Álava impulsa el primer centro de España que investigará la vejez en personas con discapacidad
La Diputación contrata el diseño del nuevo servicio que combinará el punto de vista biológico, con el psicológico, social o el tecnológico
La esperanza de vida entre las personas con discapacidad intelectual ha aumentado de manera significativa en las últimas décadas. En el caso de las personas ... con síndrome de Down viven treinta años más que a finales de los noventa y tres de cada cinco consiguen superar los 65, cuando hace medio siglo difícilmente llegaban a disfrutar de su vida adulta. Su envejecimiento poco tiene que ver con el de cualquier otro ciudadano porque manifiestan los deterioros cognitivos y físicos mucho antes –sobre los 45 años– que el resto de la sociedad y encima de forma repentina coincidiendo en el tiempo con el de sus padres. «Es un proceso vital del que todavía no se han descubierto todas las particularidades que lo componen y los factores biológicos o del entorno que influyen en él», evidencia un estudio publicado por la asociación Down España en colaboración con el Ministerio de Sanidad.
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En España hay 14 centros de investigación del envejecimiento, pero ninguno específico para personas con discapacidad intelectual y otra clase de trastornos del desarrollo. Así que cuando el reputado geriatra Iñaki Artaza 'fichó' en febrero de 2021 por la Diputación de Álava para ser director de Innovación, Sistemas de Gestión y Evaluación del Departamento de Políticas Sociales puso sobre la mesa esa carencia que se pretende cubrir en un futuro próximo. La nueva residencia 'Arabarren II' que se construirá durante la presente legislatura en el barrio de Salburua –bajo un modelo público-social como la última inaugurada en Lakua– incorporará un módulo especial para ampliar conocimientos sobre este reto.
Fenómeno heterogéneo
La Diputación acaba de contratar a la consultora Effectia Innovation Solutions por 145.000 euros para que 'dibuje' qué forma debe tomar este nuevo centro y qué tipo de profesionales se necesitan para convertirse en un referente nacional y –por qué no– internacional. No sólo se plantea la presencia de geriatras y sanitarios, sino también de sociólogos que sirvan para «remover estereotipos» e incluso especialistas en ramas tecnológicas para descubrir de qué manera se les puede hacer más sencilla la última fase de la vida.
Se pretende abordar de manera conjunta aspectos biológicos, psicológicos o sociales que los advenedizos pueden considerar que no tienen conexión alguna, pero que en opinión de los expertos puede garantizar «una mejor adaptación y calidad de la vida de estas personas».
Pero la discapacidad es un fenómeno heterogéneo y más a esas edades. Se necesita profundizar en los estudios porque no envejece de la misma manera alguien con síndrome de Down o una persona que sufre una discapacidad como consecuencia de la parálisis cerebral. Los primeros suelen evidenciar problemas para «caminar, pensar, ver, oír o recordar» al rebasar la barrera del envejecimiento, mientras que las personas con parálisis muestran síntomas de «dolor, osteoporosis, fatiga y otro tipo de trastornos musculoesqueléticos». No se les puede tratar a todos de la misma manera y en muchos casos puede convertirse en el equivalente a una segunda discapacidad.
«Cada vez vivimos más años, también lo hacen las personas con discapacidad intelectual. Tenemos que estar preparados para poner a su disposición los cuidados de larga duración que necesitan y proporcionarles la mejor de las atenciones. Para ello, necesitamos conocimientos específicos sobre sus condiciones y necesidades», defiende el diputado foral de Políticas Sociales, Gorka Urtaran. «Este centro promoverá la investigación e innovación social para definir los mejores cuidados a las personas con discapacidad intelectual que al llegar a una edad avanzada sufren también las consecuencias del envejecimiento», añade el representante del PNV.
En las residencias
En Álava hay algo más de 6.000 personas con discapacidad intelectual y aproximadamente la mitad cuenta con más de 50 años. Eso ya se refleja en que muchos de ellos han tenido que acceder a las residencias de mayores del territorio. En 'Arabarren I' concretamente hay un módulo específico para atender a este colectivo, pero también en otros geriátricos del territorio histórico. Pero los expertos en este campo consideran que debe tratarse su singularidad porque, si bien comparten 'espacios' con los procesos de envejecimiento generales, tienen una serie de peculiaridades y necesidades especiales.
Además, el envejecimiento de estas personas no viene solo. Y es que sus familias –principalmente sus padres– envejecen a una velocidad mucho más acelerada por el desgaste físico y psicológico que suponen las labores de cuidado, así que también es preciso analizar y buscar alternativas para cuando ellos falten.
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