Entre los clásicos de la Escuela se encuentran las clases de dibujo y pintura. Fotografías de rafa gutiérrez

Artes y Oficios vive su edad de oro

La Escuela vitoriana alcanza las 1.238 matriculaciones, la mayor cifra de su historia, impulsada por la «necesidad» de realizar tareas manuales

Lunes, 13 de octubre 2025, 00:14

«Cuantas más opciones digitales tenemos, más necesidad sentimos de volver a lo táctil, a lo material». Con esta reflexión, Nuria Pérez Cárcamo explica que ... la Escuela de Artes y Oficios de Vitoria haya batido este año el récord absoluto de matrículas de su historia: 1.238 alumnos, 49 más que el curso anterior. Profesora en disciplinas como acuarela, creatividad infantil y dibujo creativo, Pérez Cárcamo destaca el amplio abanico de edades –desde los cuatro años hasta las 93 primaveras de una veterana alumna– y celebra la diversidad de los asistentes. «Conviven generaciones y perfiles distintos, se crean sinergias muy chulas entre gente de diferentes ámbitos», señala.

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La cifra del centro de enseñanza no reglada más antiguo de Euskadi supera la de antes de la pandemia, cuando en 2018-2019 se alcanzaron los 1.005 inscritos, y ha provocado listas de espera con cerca de 300 personas. Una década atrás eran 807 alumnos. La Escuela de Artes y Oficios, denominación establecida en 1889 tiene su germen en la Escuela Gratuita de Dibujo, cuando se estrenó en Vitoria en 1774, con 74 alumnos.

Una de las claves de esa curva ascendente en un centro que mantiene más de 80 talleres reside en la capacidad de adaptar sus planes de estudio a las necesidades de cada momento. Nuevos cursos –manga, arte rebelde, dibujo creativo, arte textil o prácticas artísticas– se suman al tirón de otros más tradicionales, como la alfarería, la cerámica, los talleres infantiles o la fotografía.

«El edificio me encanta»

Ceire Wolfe (41 años), Gustavo Fernández (38), Alejandro Corres (19) y Marta Suárez (19) son algunos de los nuevos alumnos. Jóvenes, profesionales y recién llegados a la ciudad coinciden los miércoles y viernes en 'Técnicas artísticas', un taller que ya ha agotado sus plazas y que introduce distintas disciplinas como el dibujo, la pintura o la acuarela. Marta y Alejandro compaginan estas clases con sus estudios de Arte para Videojuegos y Animación en la Euneiz. «Aunque hagamos una carrera centrada en lo digital, nos parece importante mantener el contacto con lo tradicional», comentan.

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Manuela Rodríguez y Alicia Larrazabal, en el laboratorio con Zulueta.

Ceire, inglesa llegada hace un año a la capital alavesa, encuentra en las clases algo más que aprendizaje. «Vine de Londres con mi familia y sentía que necesitaba una manera de expresarme sin palabras, ser creativa, además de aprender español», cuenta. Lo primero que le llamó la atención fue el propio edificio. «Este sitio me encanta, se nota que tiene mucha historia», dice desde la biblioteca Fournier, sala ubicada en la entrada del centro, en la plaza del Conde de Peñaflorida, obra centenaria del arquitecto Luis Díaz Tolosana.

En 2019, esta biblioteca se recuperó tras varias décadas cerrada y ahora se organizan visitas periódicas. «No se puede mantener abierta todo el tiempo porque es un espacio que tiene mucho libro antiguo con valor y siempre tiene que haber alguien pendiente», señala la directora Uxua García Antoñana.

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Precisamente, la mejora de las prestaciones del edificio histórico son una de las demandas más repetidas por quienes pasan por allí. «Mantenimiento» y «reforma» son dos palabras que se escuchan con frecuencia. Amaia García, alumna de dibujo desde hace tres años, destaca la «calidad» de la enseñanza. ¿Pero...? «Me parece que el edificio está un poquito dejado y sería muy interesante mejorar eso».

Componente social

Entre las alumnas que también se han sumado a este año de récord figuran Alicia Larrazabal (22) y Manuela Rodríguez (67), compañeras en el aula de fotografía. «Le tenía echado el ojo a la escuela y, al ver los precios, me sorprendió porque es asequible», comenta Alicia. Las matrículas oscilan entre los 255 euros del curso creativo (de 4 a 7 años) y los 549 de cerámica o acuarela. «Desde pequeña me ha llamado la atención, pero nunca me había animado a estudiarla», añade. Manuela, sanitaria jubilada hace unos meses, llevaba años ligada a las cámaras y no dudó en inscribirse.

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Piko Zulueta, director de estudios y profesor de fotografía, confirma el auge de esta disciplina. Desde hace unos años, los cursos se imparten en horario de mañana, tarde y noche, y este curso, además, ha crecido el interés entre los jóvenes. «Nos consta que el boca a boca funciona y mucha gente viene porque alguien se lo recomienda», explica.

En una época en la que las cámaras de los móviles parecen haberlo invadido todo, los procesos analógicos seducen. «Ir al laboratorio, oler, tocar y entender cómo surge una imagen engancha», reconocen las alumnas. Otro factor que despierta el interés tiene que ver con juntarse. «Tiene un punto muy social y de terapia. He tenido grupos que todas las mañanas iban a tomar el café después de clase y eso también da gusto», señala Zulueta.

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Uxua García Antoñana, directora de la Escuela de Artes y Oficios de Vitoria.

«Tenemos que formar parte de la cultura de Vitoria y Álava»

Para Uxua García Antoñana, directora de la Escuela de Artes y Oficios desde hace año y medio, este récord de alumnos tiene (y mucho) que ver con la celebración de los actos del 250 aniversario. «El año pasado hicimos un gran trabajo de abrir la Escuela a la ciudad. Salimos más a la calle y logramos que mucha gente que nunca había entrado se acercara a una exposición. Esa labor de apertura ha tenido su recompensa», apunta esta periodista y experta en eventos cuyo nombramiento hace año y medio estuvo envuelto en la polémica, con diferentes partidos que criticaron la «falta de transparencia» en el proceso de selección en el que se presentaron 94 proyectos. Dice que se tomó con «calma» las críticas. «La acogida por parte del claustro y el alumnado fue excelente». En ese aniversario convulso del centro impulsó numerosas colaboraciones con colectivos y marcas como la Banda Municipal, el Conservatorio de Danza José Uruñuela, Ardoaraba, Arabaclick, Naipes Fournier, Artepan... «Queremos formar parte de la cultura de Vitoria y Álava», reivindica. Con un récord de matriculaciones, las necesidades más urgentes tienen que ver con el edificio. «Lo primero es cambiar las ventanas, tanto por eficiencia energética como por estética y conservación». Señala que es un tema que ya está sobre la mesa del patronato, formada por la Diputación de Álava, Ayuntamiento, la Real Sociedad Bascongada Amigos del País y la Cámara de Comercio e Industria de Álava.

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