Violencia machista en Vitoria
«Me arrastró por su casa, puso una catana en mi cabeza y pensé que me mataba»Juicio ·
Esta víctima machista nunca denunció, pero dio el nivel de riesgo más alto en historia de la Policía Local; 47 de 48 puntos. Su presunto agresor se expone a ser expulsadoEn la Unidad de Violencia de Género de la Policía Local lo califican como su caso «más complicado». La víctima jamás quiso denunciar. Acudió a ... la comisaría de Aguirrelanda 'obligada' por su hermana coraje. Apenas articuló monosílabos cuando arrancó la investigación por unos supuestos ataques a cargo de un nuevo compañero sentimental sólo conocido por ella y un entorno muy reducido. Él niega ataque alguno, incluso haber sido novios.
Esta manifestación se realizó durante la vista oral celebrada ayer -miércoles- en el Juzgado de lo Penal número 2. En esta cita capital, esta vitoriana sí verbalizó su calvario. O parte de él. «Hoy (por ayer) sólo hemos conocido la punta del iceberg», matizó la abogada de la acusación particular, Cecilia Piris, en referencia a unos hechos que habrían sucedido entre el verano de 2020 y el de 2021.
Protegida por un biombo, la perjudicada contó cómo 2019 arrancó torcido por un divorcio traumático. Una amiga le recomendó un supuesto experto en meditación, a la par que vendedor ambulante. En su primer encuentro, él le pidió el teléfono. Y de la sanación prometida pasó a ganarse su confianza hasta intimar. Necesitó apenas quince días.
«Tras verme un moratón me acusó de estar con otros. Le firmé un papel de que no estaría con nadie»
Acoso psicológico
Nunca vivieron juntos pero se veían «una semana sí y otra no». Casi siempre en casa de él. De manera furtiva. Según refirió ella, su historia pronto se enturbió. «Le tenía que contar todo sobre mi vida. No quería que tuviera contacto con nadie». Un año después, le descubrió un moratón. «Me acusó de haber estado con otro». Y a partir de ahí, un infierno de ida y vuelta. De los mensajes intimidatorios a excusas por su comportamiento.
Siempre según la versión ofrecida ayer por esta mujer, «una noche me insistió en que había estado con otros. Me arrastró hasta la habitación y me amenazó con que no iba a salir de allí. Cogió una catana y me la puso en la cabeza. Pensé que me mataba», expresó con un hilillo de voz por momentos imperceptible.
Negó que fueran novios. Le acusa de quedarse con «30.000 euros en mercancia para que vendiera»
El sospechoso de cinco delitos
El acoso en la intimidad prosiguió. «Me hizo firmar un papel de que yo no iba a estar con nadie. Tenía miedo a las represalias». En otra ocasión «me cortó mechones del pelo y partes de la ropa». Sólo entonces desveló una pequeña parte a su hermana, quien insistió en denunciar. Obtuvo negativas. Los audios y mensajes intimidatorios se incrementaron. «Me mandó una grabación en la que decía que cuatro chicos vendrían por mi como si fuera una prostituta». Una noche, ya con testigos, la contactó «173 veces». También merodeaba por los alrededores de su casa.
Alarmada, su hermana la llevó a la Policía Local. Apenas habló, tampoco quiso denunciar. «Su caso se salía de lo habitual. Ella estaba muerta de miedo. Le costaba hablar. Estaba temblorosa. Se la veía como ida, abducida», testificó el antiguo responsable de la unidad de Violencia Familiar. Aún así, «obtuvo la valoración de riesgo más alta que recordamos en el historia de nuestro cuerpo», remarcó otra agente especializada. Dio 47 puntos sobre un máximo de 48.
Actuación de oficio
Fue tal la preocupación generada en la comisaría de Aguirrelanda que alertaron al Juzgado de Violencia sobre la Mujer. También a la Guardia Civil, para que vigilara cada vez que esta mujer acudiera a su segunda residencia, en una comunidad limítrofe. Por contra no hubo un registro de la vivienda del sospechoso en busca de la catana o de alguna otra evidencia.
El abogado de la defensa, Fernando Alday, pidió la absolución al entender que no existen «pruebas» ni del noviazgo ni de las agresiones. Puso en entredicho que el teléfono que obra en el atestado fuera de su cliente. Al tiempo que el procesado acusó a la víctima de haberse quedado «con 30.000 euros en productos que le dejé para que vendiera y sacara dinero». Aquel presunto préstamo se produjo el primer día que la conoció.
El fiscal, Luis Ángel Goikolea, y Piris solicitaron un global de 6 años y cuatro meses por dos delitos de maltrato, dos de amenazas, otro de coacciones y uno de vejaciones. También once años de alejamiento. Al final del juicio, que será valorado por el magistrado Roberto Ramos, dos policías nacionales abordaron al sospechoso. Se expone a la «expulsión» en caso de condena.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión