Los aviones zapadores remontan el vuelo en la gravera de Laguardia

Este ave, pariente de la golondrina, se encuentra en situación «vulnerable» y se han instalado taludes artificiales con arena para ayudarles a anidar

Domingo, 14 de agosto 2022, 01:16

El avión zapador (riparia riparia) es un ave que está catalogada como «vulnerable» y en 2002 apenas se avistaron medio centenar de parejas en todo Álava. Entonces, el Departamento foral de Medio Ambiente puso en marcha varias actuaciones para el seguimiento, la gestión y la conservación de este familiar cercano de las golondrinas y poco a poco está remontando el vuelo. Los últimos recuentos indican que, actualmente, hay cerca de 200 dúos reproductores en el territorio y una tendencia ascendente, aunque la experiencia de estas dos últimas décadas demuestra continuas oscilaciones por su enorme fragilidad, y esto hace impredecible su evolución. Tal es así que, durante los meses de confinamiento, su población cayó a la mitad por los efectos de un virus -que nada tenía que ver con el covid- en una colonia.

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A diferencia de la golondrina, los aviones zapadores no construyen sus nidos con barro y paja, sino que zapan -de ahí su nombre- en taludes. Es decir, los excavan. La escasez de muros naturales ha obligado a la intervención de los humanos. En 2009, la Diputación alavesa creó una colonia artificial aprovechando una estructura agrícola de hormigón en desuso en Mendíjur (en la cola del embalse de Ullíbarri-Gamboa) para agujerearla y atraer a estas aves migrantes que buscan un hogar para sus crías. «Les metemos algo de tierra y ellas escarban de manera que acaban satisfechas porque creen que lo han encontrado por casualidad», explica el jefe del Servicio foral de Patrimonio Natural, Joseba Carreras.

Además de Mendíjur, hay otros cinco puntos en la provincia donde los aviones zapadores empollan: Errekaleor, Amurrio, Salburua y Laguardia-El Campillar. En esta última localidad, se da la circunstancia de que los pájaros eligieron hace 19 años una gravera para anidar y su propietario, Carlos Santamaría, lejos de considerarlo un problema colabora con el Departamento foral de Medio Ambiente, que dirige Josean Galera (PNV), para tratar de ayudar en la conservación de esta especie. «Deja taludes arenosos para que la especie pueda criar y evitando al máximo las molestias en la cría», comenta Marta Olalde, jefa foral de Espacios Naturales y Biodiversidad.

Talud artificial de hormigón instalado en Mendíjur. DFA

Y es que a este ave le gusta vivir en las alturas para planear, cazar insectos o beber agua y posarse en otro punto elevado, por lo que es poco probable verlo posándose a ras de suelo. Todo esto ha permitido aumentar el número de parejas de aviones zapadores en los últimos años, ya que siempre vuelven a aquellos rincones en los que se han sentido protegidos. Cumpliendo con las indicaciones de los técnicos de la Diputación de Álava, Santamaría ha ido levantando y cambiando los espacios para anidar, eso sí, intentando siempre que eso no entorpezca la actividad de su empresa o la expansión de la zona de viñedos.

Siguiendo instrucciones

Aunque no fuesen conscientes de la vulnerabilidad de esta especie en un primer momento, el propietario de la gravera de Laguardia-El Campillar donde este ave fija su morada asegura que respetaron al animal desde que observaron cómo escarbaba en la parte arenosa de la gravera para instalar sus nidos hace dos décadas. Luego empezaron a recibir asesoramiento de la Diputación y siguen sus instrucciones para que cada año vuelvan a la zona.

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Esta compañía está obligada a rehabilitar medioambientalmente la gravera y convierte en viñedos aquellas áreas que ya se han explotado. Eso les ha hecho cambiar casi cada verano la ubicación de esta comunidad de vecinos voladores, algo que a ellos les satisface porque les gusta estrenar 'casa' continuamente. Estos últimos años han tenido que probar con la construcción de un talud de arena que se ha recibido con enorme éxito por parte de estos pájaros, que verano tras verano llegan a Laguardia en mayor número. Se trata de una especie migratoria que pasa los inviernos en la zona del Sahel, al sur del desierto del Sáhara y que en primavera empieza a poner rumbo hacia el Norte y, una vez que sus crías han cogido fuerza, vuelve hacia el trópico en septiembre.

Que se encuentren dentro de una parcela en Laguardia a la que no tienen acceso ciudadanos y otros animales es una ventaja para que los técnicos de Medio Ambiente de la Diputación de Álava puedan realizar, agazapados, las labores de conteo y seguimiento de cada pareja. «Ya están acostumbrados a los camiones y el ruido de las máquinas, pero no les gusta ver desconocidos por la zona y, cuando se asustan, empiezan a piar de forma repetida y desaparecen durante un buen rato», señala Santamaría, a quien tantos años de convivencia con los aviones zapadores le han convertido casi en un experto.

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Tal es la concienciación que existe sobre la conservación de esta especie en Álava que las próximas obras de saneamiento en el Alto Nervión estarán condicionadas a sus periodos migratorios. Sólo podrán ejecutarse estos trabajos cuando la colonia esté vacía.

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