Antonio Altarriba, ganador del premio francés Tournesol

Hace justo un año, el guionista Antonio Altarriba ofreció una charla en Montehermoso bajo el título 'Vitoria y Angulema. Hermanadas y apasionadas por el cómic'. En ella destacó que las propuestas que habían unido a ambas ciudades eran más bien escasas.

De manera simbólica, este fin de semana, la capital alavesa ha viajado hasta el municipio francés. Lo ha hecho gracias a su pluma. El trabajo del escritor zaragozano afincado en Vitoria, junto al dibujante madrileño Keko en la novela gráfica 'Yo, Loco' ('Moi, Fou'), cuya acción transcurre en Vitoria, ha sido reconocido con el Premio Tournesol que se otorga en el Festival Internacional de la Historieta de Angulema. La denuncia que se hace en sus páginas de la industria farmacéutica ha sido el principal motivo por el que este galardón ha recaído sobre la pareja de historietistas españoles. Este premio, que se entrega desde 1997, está destinado a aquellas publicaciones más respetuosas con el medio ambiente y cuenta como secretario de selección con Yves Frémion, editor de la revista de ciencia ficción Univers y exparlamentario en Europa por el Partido Verde francés.

Entre los ganadores del premio de ediciones anteriores se encuentran figuras francesas como el diseñador Étienne Davodeau por 'Rural!' y el humorista Martin Veyron por 'Ce qu'il faut de terre à l'homme' ('¿Cuánta tierra necesita un hombre?'), donde se adapta una parábola de León Tolstói. El galardón a Altarriba, que debutó como historietista de ficción en 1981, se suma a un largo palmarés. Ya con 'El arte de volar' obtuvo de la mano del dibujante Kim el Premio Nacional de Cómic en 2010 y los galardones de la Generalitat y del Salón de Barcelona.

También las librerías integradas en Zona Cómic, de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), reconocieron 'El ala rota' como el mejor trabajo publicado en 2016. Y un año antes, Altarriba y Keko fueron los primeros españoles en ganar el Gran Premio ACBD de la Crítica en Francia por el cómic 'Yo, asesino', la primera entrega de esta saga donde se denuncia la crueldad «de cuello blanco, el que mata sin mancharse de sangre».

En esta segunda parte de 'Yo, Asesino', 'Yo, Loco', publicada a principios de octubre en Francia por la editorial Denoël, se reconocen diferentes localizaciones vitorianas, como el edificio corporativo de la Caja Vital en Salburua que representa 'Otrament', un observatorio de trastornos mentales. Este imponente escenario ha dejado sorprendidos a muchos lectores, tanto franceses como nacionales. Como contaba el propio Altarriba, los aficionados al cómic «se quedaban sorprendidos al ver al final de la novela una foto donde salimos Keko y yo junto a ese edificio moderno de metal. Muchos pensaban que era algo inventado».

En sus 136 páginas de viñetas se muestran también otros espacios reconocibles, como la librería Elkar, el Casco Viejo, Virgen Blanca, la estación de Renfe o el Museo de Bellas Artes.

La historia narra la vida del doctor Ángel Molinos, un personaje atormentado que se ve atrapado en una conspiración de la industria farmacéutica. Será la toma de conciencia de la codicia de estas entidades lo que le llevará a denunciar la situación en una novela de ritmo trepidante. 'Yo, Loco' pone en el punto de mira la arbitrariedad a la hora de diagnosticar qué es un trastorno mental y se cuestiona el trabajo de diferentes laboratorios con el fin de enriquecerse sin tener en cuenta la enfermedad del paciente.

La novela gráfica, editada en España con la editorial Norma, se convirtió hace tres meses en una de las novedades más demandadas. Altarriba trabaja ya en el cierre de su trilogía. La característica en común volverá a ser la intriga policiaca y un «trasfondo de denuncia social muy fuerte». Esa tercera entrega -tras 'Yo, Asesino' y 'Yo, Loco'- llevará por título 'Yo, Mentiroso', donde se abordará la manipulación mediática a través de un thriller donde se reflexiona sobre el uso perverso de las 'fake news', la posverdad y «periodistas que son agentes infiltrados de una mafia y partidos políticos que funcionan así». Como le gusta reseñar a Altarriba, «el cómic siempre ha tenido esa vena un poco de denuncia, de caricatura».