Los auroros suman adeptos a la fiesta
La ronda por el casco antiguo con cánticos a Vitoria y la Virgen Blanca cumple con la tradición y estrena otra melodía
Ania Ibañez
Domingo, 3 de agosto 2025, 12:59
Las fiestas de La Blanca, que reciben su nombre en honor a la patrona de la ciudad, ya empezaron a asomar este domingo en ... la ciudad. Como es tradición desde hace diecisiete años, los auroros de la Cofradía de la Virgen Blanca recorrieron por la mañana el Casco Viejo como una avanzadilla de pañuelos rojos y emoción para anunciar la llegada de los festejos.
Esta tradición fue rescatada hace casi dos décadas, cuando comenzó a ser parte de la programación de fiestas. «En Agurain, el lunes de Semana Santa, se celebra una fiesta de Auroras y nos pareció muy interesante», explica Ricardo Sáez de Heredia, antiguo abad de la cofradía, sobre el origen del acto. «Nos animamos a traerlo aquí y empezar a salir a la calle cada vez con más acogida». Este 3 de agosto, su sucesora, Blanca Aguillo, habló directamente de un evento «multitudinario». «Nos hace mucha ilusión que la gente venga porque es una llamada a la fiesta», señaló la abadesa.
El acto comenzó a las 9.00 horas en la balconada de San Miguel, donde los cofrades y los centenares de vitorianos que les acompañaron comenzaron su particular pasacalles cantándole a la Virgen el 'Ave María' que estrenaron en 2019 con letra de Ramón Loza y música de Jesús Moraza.
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Desde allí recorrieron la Correría al ritmo de 'Pozik gatoz' parando en las antiguas vecindades frente a las hornacinas que se encuentran en la zona, como la de la Virgen Blanca, la de la Vega y Santa Ana para cantarles los auroros de 2012 y 2025, la novedad de este año con música del txistulari y director Moraza. Tras su paso por 'la Corre', los cofrades accedieron a la Catedral de Santa María para cantar a la virgen vitoriana su himno, con letra de Venancio del Val y música de Luis Aramburu.
550 kotxotxos
Después vino el toque azucarado con los tradicionales kotxotxos (dulce en euskera), que se degustaron con chocolate caliente. Este bizcocho fue 'rescatado' por Luis López de Sosoaga, maestro pastelero, que encontró las recetas «en un libro de mis abuelos» y a partir de ahí lleva «más de doce años» elaborándolos para fiestas. ¿El secreto? «Un poquito de maicena para darle esponjosidad». Todo un acierto porque los 550 dulces «volaron». Antes de degustar el chocolate y mientras los presentes hacían cola, se hizo una pausa para recordar a los cofrades fallecidos, como Jesús González de Heredia, de la Peña de Los Álava, la que sirve el desayuno, y en especial la exabadesa Cristina Fructuoso.
Tras la pausa del desayuno, los cofrades continuaron con su recorrido por el Casco Viejo por la calle Cuchillería para cantarles a las hornacinas de San Marcos, San Antonio de Padua y el cordón de San Francisco. El acto terminó con el regreso a la balconada de San Miguel, donde se entonó la última canción y se realizó la tradicional foto de familia. Faltaba escalinata para acoger a tantos devotos. Todo un éxito de asistencia, quizás por el buen tiempo que acompañó a los auroros, aunque Aguillo echó en falta a «más gente joven». La abadesa animó a los blusas y neskas a participar porque «es un acto muy entrañable y vitoriano, y hay que mantenerlo y transmitirlo».
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