200 años del 'Santero de Payueta'
Hace dos siglos, Álava despidió a su escultor más prodigioso, Mauricio Valdivielso, la estrella de toda una saga familiar que renovó la imaginería religiosa del territorio
JESÚS NICOLÁS
Domingo, 11 de diciembre 2022, 00:14
Si la devoción en Álava tuviera apellido, ese sería sin duda uno de origen burgalés. Nacido en Suzana, este año se cumplen dos siglos del ... fallecimiento del más prodigioso escultor de la historia del territorio, Mauricio Valdivielso. Más conocido por su sobrenombre, 'el santero de Payueta', fue la estrella de una saga, cuya escuela hizo que hoy al menos 22 localidades de la provincia tengan un San Isidro, un San José o una Virgen del Rosario de tan serena factura. Tal era la fascinación que despertaba su taller que entre 1781 y 1817 se atendieron unos 30 encargos para hasta 26 iglesias según datos recogidos de diversos estudios por el historiador Ramón Loza.
Un fenómeno imposible de imaginar hoy día, pero que entonces supuso una gran renovación en las parroquias alavesas. «Existía una importante demanda de figuras de culto, tanto por la necesidad de imágenes para los nuevos retablos como por la presión de los visitadores diocesanos que, en ocasiones, encontraban el ajuar en mal estado o les parecía feo e indigno», explica José Julián Letona, en la actualidad uno de los mejores conocedores de los Valdivielso y que está en vías de concluir una tesis doctoral sobre la vida y obra del santero.
«Al final eran un grupo cercano que podía entregar las piezas con relativa rapidez, notable calidad y a precios asequibles», apunta este experto que, destaca, estuvieron en activo durante más de un siglo y cuyas raíces son incluso anteriores a Mauricio. «El patriarca e iniciador fue Gregorio Valdivielso», recuerda. Y es que el padre de Mauricio y su hermano Martiniano nació en Oña (Burgos) en 1733, pero desde 1765 residió en Payueta. Allí ambos hermanos se enseñarían en el oficio de su progenitor. Eso sí, «el más dotado y con mayor fama fue Mauricio, que comenzó su trabajo con apenas 21 años», incide Letona. «Todos los demás miembros de la familia fueron influenciados por su obra hasta 1874, año en el que falleció Inocencio, uno de los hijos de Martiniano», aclara.
Fueron décadas en las que la producción de los Valdivielso evolucionó con la llegada de nuevos estilos. «Se puede decir que transitaron con notable éxito desde el Barroco clasicista al Neoclasicismo. Gregorio desarrolló su trabajo dentro de un Barroco elegante, que se alejaba de los excesos. Más tarde y debido a la influencia de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y de las Escuelas de Dibujo creadas por la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, Mauricio acabó resultando el mejor representante alavés de la escultura academicista».
Instituciones estas últimas en las que, sin embargo, no se ha hallado prueba alguna de que Mauricio estudiara. De hecho, existen dudas de que el genio alavés tan solo aprendiera de manos de su padre. «Hay una leyenda que cuenta que Mauricio acabó en Madrid y, para demostrar sus habilidades, cogió una maceta y la rompió saliendo de ella un magnífico vía crucis». Fantasías aparte, Letona sí estima posible que viajara, puesto que hay algunos años en los que coincide que faltan los registros de matriculación y en los que consta que Mauricio tuvo poca producción. A lo que él añade otra teoría. «Es posible que coincidiera con el escultor francés Roberto Michel. Él hizo varias figuras de la Puerta de Alcalá, estaba casado con una alavesa y consta que visitó Vitoria. No es descabellado pensar que ambos coincidieran en una ciudad de entonces 7.000 habitantes».
'Affaires' de artista
Ahí, a esa ciudad que apenas sobrepasaba la 'almendra' se mudó en torno a 1802 desde aquella aldea de Peñacerrada que le vio surgir. Pero antes de instalarse Mauricio en el actual número 80 de la 'Cuchi', dejaría en la casa familiar de Payueta un curioso testimonio de sus inicios. Unos bocetos a lápiz de algunas de sus obras que, reconocen en la Diputación, fueron extraídos del primer taller de los Valdivielso cuando fue sometido a una rehabilitación en los 80. Entonces, para no perder aquellos dibujos, dicen, fueron arrancados y almacenados por la institución foral hasta 2007, cuando se trasladaron a la UPV, en Leioa, para su restauracion. Un tratamiento que, asumen, «muy complicado y costoso por la técnica que se usó para sacarlos».
En esa misma vivienda Mauricio protagonizaría algunos de los episodios menos lucidos de su vida, también de sobra conocidos. Entregado a la obra sacra, «se puede decir que, a ojos de las autoridades, el santero no mantuvo unos hábitos muy católicos». Así, a Valdivielso se le conocen dos relaciones extramatrimoniales -antes de que casara con su única esposa María Rández- y al menos dos hijos ilegítimos reconocidos que incluso llevaron su apellido. «De hecho el cura de La Puebla de Arganzón se negó a bautizarlos y el alcalde tuvo que obligarle a hacerlo», comenta Letona.
Al final de su vida, solo un hijo legítimo, Pedro, seguiría su estela artística «sin mucho éxito». Todo lo contrario que sus sobrinos, Alejandro e Inocencio, «que se instalaron en 1857 en una lonja de Portal del Rey». Mauricio por su parte moriría en 1822 fruto de unas «fiebres gástricas». Su Cofradía sería la encargada entonces de costearle cristiana sepultura.
Tres obras destacadas de Mauricio Valdivielso
La Asunción
Situada en el presbiterio de la Catedral Vieja, la imagen era parte del retablo mayor del siglo XIX. La policromía es de José López de Torre y el retablo de Antonio Rubio.
San Pedro
Situado en el retablo mayor de la iglesia de Araia. Fue ejecutado en 1790 y la policromía la ejecutó su colaborador habitual, José López de Torre en 1801.
Retablo de las Ánimas
Hecha en 1817, el retablo es de Benigno Moraza. Le pagaron a Mauricio 2.700 reales por el relieve y le valió para formar parte de la Cofradía de las Ánimas.
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