Álava es el territorio vasco con mayor porcentaje de rescates peligrosos
Casi una de cada tres búsquedas requiere la intervención de la UVR, la sección especializada de la Ertzaintza
Los agentes de la Ertzaintza realizan unas dos salidas al día por avisos de búsquedas o rescates en toda Euskadi. Pero en Álava estas alertas ... suenan con mayor apremio; el mismo que se ha convertido en una dramática realidad este fin de semana en el Gorbea o hace tres en el Salto del Nervión con sendos montañeros fallecidos. En casi una de cada tres emergencias (un 27,3%) es necesaria la intervención de la Unidad de Vigilancia y Rescate, un selecto grupo dentro de la Policía autonómica especializado en operaciones de máxima dificultad. Este tanto por ciento (15 de 55 en el periodo de enero a septiembre de este año) destaca frente a las intervenciones de este grupo en Bizkaia (19,2%, 38 de 198 salidas totales) y Gipuzkoa (14,4%, 22 de 152).
A la UVR sólo se le llama «en situaciones límite a las que no pueden llegar ni los bomberos», señala Stevens Bello, jefe de grupo de Intervención y Rescate. Es un buen termómetro para medir la peligrosidad, urgencia o compromiso de la alerta, aunque luego, en el transcurso del operativo, la tensión puede relajarse en función de los datos que se van recabando. «Somos los primeros en llegar, como una ambulancia. Puede ser un accidente grave o leve, pero hay que ir preparados para todo».
La razón que explica la acumulación de salidas potencialmente peligrosas en Álava se encuentra en su propia orografía. Cuatro zonas copan muchas de las salidas de la UVR. El Salto del Nervión es una de las más señaladas, pero la cueva de La Leze, el Gorbea -por simple afluencia de senderistas-y las vías ferratas de Sobrón también provocan hormigueos de tensión en los agentes. En Delika influye la complejidad de cualquier actuación en el rápel más alto de la Península -222 metros en vertical-. Aunque esa dificultad no es exclusiva del Salto. Los agentes recuerdan cómo en La Leze el equipo tuvo que abrir un agujero con explosivos para lograr que la camilla con un accidentado se pudiese evacuar.
Aparentemente grave o leve, el tiempo de respuesta es fundamental. Son 25 minutos como mínimo. «Desde que suena la alerta, hay que contar con diez minutos hasta que el helicóptero despega. Nosotros podemos estar en la base y llegamos a la aeronave mucho antes, pero el piloto debe hacer las comprobaciones necesarias antes de emprender vuelo; no podemos arriesgarnos a tener un accidente nosotros», señala Manu Dearriba, uno de los agentes que se descolgó en rápel en el Salto. Una vez en el helicóptero «son otros 15 minutos de media hasta el lugar del accidente. Se puede decir que ahí empieza realmente el rescate». Es cuando los agentes alcanzan al herido y valoran la situación para practicar unos primeros auxilios, coordinarse con un médico de Osakidetza, inmovilizarlo o evacuarlo en helicóptero. Todo es posible.
Esos 25 minutos pueden ser la línea de la vida o la muerte para el accidentado, y son esperas de difícil digestión para los agentes que se desplazan. Dearriba confiesa una de sus 'pesadillas'. «Es el 'síndrome del arnés'. Si una persona se queda colgada inerte sobre un arnés, porque se ha desmayado, le ha caído una piedra o ha sufrido un infarto, puede morir en unos 20 o 25 minutos, depende. Se le corta la circulación en las piernas y el fallecimiento llega pronto. En esos casos la rapidez es fundamental».
Más salidas
Ese 'vivir en el alambre' se produce a diario. En el global de alertas, la Ertzaintza -no solo el grupo UVR, que comprende 140 miembros incluida la sección de buceo y helicópteros- bordea un promedio de dos salidas diarias. Se han pasado de las 389 registradas en 2019 (71 en territorio alavés) a las 607 de 2020 (99 en Álava) y las 621 de 2021 (109). En los nueve primeros meses de 2022 se han realizado 405 (55). «La afluencia de montañeros ha bajado algo, pero es más elevada que antes de la pandemia», calcula Bello. «El año pasado y el anterior casi no podían ir a otras comunidades y estaban todos aquí. Ahora se nota que van a Pirineos», apunta Dearriba.
Ambos aseguran que la mayoría de sus intervenciones no están provocadas por imprudencias. «Es una impresión falsa. Llama mucho la atención que puedas ver a alguien en mangas de camisa en el Gorbea cuando tú vas con el plumífero, botas y todo el equipo. Eso puede suceder, pero no es la norma». Lo habitual son senderistas que pisan mal y se lesionan o sufren un problema de salud. «En general, la gente es prudente y cada vez va mejor equipada, lo que pasa es que salen muchos».
La prueba de la 'buena cabeza' de paseantes y montañeros puede hallarse en la pobrísima cifra de rescates que se cobran: sólo 14 de los 1.800 practicados en los últimos cuatro años. El accidentado abona una sanción -es el Gobierno vasco el que cuantifica la multa y tramita la factura, no la UVR- sólo en el caso de que haya ignorado una alerta meteorológica-por viento, frío, lluvia, nieve...- o por haber practicado un deporte de riesgo en una zona restringida o con falta de equipación adecuada.
En su contexto
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40 miembros forman el grupo de montaña de la Unidad de Vigilancia y Rescate de un colectivo de unos 140 agentes en los que se incluyen las secciones de buceo y helicópteros.
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14 son los rescates cobrados de los 1.800 realizados en cuatro años. Se penalizan los que el accidentado ha ignorado una alerta o ha practicado un deporte de riesgo sin seguridad.
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Cuatro puntos negros en Álava El Salto del Nervión, el entorno del Gorbea, la cueva de La Leze y las vías ferratas de Sobrón. Son los lugares en los que suelen producirse los percances más serveros y que requieren a la UVR.
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25 minutos de media es el tiempo que tarda un agente desde que recibe la alerta (en la base o su domicilio) hasta que se halla a los pies del accidentado para la primera asistencia.
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