cara que se han realizado, nunca se han terminado de resolver los problemas.

Los comerciantes trabajan bajo un pórtico que les protege de la lluvia pero que no evita el frío ni el calor porque sus puestos están a pie de calle y tampoco cuentan con vestuarios. Pero las humedades son el principal problema del mercado y han obligado incluso a precintar la fuente de la plazuela de la iglesia. Las peticiones de los comerciantes para que el recinto se arregle son ya innumerables y siempre se han mostrado dispuestos a colaborar en la financiación de las obras. Se trata de una instalación vieja, a punto de cumplir setenta años, sin reformas de calado en este tiempo.

Hace ya dos décadas que se empezó a hablar de la necesidad de mejorar la plaza. En 2005, los propios vendedores impulsaron la redacción de un proyecto que contemplaba el derribo del mercado y la construcción de uno nuevo acristalado, pero el PSE rechazó en aquel momento la reforma porque suponía tirar la zona porticada. Ya entonces se barajó la posibilidad de colocar mamparas para proteger a los comercios aunque la idea nunca se ha llegado a ejecutar.

En 2010 se convocó un concurso para redactar un nuevo proyecto. El ganador tenía un presupuesto de 1,5 millones de euros y el nuevo mercado iba a ocupar el espacio destinado en la actualidad a la plazuela de la iglesia y se pretendía también quitar la zona porticada. Todas las escaleras quedaban eliminadas, además, para poner en su lugar rampas accesibles. Tras una paralización provocada por el recurso del Colegio de Ingenieros, el proyecto o quedó finalizado en 2012 y fue entonces cuando un grupo de vecinos inició una protesta para evitar la desaparición de la plazuela.

Ese mismo año se colocó un aseo autolimpiable que despertó muchas críticas al ocupar el centro en la plaza. Cuatro años más tarde se decidió su traslado al lugar donde se ubicaron los antiguos baños que en diciembre de 2016 fueron derribados debido a su mal estado. La última remodelación se abordó en 2014 y supuso una inversión de 85.300 euros para eliminar las humedades, arreglar las paredes y la electricidad, rotular y renovar el pavimento. A partir de entonces, en 2018, el Gobierno vasco denegó los 500.000 euros solicitados por el Ayuntamiento para iniciar la reforma.