La hostelería alavesa confinada, pendiente del tiempo para llenar sus terrazas
Los bares de Amurrio, Llodio, Aramaio, Ayala, Labastida y Laguardia confían en el buen tiempo para manener su actividad
La mayor parte de la hostelería alavesa quedó ayer sometida a nuevas restricciones horarias que limitan su actividad en el interior a seis horas diarias, ... de 6.60 a 9.30 y de 13.30 a 16.30. El resto, las consumiciones se tienen que hacer sentados en la terraza en grupos de cuatro personas como máximo.
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LLODIO
«El tiempo nos va a condicionar los próximos días»
El sector hostelero de Llodio afrontó ayer el primer día de restricciones horarias mirando al cielo. «Los bares que tengan la terraza al sol, lo tendrán mejor, perosolo si no se pone a llover», explicó Aketze Ortiz de Zárate en el bar Barea mientras miraba desolada la escasa actividad en un mediodía luminoso en el centro de Llodio, donde la tendencia de contagios se mantiene al alza y ayer sumó ocho nuevos casos. Víctor Martín, del bar Azoka confesaba su «cansancio» ante las nuevas limitaciones y confiaba en poder volver a la situación anterior en una semana «porque si no, hay bares que no tienen terraza y como estemos así más tiempo, alguno va a tener que cerrar», lamentaba.
Entre la clientela cundía la desorientación, especialmente entre los más veteranos, acostumbrados a consumir en el interior. «¿Por qué no puedo entrar?», se preguntaban. El sector sólo confía ya en el naufragio de las malas previsiones meteorológicas y «en que la vacunación avance rápidamente porque no se ve mucho movimiento en el 'vacunódromo' del parque de Lamuza y eso que está viniendo aquí toda la gente de la zona», apuntó uno de los clientes que apuraba el café en una terraza de Zumalakarregi.
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AMURRIO
«Hemos tenido que reinventarnos»
En Amurrio, atribuyen el aumento de contagios a «la presencia de jóvenes de otros pueblos los fines de semana». La situación ha obligado a reforzar la vigilancia policial y a pesar de todo, sumó ayer cuatro nuevos positivos que mantiene la incidencia en 484 casos por 100.000. Para Marta Juliá, del restaurante Abiaga, las nuevas restricciones no van a suponer un cambio importante en su día a día por las decisiones que adoptaron al inicio de la pandemia. «Nos han obligado a reinventarnos y entregar la comida sin que los clientes tengan que bajarse del coche», señaló. Aún así, «hoy sí hemos notado que hay menos gente a comer», explicó. Son trabajadores de empresas cercanas, que «han bajado entre un 10 y un 15%».
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Las terrazas siguen siendo un refugio para muchos clientes que «tienen más miedo y prefieren quedarse en calle». En el sector comparten la preocupación porque las nuevas limitaciones «nos van a afectar sobre todo por el cierre perimetral, especialmente el fin de semana, porque mucha gente se quedará en casa en vez de venir a comer».
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LAGUARDA
«No tenemos reservas para el fin de semana»
En la Laguardia, las nuevas restricciones han devuelto a los vecinos a la situación que han arrastrado durante los últimos meses, con el cierre a las visitas. «Nos hace polvo, porque si no viene gente, no podemos trabajar» explicó ayer Fernando García, de la cafetería Doña Blanca, lamentando que «no tenemos reservas para el fin de semana». Las previsiones han obligado a algunos bares a cerrar sus puertas hasta que la situación se despeje.
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El cierre perimetral ha mermado los comedores y no tienen nada que ver con lo que se puede ver a diario. «Nos viene la gente que está trabajando por la zona, pero las restricciones de movimiento se notan mucho porque la gente ya sabe que en Laguardia estamos confinados y prefieren no venir siquiera», señaló.
Los vecinos echaron ayer mano del reloj para empezar el 'poteo' de mediodía un poco más tarde, a la una y medida, cuando ya era posible entrar en los bares. Alguno incluso retrasó la hora de la comida para aprovechar esa 'ventana' porque «si se pone a llover, como parece, en la terraza no se va a sentar nadie».
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LABASTIDA
«No abriremos de nuevo hasta que podamos viajar»
El cierre en Labastida se prolonga desde el 6 de abril. El goteo de casos diarios es continuo desde hace semanas y la tasa de incidencia está disparada. Ayer alcanzó 1217,17, una de las más altas de Álava. La preocupación en el pueblo es máxima con una vista puesta en la próxima cosecha porque los depósitos tienen todavía vino de los dos últimos años que no puede salir al mercado con las restricciones actuales. «Algunas bodegas grandes ya han dicho que no nos van a comprar el vino este año», aseguró un viticultor. La hostelería «justo libró la Semana Santa, y trabajamos bastante bien porque pudo venir gente que tenía reservas», explica Soraya Urkidi, del Jatorrena, pero ella cerró en la semana de Pascua y «eso que teníamos bastantes reservas» por el cierre municipal. «No pienso volver a abrir hasta que no podamos viajar», aseguró.
Las restricciones han convertido a Labastida «en un pueblo muerto. Es lo que pasa si no viene nadie de fuera», añadió José Angel Bastida, del bar Bastida's.
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ARAMAIO
«No podemos abrir solo con la gente del pueblo»
El plan para muchos residentes en el alto Deba y Vitoria es acercarse a una sidrería como la que regentan Juanan Aretxaga y Juanjo Peciña en Aramaio, pero ayer estaban decidiendo qué hacer a partir de ahora. «Abrimos los fines de semana, pero si estamos cerrados nosotros y también la mayor parte de los pueblos que nos rodean, no podemos abrir solo con la gente del pueblo, que somos 1.500 los que vivimos aquí. Y eso que vienen cuadrillas a comer, pero no pueden hacerlo todos los fines de semana», aseguraron ayer.
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En sidrería la Iturrieta temen además la llegada de la próxima cosecha de manzanas. «Va a ser enorme, así que esperamos que la situación mejore», añadió Peciña, previendo un 'stock' casi imposible de gestionar si no se reactiva la economía. De momento, las restricciones que se aplicarán a nivel local, les llevarán a presentar un nuevo ERTE para parte del personal «con el papeleo y los trastornos en los cobros que supone», a lo que añadirán la dificultad para calcular pedidos.
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